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Hasta Que Llegó Su Hora: Los “otros” Celtics del 76

Stacom y Sobers, tocándose la cara.




Los Suns Tocan A Rebato









Liderados en ataque y en defensa por un inconmensurable Alvan Adams y el eléctrico Ricky Sobers, los Suns vuelven a la carga y montan una espectacular remontada basada en precisamente las mismas armas que usaran los Celtics en el primer cuarto: defensa numantina, rebote con todo y correr al ataque. Ahora son los de Phoenix los que pasan del 60% en tiro y los de Boston los que apenas alcanzan el 20%, hasta llegar al final del tercer cuarto con un igualadísimo 77-72, aún para los Celtics.


Sin gomina ya no hay rock'n'roll.

Ambos equipos siguen dependiendo angustiosamente de sus quintetos titulares. En Boston solamente Ard y Kuberski aportaron algo, mientras que Nelson, McDonald y Stacom pasaron con más pena que gloria. En Phoenix, Awtrey sigue dando todo un clinic de defensa física sobre Cowens, pero por fuera tienen que seguir confiando en un desacertado Van Arsdale debido a la lesión de Ericksson, al fracaso del experimento Hawthorne y a las limitaciones de un especialista como Lumpkin. Las personales empiezan a pesar en la mente de los jugadores: Scott, Silas, Adams, Awtrey...



De la mano de David Cowens y Havlicek, los Celtics vuelven a estirar la ventaja a nueve; Westphal recorta. A falta de un minuto la ventaja es de sólo tres puntos, pero los Celtics tienen la bola. Entonces llega una de las grandes jugadas de la noche: en rápida secuencia, Paul Westphal le roba el balón a Charlie Scott, corre el contraataque y anota canasta y tiro adicional (es la 6ª de Scott, eliminado) para empatar el partido. En el siguiente ataque, Jo Jo White falla el tiro y Don Murphy pita falta personal de Cowens sobre Curtis Perry en el rebote. Perry anota el primero y falla el segundo, dejando a los Suns con una ventaja de un punto. Es la primera vez en el partido que Phoenix va por delante en el marcador. Quedan 22 segundos.


La canasta de Westphal y la personal de Cowens.

El público se quiere comer a Murphy, y Heinsohn tiene todo el aspecto de ir a hacerlo él mismo. Los Celtics recurren a su capitán, y John Havlicek fuerza la personal de Alvan Adams. También es la sexta. Anota el primero, pero increíblemente falla el segundo aunque los Celtics capturan el rebote. Sorprendentemente, Havlicek decide lanzar a canasta faltando ocho segundos en lugar de dejar que corra el reloj, y falla. Los Suns tienen una última oportunidad, pero el saque de banda tras tiempo muerto no llega a nada.



Habrá prórroga. La primera.

No Se Vayan Todavía, Aún Hay más.



La prórroga empieza con ambos equipos cortos de efectivos; Heinsohn decide sacar a Don Nelson en el puesto del eliminado Scott, optando una vez más por la experiencia a pesar del mediocre rendimiento en este partido del bueno de Nellie. Los Suns salen con Dennis Awtrey como cinco ante la eliminación de Alvan Adams, pero su situación empeora drásticamente cuando en la primera jugada David Cowens arrolla fortuitamente a Paul Westphal, que ha de sentarse con una torcedura de tobillo. Westphal pasará el resto del partido entrando y saliendo del banquillo con evidentes muestras de dolor, y su rendimiento no volverá a alcanzar el nivel ofrecido durante el período reglamentario. A pesar de la pobre actuación de Van Arsdale en ataque hasta el momento, con Ericksson lesionado no hay más remedio que tirar de él.



