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Mis Fantasmas Favoritos

La Cosa en Sí: Primera Parte.



¿Justifica el partido la consideración de “el más mejón”? Dejando aparte que ningún partido soportaría tales calificativos, creo que hay algunos partidos con más calidad y/o brillo para casi cualquier definición de tales conceptos. Sin embargo, sí es un buen partido; y no sólo por la emoción, sino por la partida de ajedrez en la que se enfrentan ambos entrenadores y su plasmación en la cancha por unos jugadores totalmente entregados. A pesar de la duración del partido, prácticamente en ningún momento decae el ritmo ni se pierde un buen nivel de juego.

La clave de la previa la tienen los entrenadores, que sin duda buscarán un cambio de enfoque: Los Boston Celtics buscarán corregir sus malos arranques de partido; los Phoenix Suns tienen que romper la supremacía del factor cancha.



La primera sorpresa se la apunta Heinsohn, otro de esos entrenadores célticos crónicamente minusvalorados: Havlicek salta en el quinteto inicial por primera vez en los playoffs. Con Silas y Cowens controlando los rebotes, Havlicek impone una velocidad vertiginosa a su equipo y acompañado por Jo Jo White desarbola a unos Suns en shock hasta tomar ventajas tales que amenazan con romper el partido ya en el primer cuarto. Cuando tienen que atacar en estático, Cowens percute en la defensa de Alvan Adams, nunca su punto fuerte. Las ventajas superan prontísimo los veinte puntos, con el único lunar de las personales de un Charlie Scott que había asumido públicamente antes del partido las críticas de su entrenador hacia su excesivo fervor en el robo de balón. El primer cuarto termina con un devastador 36-18 para los Celtics.

La titularidad de Havlicek no es la única sorpresa en los locales: Heinsohn pone en práctica una rotación inédita, y saca a jugar a Jimmy Ard y Glenn McDonald en vez de a Kuberski, Nelson o Stacom (que prácticamente no saltará a la pista). Ard mete un par de canastas que ayudan a mantener el ritmo, pero McDonald no es tan efectivo y pronto lo sustituye Kuberski.

Enfrente, John McLeod pide tiempo muerto tras tiempo muerto intentando cavar una trinchera a toda prisa. Entra en cancha Van Arsdale, irregular en el tiro toda la final pero siempre agresivo. Cuando Adams se carga de personales en la defensa a Cowens, McLeod opta por meter en el partido a Awtrey, y ordena a Gar Heard que flote a Silas para sobremarcar a Cowens. Al ver que le dan distancia, Paul Silas opta por probar el tiro en suspensión a media distancia; los resultados individuales son buenos (terminará con 17 puntos en una serie de 8/11 en tiros de campo), pero colectivamente los Celtics pierden la anotación interior de Cowens y Havlicek mientras que Perry y Heard empiezan a controlar el rebote en su canasta.



Keith Ericksson salta a cancha, pero a los pocos minutos sufre una lesión de tobillo que lo obliga a retirarse definitivamente. Intentando superar la presión del perímetro de los Celtics, McLeod saca a su único base puro, Phil Lumpkin. No sólo en los Celtics hay héroes inesperados. Con Lumpkin subiendo el balón con soltura, Heard corriendo a los Celtics a gorrazos (era un mal defensor, pero un fantástico taponador) y Awtrey controlando a Cowens, los Suns empiezan a detener la hemorragia. Con Adams como catalizador y Westphal como finalizador, los Suns incluso muestran un amago de remontada antes de que un nuevo arreón de los Celtics antes del descanso les devuelva a una cómoda ventaja 61-45.

Fin de la primera parte, y ahora viene la segunda que es la más interesante.

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