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Mis Fantasmas Favoritos

Disclaimer

Me confieso detractor del actual clima de “reconstrucción continua” que impera en la mayoría de franquicias de la NBA, según el cual un proyecto que no muestre progresos evidentes en un par de años ha de ser desmontado hasta los cimientos para volver a empezar de cero. Una cosa es admitir que un enfoque ha fracasado o que un sistema ha cumplido un ciclo y que es necesaria una renovación profunda, y otra cosa es esta búsqueda sin fin del santo grial que suponen los jugadores que garantizan aspirar a un título (hay entre dos y seis en todo el mundo) y que genera el efecto secundario de la sobrevaloración de las elecciones del draft y de los jugadores más jóvenes y sin formar junto con la minusvaloración de los jugadores probados y los veteranos útiles. ¿Quién quiere a Ray Allen pudiendo tener a Gerald Green?

Las causas de este orden de cosas son variadas y complejas, aunque una formulación tentativa podría ser “los propietarios son imbéciles, y los mánagers generales también”. Pero una de las grandes influencias en quizás el más famoso proyecto de reconstrucción total de esta era del baloncesto, los Bulls de Jerry Krause tras el “Last Dance”, es en mi opinión una falacia cuyo valor viene dado exclusivamente por la repetición machacona a la que fuimos sometidos durante varios años, cuando la cantinela oficial de la NBA era...



No puedes permitirte el riesgo de que tus jugadores importantes envejezcan en tu plantilla. Mira lo que les pasó a los Boston Celtics.

Una vez más, no pude menos que echar en falta una voz justiciera que se alzara de los campos y las huertas para declarar inequívocamente: “¡jarl!”

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