Sin Adams ni Westphal, el ataque de los Suns se deshace. Ricky Sobers se empeña en un estéril uno contra cinco que permite a los Celtics conseguir una ventaja de cuatro puntos, hasta que McLeod consigue convencerlo de que juegue con los aleros y dos suspensiones altísimas de Gar Heard (eso sí que es un arcoiris) devuelven la igualada a falta de 45 segundos. Tras un fallo en el tiro de Cowens y rebote de Perry, los Suns piden tiempo muerto y el movimiento de piezas de ajedrez continúa: Heinsohn mete a Kuberski en cancha por Nelson para mejorar la defensa, McLeod contesta metiendo a Van Arsdale por Perry para jugar con cuatro pequeños, Heinsohn reacciona quitando a Kuberski (sin que llegue a jugar ni un segundo en esta aparición) y poniendo al semiolvidado Stacom a marcar a Van Arsdale. Los Celtics defienden con gran agresividad, y un confuso Ricky Sobers termina metiéndose en la boca del lobo al arrinconarse contra la línea de fondo para que Jo Jo White le robe el balón y los Celtics pidan tiempo a falta de tres segundos. Vuelven a cancha Don Nelson y Curtis Perry, se sientan Kevin Stacom y Paul Westphal. Gracias a una mesa de anotadores digna de final europea con equipo griego, Havlicek tiene tiempo de sobra para tirar una suspensión desde la línea de fondo pero no toca ni aro; Nelson entra con todo por el centro de la zona y choca con Awtrey, ambos equipos piden falta pero los árbitros (con buen juicio) los ignoran y pitan el final. Habrá segunda prórroga.



La segunda prórroga sigue un rumbo similar a la primera: el ataque de Phoenix sigue sin funcionar y se reduce a tiros en suspensión de Sobers normalmente descaminados, pero se mantienen en el partido gracias a una defensa a ultranza. A falta de un minuto y con los Celtics un punto arriba, se produce otra jugada decisiva: Dave Cowens anota por encima de Dennis Awtrey, pero Don Murphy pita personal en ataque y anula la canasta. Es la sexta de Cowens, que por tanto queda eliminado; en la siguiente jugada Awtrey comete a su vez la sexta en ataque (¿casualidad o compensación? parece mucho más clara que la de Cowens) luchando por un rebote con Silas y Havlicek. Boston pone en cancha a “Buzz” Ard, mientras que Phoenix opta por el “small-ball” con Sobers-Westphal-Van Arsdale, más Heard y Perry.



A falta de 19 segundos, Jo Jo White pone a Boston 109 – 106, y los Suns piden su último tiempo muerto. El balón va al veterano Van Arsdale (0-4 en el partido), que hace una suspensión rápida pegada a la línea de fondo y anota la que será su única canasta en el partido. 109-108, quince segundos. Entonces se produce la auténtica jugada del partido: Paul Westphal, casi desaparecido desde su lesión, salta como un tigre o una serpiente y roba el saque de fondo de los Celtics. Curtis Perry lanza a canasta y falla, pero Havlicek no logra controlar el rebote, que vuelve a Perry para esta vez sí anotar y poner a los Suns por delante 110-109. Cinco segundos, timeout – Celtics!




La jugada del robo recuerda mucho a la de Larry Bird vs Isiah Thomas y Bill Laimbeer once años después: como entonces, Jimmy Ard saca de fondo sin comprobar las líneas de pase, y John Havlicek se queda esperando el balón en lugar de avanzar hacia el saque. El mérito es de la gran jugada de Westphal, pero Havlicek sale del tiempo muerto pensando que ha perdido el balón, ha perdido el rebote y Curtis Perry ha anotado sobre su defensa. Alguien va a sufrir por ello: Havlicek avanza por el lateral y lanza una durísima suspensión en carrera que entra, ganan los Celtics 111-110. Los Celtics toman el camino de los vestuarios, convencidos de la victoria, y los aficionados invaden la cancha. Se desata el pandemónium, sin que nadie perciba que bajo canasta Richie Powers ha levantado el brazo deteniendo el reloj al entrar la canasta.



Se monta un pitote de no te menees, con los árbitros y los jugadores visitantes (particularmente un Dennis Awtrey muy escocido por las dos últimas faltas que le pitaron) abriéndose paso a puñetazos en medio de la afición de Boston, tan cortés como siempre. “Un aficionado agrede a Richie Powers”, dicen las crónicas; la realidad es que la policía tiene que intervenir para salvar al pobre aficionado, que no sabía con quién se metía.



¿Entiendes ahora por qué no me creo que Richie Powers se acojonara en el tiempo muerto de Silas?

