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The Man Who Shot Bernard King



La saga de la contratación del entrenador dejó paso, sin solución de continuidad, a la saga de la renovación de Bernard King.

La franquicia se encontraba ante una difícil situación: por una parte, King había recuperado su lugar en el corazón de los aficionados en tan sólo 6 partidos, y su esfuerzo para rehabilitarse sólo cabe calificarse de épico. Por otra parte, pedía una renovación multiaño empezando desde los $875.000 y subiendo, los médicos no garantizaban ni su recuperación para poder jugar a nivel NBA ni lo que podía durar la misma, y el estilo que pretendía implantar Rick Pitino de constante derroche físico era probablemente la peor idea para esa rodilla reconstruida. Incluso si Bernard King estaba en disposición de jugar algunos años más, como así resultó, sería mejor que lo hiciera en un equipo que no pretendiera jugar a todo trapo los 48 minutos. En esto coincidían Rick Pitino y Al Bianchi. Sin embargo, la manera de hacerlo público no fue la mejor: en lugar de dar una respuesta directa al jugador, a su agente o a los aficionados, se anunció que se hacía una oferta al agente libre Sidney Green, lo cual llevaba implícito el descarte de King ya que dejaba a los Knicks sin espacio salarial para la renovación.


¿Guard?

Sidney Green era uno de esos conflictivos proyectos de Jerry Tarkanian en UNLV, donde había destacado como un alapívot anotador y muy buen reboteador, drafteado como nº 5 por los Chicago Bulls.



Su carrera en la NBA, sin embargo, no respondió a las expectativas. Efectivamente, era un magnífico reboteador, pero propenso a los lapsus defensivos y a una mala selección de tiro. Además, era un jugador problemático que se enfrentaba periódicamente a compañeros y entrenadores. De Chicago fue traspasado a Detroit, donde en estos momentos estaban deseando deshacerse de él como fuera después de enfrentarse a Isiah Thomas (llegaron a “tocarse la cara”), a quien Green consideraba la influencia que había hecho que Daly lo postergara en la rotación.



Bernard King siguió adelante y firmó con los Washington Bullets, donde aún jugó tres temporadas y logró ser All Star una vez, pero para los Knicks se convirtió en una especie de “espíritu de las navidades pasadas”: durante la pretemporada y los primeros meses de competición, los aficionados coreaban regularmente “We Want Bernard”, abucheaban a Kenny Walker (su sustituto como “tres” titular) y a Sidney Green, e incluso un periódico de la ciudad incluía una sección llamada “Bernard Watch” en la que se publicaban sus estadísticas con los Bullets, comparándolas con las de los aleros de los Knicks. La cosa llegó a tal punto, que Rick Pitino se vio obligado a tomar medidas tales como quitar a un deprimido Walker del quinteto titular para ahorrarle los abucheos, y a cambiar el orden de las presentaciones para que Mark Jackson saliera el primero, ya que era un novato y los aficionados no lo culparían de las desgracias del equipo.

Sea como fuere, la era Bernard King en los Knicks había terminado. The King is dead, long live the Knicks.

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