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Mis Fantasmas Favoritos

Duración media del llanto, tres minutos.


Incluso dejando aparte los profundos efectos emocionales y centrándonos sólo en lo deportivo, las ausencias de Reggie Lewis y Kevin McHale (por muy diferentes que fueran sus causas) resultaron una losa demasiado pesada para el equipo, y ni siquiera Chris Ford pudo hacer otro milagro más. También era la última temporada en la franquicia de Robert Parish, que se marcharía a Charlotte con rumbo a un último anillo con los Bulls.

A cambio, llegaron a la franquicia dos rookies: Dino Radja, drafteado hacía tiempo, y la primera ronda de este año, el macanudo Acie Earl.



Los resultados no fueron muy esperanzadores. Acie Earl, un 4-5 supuestamente físico, resultó un pufo de los pufos de toda la vida y terminó ganándose el pan en Filipinas o Taiwan. Dino Radja aportó puntos pero no victorias, y sin una estrella del calibre de Reggie Lewis para proporcionar una base el intento de repetir el baloncesto colectivo de la temporada anterior no tuvo el mismo éxito. Solamente se alcanzaron las 32 victorias y desde luego no se entró en playoffs.

En la temporada 94-95 se intentó enderezar el rumbo de la franquicia, aunque no con demasiado éxito. Ficharon como agente libre a Dominique Wilkins, en otra etapa de su vagabundeo post-hawks, y a otros jugadores menores como Blue Edwards, Derek Strong o Pervis Ellison. La gran esperanza de la franquicia era ese nº 9 del draft, con el que eligieron a toda una estrella universitaria como Eric Montross. Se esperaba que Montross fuera la presencia interior del equipo para el futuro, pero el resultado fue un fracaso tan gordo como el de Acie Earl.



Wilkins y un mejorado Radja hicieron estadística, pero apenas lograron que se reflejara en el balance del equipo. Aún así, las míseras 35 victorias acumuladas bastaron para entrar en playoff, donde por un breve instante parecieron estar en disposición de dar la sorpresa al robar el factor cancha en el segundo partido, antes de que los Orlando Magic se pusieran las pilas y les pasaran por encima 1-3 en el global.

Se acabó, y ahora de verdad. Ya no estaban ni Bird, ni McHale, ni Parish. Ni Wilkins ni McDaniels continuaron en la plantilla. Chris Ford dimitió al terminar la temporada, y el Boston Garden fue derruido para evitar seguir manchando su memoria.



King Kong.

Fue el final de los míticos Boston Celtics. Aún existiría una franquicia con el mismo nombre y los mismos colores, pero ya no sobre los mismos corazones ni bajo el mismo techo. Su parecido sería comparable a la remota semejanza entre el jamón deshuesado en bandejita de plástico y un buen serrano al corte. Los Celtics no volverían a ser un factor importante en la liga.

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