De ahí al final, lo ya conocido: Paul Westphal pide un tiempo muerto sabiendo que no les quedan, John McLeod traza feroces garabatos de tiza en el suelo verde del Garden, los Celtics anotan un tiro libre que en la confusión la TV no capta, y los Suns sacan de media cancha a falta de un segundo y perdiendo 112-110. Y Garfield Heard anota un tiro tan alto, tan alto, que dicen que se oyó en todo el mundo.



Triple prórroga, destellea en el rótulo televisivo.

Ésta no es la polémica que estáis buscando.


quote:
That's what everybody still talks about 25 years later. That's all right with me. I did. I tried to call one and Richie Powers didn't see me or didn't want to see me. He didn't acknowledge it. I know they feel if he had, it would have been a different ending. Bottom line is that he didn't and we got another ring.
Paul Silas


Mientras los Celtics controlan el balón suelto procedente del saque de los Suns en esos últimos segundos, se produce una circunstancia que pasó inadvertida para los actores de este pequeño drama, aunque no para los comentaristas: Paul Silas pide tiempo muerto y no se le concede. La trascendencia de dicho acto viene dada por un detalle, los Boston Celtics habían agotado ya sus tiempos muertos.

Como habrá ocasión de volver a mencionar, pedir tiempo muerto sin disponer de él se sanciona con técnica y un tiro libre en contra. Los Suns hubieran dispuesto de un tiro libre para ganar el partido, lanzado casi con toda seguridad por Paul Westphal (83% en esta temporada, 82% en su carrera). Es un aspecto que nunca se ha aclarado, y que de hecho apenas se ha discutido. La mayor parte de las historias sobre este partido apenas si la mencionan, y muchas incluso se equivocan al retrasarlo al final de la primera prórroga.

¿Por qué no concedió Richie Powers el tiempo muerto y la técnica concomitante? La explicación oficial, dicha con una media sonrisa, es que no vio a Paul Silas pedirlo.



Dado que se hubiera comentado si Powers hubiera sufrido una grave y repentina afección ocular, creo que podemos estar razonablemente seguros de que lo vio.

¿Acaso Richie Powers se sintió intimidado por el Boston Garden y no se atrevió a señalar una falta potencialmente decisiva, máxime cuando ya su compañero había pitado poco antes una personal en ataque de Cowens que bien pudo costarles la vida?

¿Era Richie Powers el tipo de árbitro que se achanta ante un estadio hostil? Su peor enemigo en vida fue seguramente su compañero Earl Strom, que en su biografía despachó a Powers con estas palabras cuando éste se negó a ir a la huelga como todos los demás árbitros:

quote:
One thing you have to say about Powers, he stands for his convictions. Whether you like him or not, you have to admit he had the balls to do what he thinks it is morally right.


Viniendo de un enemigo jurado, creo que es un testimonio a tener en cuenta. Máxime si recordamos que Richie Powers fue el árbitro que expulsó a un entrenador con tres técnicas consecutivas, provocando que hubiera que repetir el partido posteriormente (caso único en la historia de la NBA). Es más, como veremos poco después a Powers no le temblaba la mano a la hora de señalar la jugada más impopular aunque tuviera que abrirse paso a mamporros para llegar a la mesa.

¿Qué sucedió? No he podido hacerme aún con la autobiografía de Powers, y ni siquiera sé si trata el caso. Los Suns dicen que posteriormente Richie Powers reconoció que había visto perfectamente la jugada, pero que no quiso decidir un campeonato por un simple error técnico. Eso sí que suena al Richie Powers que conocemos y amamos.

Años más tarde, Al Bianchi zanjó el tema al encargarse un anillo a medida con la leyenda "Fuck You, Richie Powers."

Last Man Standing


quote:
If you had one wish, what would it be?
That Heinsohn would have put me back in the game instead of Glenn McDonald in the '76 Phoenix triple-overtime game.
Steve Kuberski


Los Celtics se preparan para la prórroga en la peor de las situaciones posibles, cuando ya habían dado la victoria por conseguida (Havlicek se había quitado la camiseta para meterse en la ducha y otros jugadores se estaban cortando el esparadrapo de los tobillos) y después de verse empatados de esa manera. Paul Silas en particular estaba furioso, porque Tommy Heinsohn había rechazado su sugerencia de hacer personal en cuanto sacaran los Suns; los Celtics aún podían hacer una falta antes de entrar en bonus, pero Heinsohn había preferido no arriesgarse a que los árbitros la pitaran como acción de tiro. Después del canastón de Gar Heard, la tercera prórroga tiene una atmósfera irreal, casi onírica.



