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Mis Fantasmas Favoritos

No Se Vayan Todavía, Aún Hay más.



La prórroga empieza con ambos equipos cortos de efectivos; Heinsohn decide sacar a Don Nelson en el puesto del eliminado Scott, optando una vez más por la experiencia a pesar del mediocre rendimiento en este partido del bueno de Nellie. Los Suns salen con Dennis Awtrey como cinco ante la eliminación de Alvan Adams, pero su situación empeora drásticamente cuando en la primera jugada David Cowens arrolla fortuitamente a Paul Westphal, que ha de sentarse con una torcedura de tobillo. Westphal pasará el resto del partido entrando y saliendo del banquillo con evidentes muestras de dolor, y su rendimiento no volverá a alcanzar el nivel ofrecido durante el período reglamentario. A pesar de la pobre actuación de Van Arsdale en ataque hasta el momento, con Ericksson lesionado no hay más remedio que tirar de él.



Sin Adams ni Westphal, el ataque de los Suns se deshace. Ricky Sobers se empeña en un estéril uno contra cinco que permite a los Celtics conseguir una ventaja de cuatro puntos, hasta que McLeod consigue convencerlo de que juegue con los aleros y dos suspensiones altísimas de Gar Heard (eso sí que es un arcoiris) devuelven la igualada a falta de 45 segundos. Tras un fallo en el tiro de Cowens y rebote de Perry, los Suns piden tiempo muerto y el movimiento de piezas de ajedrez continúa: Heinsohn mete a Kuberski en cancha por Nelson para mejorar la defensa, McLeod contesta metiendo a Van Arsdale por Perry para jugar con cuatro pequeños, Heinsohn reacciona quitando a Kuberski (sin que llegue a jugar ni un segundo en esta aparición) y poniendo al semiolvidado Stacom a marcar a Van Arsdale. Los Celtics defienden con gran agresividad, y un confuso Ricky Sobers termina metiéndose en la boca del lobo al arrinconarse contra la línea de fondo para que Jo Jo White le robe el balón y los Celtics pidan tiempo a falta de tres segundos. Vuelven a cancha Don Nelson y Curtis Perry, se sientan Kevin Stacom y Paul Westphal. Gracias a una mesa de anotadores digna de final europea con equipo griego, Havlicek tiene tiempo de sobra para tirar una suspensión desde la línea de fondo pero no toca ni aro; Nelson entra con todo por el centro de la zona y choca con Awtrey, ambos equipos piden falta pero los árbitros (con buen juicio) los ignoran y pitan el final. Habrá segunda prórroga.



La segunda prórroga sigue un rumbo similar a la primera: el ataque de Phoenix sigue sin funcionar y se reduce a tiros en suspensión de Sobers normalmente descaminados, pero se mantienen en el partido gracias a una defensa a ultranza. A falta de un minuto y con los Celtics un punto arriba, se produce otra jugada decisiva: Dave Cowens anota por encima de Dennis Awtrey, pero Don Murphy pita personal en ataque y anula la canasta. Es la sexta de Cowens, que por tanto queda eliminado; en la siguiente jugada Awtrey comete a su vez la sexta en ataque (¿casualidad o compensación? parece mucho más clara que la de Cowens) luchando por un rebote con Silas y Havlicek. Boston pone en cancha a “Buzz” Ard, mientras que Phoenix opta por el “small-ball” con Sobers-Westphal-Van Arsdale, más Heard y Perry.



A falta de 19 segundos, Jo Jo White pone a Boston 109 – 106, y los Suns piden su último tiempo muerto. El balón va al veterano Van Arsdale (0-4 en el partido), que hace una suspensión rápida pegada a la línea de fondo y anota la que será su única canasta en el partido. 109-108, quince segundos. Entonces se produce la auténtica jugada del partido: Paul Westphal, casi desaparecido desde su lesión, salta como un tigre o una serpiente y roba el saque de fondo de los Celtics. Curtis Perry lanza a canasta y falla, pero Havlicek no logra controlar el rebote, que vuelve a Perry para esta vez sí anotar y poner a los Suns por delante 110-109. Cinco segundos, timeout – Celtics!




La jugada del robo recuerda mucho a la de Larry Bird vs Isiah Thomas y Bill Laimbeer once años después: como entonces, Jimmy Ard saca de fondo sin comprobar las líneas de pase, y John Havlicek se queda esperando el balón en lugar de avanzar hacia el saque. El mérito es de la gran jugada de Westphal, pero Havlicek sale del tiempo muerto pensando que ha perdido el balón, ha perdido el rebote y Curtis Perry ha anotado sobre su defensa. Alguien va a sufrir por ello: Havlicek avanza por el lateral y lanza una durísima suspensión en carrera que entra, ganan los Celtics 111-110. Los Celtics toman el camino de los vestuarios, convencidos de la victoria, y los aficionados invaden la cancha. Se desata el pandemónium, sin que nadie perciba que bajo canasta Richie Powers ha levantado el brazo deteniendo el reloj al entrar la canasta.



Se monta un pitote de no te menees, con los árbitros y los jugadores visitantes (particularmente un Dennis Awtrey muy escocido por las dos últimas faltas que le pitaron) abriéndose paso a puñetazos en medio de la afición de Boston, tan cortés como siempre. “Un aficionado agrede a Richie Powers”, dicen las crónicas; la realidad es que la policía tiene que intervenir para salvar al pobre aficionado, que no sabía con quién se metía.



¿Entiendes ahora por qué no me creo que Richie Powers se acojonara en el tiempo muerto de Silas?

De ahí al final, lo ya conocido: Paul Westphal pide un tiempo muerto sabiendo que no les quedan, John McLeod traza feroces garabatos de tiza en el suelo verde del Garden, los Celtics anotan un tiro libre que en la confusión la TV no capta, y los Suns sacan de media cancha a falta de un segundo y perdiendo 112-110. Y Garfield Heard anota un tiro tan alto, tan alto, que dicen que se oyó en todo el mundo.



Triple prórroga, destellea en el rótulo televisivo.

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