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La Reconstrucción.





En el verano de 1982, Sonny Werblin se lanzó a la tarea de reconstruir la franquicia de arriba a abajo. Para empezar, a Eddie Donovan se lo ascendió a un puesto directivo como recompensa por los servicios prestados, pero al margen de la gestión deportiva del equipo. “Red” Holzman se retiró por segunda vez, pero esta vez con un homenaje apropiado a sus méritos que incluyó la retirada en su honor de una camiseta con el número 613 por las victorias sumadas en el equipo. Eso era también una forma de decir que no se volvería a recurrir a él para la victoria número 614, y que Holzman quedaba definitivamente en el pasado. Como sustitutos llegaron Dave DeBusschere, todo un clásico de la franquicia que se haría cargo del puesto de Vicepresidente Ejecutivo al Cargo de las Operaciones (con funciones de Mánager General en la práctica), y Hubie Brown, recién despedido por los Hawks y con un notable historial de reconstrucciones a sus espaldas.

La primera labor que afrontó esta nueva gerencia fue el próximo draft de la NBA. Los Knicks contaban con una elección de primera ronda y dos de segunda ronda (la suya orgánica más otra recibida de Atlanta a cambio de renunciar al derecho de tanteo sobre Mike “Stinger” Glenn un par de años antes). Con el nº 6 eligieron a Trent Tucker, un especialista tirador procedente de Minnesotta. En segunda ronda eligieron a Scott Hastings, un alapívot que se haría bastante más famoso por sus comentarios que por su juego (mítico su “papá, tengo miedo, creo que soy el mejor jugador de la plantilla” tras llegar a Miami en el draft de expansión), y Vince Taylor, un escolta que heredara el puesto de Jim Spanarkel en Duke. Ambos salieron del equipo antes de terminar la temporada.



A continuación, llegó la hora de deshacerse del peso muerto al fondo del banquillo rumbo a Europa. Mike Davis se vino a Barcelona, y Larry Demic, un alapívot banquillero total, firmó por la Benetton.



Como ya se ha mencionado, Toby Knight, Hollis Copeland y Campy Russell se retiraron debido a sus lesiones. Los veteranos Mike Newlin y Randy Smith fueron cortados, al igual que el pobre Reggie Carter. A Sly Williams, sin embargo, se lo renovó por un año más a razón de $200.000 después de que DeBusschere y Hubie decidieran darle una nueva oportunidad para volver al buen camino.

El auténtico trabajo de reconstrucción, sin embargo, era otro. Para empezar, Maurice Lucas fue traspasado a Phoenix a cambio del veterano alapívot Leonard “Truck” Robinson. Aunque Robinson era mayor que Lucas y sus mejores años quedaban atrás, se esperaba que aportara mayor solidez defensiva y espíritu de sacrificio. A continuación ficharon al agente libre Louis Orr a recomendación de Rick Pitino, nuevo asistente de Hubie Brown y que en su día lo reclutara para Syracuse (donde formó pareja con el indomable Roosevelt Bouie). Orr no era una estrella, pero sí un gran profesional y un alero muy valioso para la rotación, a pesar de que su apariencia desnutrida le granjeara apodos tales como “Ghandi” o “Biafra” por parte de los compañeros o la prensa. Como compensación, los Knicks tuvieron que entregar a Indiana una segunda ronda para 1983 (“Scooter” McCray).



Todo esto, sin embargo, quedó en un segundo plano por detrás del gran megatraspaso de este verano: Sugar Ray Richardson y una quinta ronda del draft a los Warriors a cambio del alero Bernard King, uno de los mayores anotadores de la NBA en estos momentos.



Para asegurar que el nuevo jugador franquicia del equipo se encontrara como en su casa, los Knicks ficharon al agente libre Ernie Grunfeld. Grunfeld era un escolta de ésos completitos, lentos pero con buen tiro, de los que se dejan la piel haciendo cualquier cosa que les diga el entrenador. Su valor, sin embargo, residía fundamentalmente en haber sido la otra mitad del “Ernie & Bernie Show” con Bernard King en la universidad de Tennessee.



Para redondear la plantilla, a mitad de temporada los Knicks mandaron a Scott Hastings a los Hawks a cambio de Rory Sparrow, un base que tras ser elegido en cuarta ronda del draft fue capaz de resucitar desde el cementerio de la CBA hasta convertirse en un titular más que potable de la NBA. Se alternó como base suplente con el rookie Ed Sherod.

La reconstrucción se había completado. La pregunta era, ¿funcionaría?

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