Havlicek apenas puede moverse a estas alturas, el canastón cuasi final de la segunda prórroga ha gastado las pocas reservas físicas que pudieran quedarle; sin Scott, Cowens ni Adams, el partido se reanuda como un duelo de Jo Jo White contra Ricky Sobers. Curiosamente, los Suns con su alineación más pequeña intentarán jugar cerca del aro, mientras que el quinteto de los Celtics, más alto, preferirá las suspensiones largas.

El momento definitivo llega a falta de tres minutos y medio con empate a 118 en el marcador: en la lucha por un rebote ofensivo, Paul Silas comete personal en ataque y es eliminado por seis faltas. En una decisión sorprendente, Tom Heinsohn opta por poner en cancha a Glenn McDonald en lugar de la elección obvia, que es Steve Kuberski, o incluso de Kevin Stacom. Esta decisión termina por decantar el partido: en una extraña sucesión de jugadas, McDonald y Jim Ard forman el dúo más improbable para ganar un anillo. Jimmy Ard frena en seco a los Suns con su defensa interior, capturando rebotes importantes y provocando dos pérdidas de balón que a estas alturas son difíciles de remontar; pero el auténtico espectáculo lo pone Glenn McDonald, que ataca el aro con agresividad para anotar dos canastas consecutivas, capturar un rebote defensivo con falta de los Suns, y encestar los dos tiros libres. Los seis puntos de McDonald en esta prórroga ponen a los Celtics con una ventaja de cuatro puntos faltando menos de un minuto, y el equipo de Phoenix se ve obligado a hacer falta para evitar que corra el reloj. El elegido es Jimmy Ard, ya que es el peor lanzador de tiros libres que hay en cancha (anda por el 65% -70% en su carrera), pero “Buzz” Ard mantiene la sangre fría y asegura la victoria de los Celtics con dos aciertos que ponen el 128-122 en el marcador. Se acabó.

Pero nadie se lo ha dicho a los Suns: Paul Westphal anota una canasta rápida con un escorzo imposible, y a continuación hacen presión a toda cancha; Ard logra salir de ella y le da un pase perfecto a Glenn McDonald para que anote una bandeja fácil, pero precisamente el jugador más en forma de la prórroga falla una canasta hecha, Sobers recoge el rebote y da un pase de aro a aro para que Westphal vuelva a anotar y ponga el marcador en un apretado 128-126. Pero ya no hay tiempo para más, apenas quedan un par de segundos y los Celtics sólo tienen que sacar de fondo para hacer oficial la victoria.

El partido ha terminado.

Epílogo



Si la tercera prórroga es el esbozo de un sueño, el sexto partido es un despertar con resaca. Jugado apenas dos días después, los equipos pagan el desgaste del quinto partido y ofrecen un pobre espectáculo en el que “las defensas se imponen a los ataques” básicamente porque los ataques no dan pie con bola. Igualados hasta el tercer cuarto (termina 57-56), el partido se rompe en el último período cuando Charlie Scott encadena varios robos culminados en contraataques. Durante el viaje en avión a Arizona, Jo Jo White intentó levantar los ánimos del alicaído Scott diciéndole que ésta iba a ser su oportunidad de resarcirse por su mala serie final; al haber sido eliminado con pocos minutos de juego en el quinto partido (y de hecho, en todos los partidos), iba a estar mucho más fresco que los demás jugadores. Y así fue, gracias también a que ambos entrenadores optaron esta vez por mantener a los titulares en cancha: Boston jugó con cinco jugadores y Phoenix con seis, los titulares más Van Arsdale, después de un intento fallido de Keith Ericksson de volver a saltar a la cancha.

Steve Kuberski jugó 10 minutos; Glenn McDonald 5 minutos, Don Nelson y Jim Ard 4 minutos. Kevin Stacom ni siquiera saltó a la cancha. Los suplentes indomables de los Suns no tuvieron mucha más cancha: Dennis Awtrey sólo jugó 6 minutos, y Phil Lumpkin no salió.

