Hasta Que Llegó Su Hora
Como personajes de Sam Peckinpah en “Pat Garrett & Billy the Kid”, los miembros de los Celtics se vieron pronto obligados a tomar decisiones finales con independencia de los sentimientos. Apenas un par de años después, ninguno de los suplentes que resultaron trascendentes en la consecución del anillo de 1976 seguía en el equipo.
Parte de ello fue una circunstancia más allá de su control: el traspaso de Paul Silas, que devastó el juego interior de los Celtics y alienó definitivamente a David Cowens. Tal y como sucediera con Paul Westphal, el contrato de Silas estaba plagado de agujeros, errores e indefiniciones que hicieron imposible resolver satisfactoriamente la cuestión. Paul Silas y la gerencia de los Celtics se enzarzaron en una disputa contractual apenas semanas después de celebrar el título; Red Auerbach lo acusó de pesetero, Bob Ryan (el corresponsal del Boston Globe y autoproclamado depositario de las esencias célticas) tomó partido por Silas y al final no quedó más remedio que traspasar al jugador. Cowens decidió tomarse una baja durante tres meses y desapareció, Charlie Scott se rompió un brazo y de repente poco quedaba del equipo que se proclamara campeón apenas unos meses antes.
Parte de la culpa, sin embargo, reside en el nuevo propietario de los Celtics: Irv Levin. Si os fijáis, durante la final los Celtics llevan en el uniforme un crespón negro de luto por la muerte de su anterior propietario, Bob Schmertz, el verano de 1975. Su socio Levin, un magnate cinematográfico, se hizo con los Celtics y pronto empezó a ratificar las malas vibraciones que transmitía: la televisión no es clemente con su descaminado intento de rejuvenecer su imagen al estilo de los años 70.
Si bien la pérdida de Silas era probablemente inevitable, los jugadores elegidos para sustituirlos no fueron la mejor elección. Empieza en Boston un largo desfile de jugadores de talento baloncestístico indudable, pero totalmente ajenos al espíritu de equipo y sacrificio preconizado por la franquicia desde tiempos inmemoriales: Sidney Wicks, Curtis Rowe, Kermit Washington, Bob McAdoo... Jugadores que hacen estadística pero no suman victorias, el equipo cae de playoffs y la situación se hace insostenible. Tommy Heinsohn es despedido y sustituido por “Satch” Sanders, que tampoco dura en el cargo; Auerbach se mantiene solamente porque despedirlo es demasiado caro, pero Irv Levin hace todo lo que está en su mano para que dimita, y efectivamente está a un paso de aceptar una oferta de los Knicks.
La gota que colma el vaso es la retirada de John Havlicek en 1978: Irv Levin le regala un flamante automóvil valorado en $40.000 de la época, que se le entrega en su noche de homenaje. La respuesta es un resonante abucheo al unísono de todo el Boston Garden, aún más hiriente al venir entre dos ovaciones entregadas a Havlicek y Auerbach. Levin ha tenido bastante, y buscando una franquicia más próxima a sus intereses en Hollywood completa el mayor traspaso de la historia con John Y. Brown. Otro que también se las traía, pero ésa ya es otra historia.
Inevitablemente perdidos en este ir y venir, los suplentes de los Boston Celtics se van deshojando en este invierno del descontento.
El primero en caer es Glenn McDonald, el 21 de Octubre del mismo 1976. Los Celtics han fichado a un agente libre, el alero Fred Saunders, que había jugado bien precisamente en Phoenix hasta romperse el brazo. Quieren comprobar si está realmente recuperado, y así es. El héroe de la tercera prórroga dura hasta la noche anterior al comienzo de la temporada; cuando llega al hotel del equipo en Indianapolis, Heinsohn le tiene que decir que Saunders va a ser inscrito para el partido contra los Pacers, y que McDonald ya no tiene equipo. Aún consigue un contrato temporal para jugar 9 partidos con los Milwaukee Bucks, pero ahí termina su carrera NBA. Sigue jugando seis años en los Utex Wranglers de Manila (Filipinas), los dos últimos como entrenador-jugador, y tras una última temporada en Suecia se retira y pasa a trabajar en la sección de baloncesto de su antigua universidad, Long Beach. Su hijo mayor, Mike McDonald, era el base titular del equipo de Stanford donde jugaban Casey Jacobsen, Mark Madsen y los gemelos Collins. No fue drafteado.