Boston gana 87-80 y Jo Jo White es elegido MVP de la Final.

quote:
At the end of that year, I remember feeling badly for the older guys on our team, Dick Van Arsdale, Keith Erickson, Pat Riley. I was like "I know these guys are at the end of their careers, they've all played double-digit years in the NBA. And boy I know I'm going to get another chance, it's too bad we didn't win it for these guys."
Alvan Adams


Ninguno de los Suns volvería a jugar una final de la NBA.

Hasta Que Llegó Su Hora





Como personajes de Sam Peckinpah en “Pat Garrett & Billy the Kid”, los miembros de los Celtics se vieron pronto obligados a tomar decisiones finales con independencia de los sentimientos. Apenas un par de años después, ninguno de los suplentes que resultaron trascendentes en la consecución del anillo de 1976 seguía en el equipo.

Parte de ello fue una circunstancia más allá de su control: el traspaso de Paul Silas, que devastó el juego interior de los Celtics y alienó definitivamente a David Cowens. Tal y como sucediera con Paul Westphal, el contrato de Silas estaba plagado de agujeros, errores e indefiniciones que hicieron imposible resolver satisfactoriamente la cuestión. Paul Silas y la gerencia de los Celtics se enzarzaron en una disputa contractual apenas semanas después de celebrar el título; Red Auerbach lo acusó de pesetero, Bob Ryan (el corresponsal del Boston Globe y autoproclamado depositario de las esencias célticas) tomó partido por Silas y al final no quedó más remedio que traspasar al jugador. Cowens decidió tomarse una baja durante tres meses y desapareció, Charlie Scott se rompió un brazo y de repente poco quedaba del equipo que se proclamara campeón apenas unos meses antes.

Parte de la culpa, sin embargo, reside en el nuevo propietario de los Celtics: Irv Levin. Si os fijáis, durante la final los Celtics llevan en el uniforme un crespón negro de luto por la muerte de su anterior propietario, Bob Schmertz, el verano de 1975. Su socio Levin, un magnate cinematográfico, se hizo con los Celtics y pronto empezó a ratificar las malas vibraciones que transmitía: la televisión no es clemente con su descaminado intento de rejuvenecer su imagen al estilo de los años 70.



Si bien la pérdida de Silas era probablemente inevitable, los jugadores elegidos para sustituirlos no fueron la mejor elección. Empieza en Boston un largo desfile de jugadores de talento baloncestístico indudable, pero totalmente ajenos al espíritu de equipo y sacrificio preconizado por la franquicia desde tiempos inmemoriales: Sidney Wicks, Curtis Rowe, Kermit Washington, Bob McAdoo... Jugadores que hacen estadística pero no suman victorias, el equipo cae de playoffs y la situación se hace insostenible. Tommy Heinsohn es despedido y sustituido por “Satch” Sanders, que tampoco dura en el cargo; Auerbach se mantiene solamente porque despedirlo es demasiado caro, pero Irv Levin hace todo lo que está en su mano para que dimita, y efectivamente está a un paso de aceptar una oferta de los Knicks.

La gota que colma el vaso es la retirada de John Havlicek en 1978: Irv Levin le regala un flamante automóvil valorado en $40.000 de la época, que se le entrega en su noche de homenaje. La respuesta es un resonante abucheo al unísono de todo el Boston Garden, aún más hiriente al venir entre dos ovaciones entregadas a Havlicek y Auerbach. Levin ha tenido bastante, y buscando una franquicia más próxima a sus intereses en Hollywood completa el mayor traspaso de la historia con John Y. Brown. Otro que también se las traía, pero ésa ya es otra historia.

Inevitablemente perdidos en este ir y venir, los suplentes de los Boston Celtics se van deshojando en este invierno del descontento.

El primero en caer es Glenn McDonald, el 21 de Octubre del mismo 1976. Los Celtics han fichado a un agente libre, el alero Fred Saunders, que había jugado bien precisamente en Phoenix hasta romperse el brazo. Quieren comprobar si está realmente recuperado, y así es. El héroe de la tercera prórroga dura hasta la noche anterior al comienzo de la temporada; cuando llega al hotel del equipo en Indianapolis, Heinsohn le tiene que decir que Saunders va a ser inscrito para el partido contra los Pacers, y que McDonald ya no tiene equipo. Aún consigue un contrato temporal para jugar 9 partidos con los Milwaukee Bucks, pero ahí termina su carrera NBA. Sigue jugando seis años en los Utex Wranglers de Manila (Filipinas), los dos últimos como entrenador-jugador, y tras una última temporada en Suecia se retira y pasa a trabajar en la sección de baloncesto de su antigua universidad, Long Beach. Su hijo mayor, Mike McDonald, era el base titular del equipo de Stanford donde jugaban Casey Jacobsen, Mark Madsen y los gemelos Collins. No fue drafteado.

El resto caen durante la temporada 77-78, cuando los Celtics hacen mil y un cambios de plantilla intentando en vano evitar quedar fuera de playoffs. La situación es particularmente angustiosa para Kuberski, Ard y Boswell, ya que los Celtics tienen un exceso de hombres altos (Cowens, Wicks, Rowe, Norm Cook, Cedric Maxwell...).

El segundo en caer es Jimmy “Buzz” Ard, el 8 de Noviembre de 1977. La NBA modifica las normas y acorta la plantilla máxima a once jugadores en vez de doce, y todos los equipos han de cortar a un jugador. Recordando sus dos tiros libres decisivos, una pancarta en el Boston Garden en la temporada siguiente al título decía “Life would be hard / Without Jim Ard”. Solamente ha jugado un partido con los Celtics esta temporada; luego ficha por los Bulls, pero casi inmediatamente lo meten en la lista de lesionados y no vuelve a jugar. Finalmente, se viene un año a Italia y juega su última temporada en el Mecap Vigevano de Clyde Mayes.

Pronto llega el turno de jugar a las sillas musicales con Kevin Stacom y Steve Kuberski. Inicialmente, Kuberski iba a ser cortado en pretemporada; la cosa estaba entre él y Norm Cook, la primera ronda de los Celtics de 1977 (“Cookie the Rookie” lo llamaban). Como era de esperar, los entrenamientos eran a muerte, y en uno de ellos se soltó un codo, luego se soltó un segundo y al tercero ya estaba liada. Kuberski le dio un puñetazo a Cook y se rompió la mano. Irónicamente, eso salvó a Kuberski: la NBA prohibía cortar a jugadores lesionados, así que el despedido fue Cook. Sin embargo, no fue más que un perdón temporal; el 23 de Noviembre de 1977 los Celtics cortan a Kevin Stacom para activar a Steve Kuberski, que apenas tiene tiempo de jugar un par de partidos. El 8 de diciembre Kuberski es cortado y los Celtics vuelven a repescar a Stacom ese mismo día.

Todo ello no ha sido más que un formalismo: los días de Kuberski estaban contados desde Octubre, y sólo lo han activado para despedirlo. Según el periodista John Powers, Kuberski sale del equipo y de la NBA con la misma frase que usara Stacom cuando fue cortado dos semanas antes: “at least they are bringing back a buddy”. Eventualmente descartará hacer un intento en Europa y se dedicará al negocio de las taquillas. Taquillas físicas, de las que se instalan en vestuarios.

Kevin Stacom pasa por un breve período de relativo fulgor a finales de esa temporada: los Celtics fichan como agente libre a su antiguo compañero universitario el base Ernie DiGregorio (Ernie D para sus fans, Ernie “no D” en la NBA). Con la temporada perdida, Boston les da minutos y con un juego más libre Stacom hace las mejores estadísticas de su carrera. De todas formas no es renovado al final de la temporada y ficha por los Indiana Pacers, aunque aún retorna a los Celtics para terminar su carrera (y aparecer en The Fish That Saved Pittsburg). Una vez retirado, entra a trabajar para la nueva franquicia que se crea en Dallas, donde actualmente es scout. Tampoco es renovado Tom Boswell, que pasa por Denver camino de una carrera curiosa en Italia.

Y ése es el final. Aclamados como héroes durante un momento, y cortados en la más absoluta indiferencia apenas unos meses después. En realidad, no deberíamos sorprendernos: eran carne de banquillo, bluffs de drafts fracasados o nombres sin cara dignos de quesito amarillo en el trivial. Pero le dieron un título a los Celtics para codearse con todos esos grandes nombres colgando del techo del Boston Garden.

Hasta que llegó su hora.