El resto caen durante la temporada 77-78, cuando los Celtics hacen mil y un cambios de plantilla intentando en vano evitar quedar fuera de playoffs. La situación es particularmente angustiosa para Kuberski, Ard y Boswell, ya que los Celtics tienen un exceso de hombres altos (Cowens, Wicks, Rowe, Norm Cook, Cedric Maxwell...).
El segundo en caer es Jimmy “Buzz” Ard, el 8 de Noviembre de 1977. La NBA modifica las normas y acorta la plantilla máxima a once jugadores en vez de doce, y todos los equipos han de cortar a un jugador. Recordando sus dos tiros libres decisivos, una pancarta en el Boston Garden en la temporada siguiente al título decía “Life would be hard / Without Jim Ard”. Solamente ha jugado un partido con los Celtics esta temporada; luego ficha por los Bulls, pero casi inmediatamente lo meten en la lista de lesionados y no vuelve a jugar. Finalmente, se viene un año a Italia y juega su última temporada en el Mecap Vigevano de Clyde Mayes.
Pronto llega el turno de jugar a las sillas musicales con Kevin Stacom y Steve Kuberski. Inicialmente, Kuberski iba a ser cortado en pretemporada; la cosa estaba entre él y Norm Cook, la primera ronda de los Celtics de 1977 (“Cookie the Rookie” lo llamaban). Como era de esperar, los entrenamientos eran a muerte, y en uno de ellos se soltó un codo, luego se soltó un segundo y al tercero ya estaba liada. Kuberski le dio un puñetazo a Cook y se rompió la mano. Irónicamente, eso salvó a Kuberski: la NBA prohibía cortar a jugadores lesionados, así que el despedido fue Cook. Sin embargo, no fue más que un perdón temporal; el 23 de Noviembre de 1977 los Celtics cortan a Kevin Stacom para activar a Steve Kuberski, que apenas tiene tiempo de jugar un par de partidos. El 8 de diciembre Kuberski es cortado y los Celtics vuelven a repescar a Stacom ese mismo día.
Todo ello no ha sido más que un formalismo: los días de Kuberski estaban contados desde Octubre, y sólo lo han activado para despedirlo. Según el periodista John Powers, Kuberski sale del equipo y de la NBA con la misma frase que usara Stacom cuando fue cortado dos semanas antes: “at least they are bringing back a buddy”. Eventualmente descartará hacer un intento en Europa y se dedicará al negocio de las taquillas. Taquillas físicas, de las que se instalan en vestuarios.
Kevin Stacom pasa por un breve período de relativo fulgor a finales de esa temporada: los Celtics fichan como agente libre a su antiguo compañero universitario el base Ernie DiGregorio (Ernie D para sus fans, Ernie “no D” en la NBA). Con la temporada perdida, Boston les da minutos y con un juego más libre Stacom hace las mejores estadísticas de su carrera. De todas formas no es renovado al final de la temporada y ficha por los Indiana Pacers, aunque aún retorna a los Celtics para terminar su carrera (y aparecer en The Fish That Saved Pittsburg). Una vez retirado, entra a trabajar para la nueva franquicia que se crea en Dallas, donde actualmente es scout. Tampoco es renovado Tom Boswell, que pasa por Denver camino de una carrera curiosa en Italia.
Y ése es el final. Aclamados como héroes durante un momento, y cortados en la más absoluta indiferencia apenas unos meses después. En realidad, no deberíamos sorprendernos: eran carne de banquillo, bluffs de drafts fracasados o nombres sin cara dignos de quesito amarillo en el trivial. Pero le dieron un título a los Celtics para codearse con todos esos grandes nombres colgando del techo del Boston Garden.
Hasta que llegó su hora.
1 comentario
jose13bis -
Enhorabuena.