New York Knicks 1981-1982: 33 victorias y 49 derrotas.
Los últimos Knicks de “Red” Holzman formaban un equipo con algunas virtudes notables, pero también unas carencias estructurales que demostraban la necesidad de una reconstrucción a fondo. El equipo se basaba claramente en la anotación del emergente Michael Ray Richardson por fuera, y el decepcionante Bill Cartwright por dentro. Completaban el quinteto titular el veterano escolta Randy Smith y el alapívot Maurice Lucas, en una de las paradas de su “tour de la NBA” tras abandonar los Blazers. El puesto de “tres” lo alternaban el veterano “Campy” Russell y el joven “Sly” Williams, mientras que el banquillo lo componían los veteranos Paul Westphal, Mike Newlin y Marvin Webster. Esta descripción, sin embargo, da una impresión de solidez muy lejana de la realidad.
“The ship be sinking”, fueron las proféticas palabras de Sugar Ray Richardson para describir la temporada y también su carrera. La gran estrella de los Knicks fue incapaz de repetir el éxito del año anterior, pero el auténtico problema era su creciente adicción al alcohol y a las drogas. Mientras los fans creían ver a un jugador franquicia alcanzando su mejor momento, la gerencia se veía obligada a aceptar el hecho de que se había convertido en un riesgo inaceptable y una bomba de relojería.
Randy Smith es el epítome del atleta completo. Compitió en fútbol, atletismo y baloncesto en la universidad, y luego estableció el récord de partidos consecutivos en NBA (906) hasta que lo superó AC Green. Un buen escolta muy versátil, capaz de anotar el mate o el tiro exterior, pero a sus 33 años no pasaba de jugador secundario al borde de la retirada.
La situación era aún peor en el puesto de alero. Teóricamente, la titularidad correspondía al estrafalario Sylvester “Sly” Williams, pero el descontento de éste por su contrato (tres años por un total de $300.000) lo llevó a un enfrentamiento con la franquicia durante el cual se dedicó a faltar a partidos y entrenamientos con las excusas más peregrinas, normalmente comunicadas por teléfono por su hermano justo antes de los partidos. Fue suspendido varias veces por el equipo, y su lugar terminó ocupándolo el veterano “Campy” Russell, al que a priori se le suponía un papel más de apoyo. Como era de esperar, Sly Williams tuvo un mal final: tras una condena suspendida por uso de drogas, hace un par de años se declaró culpable de dos delitos de secuestro y violación.
Maurice Lucas no necesita presentación, pero los Knicks fueron otro de los equipos que descubrió que a estas alturas Lucas era poco más que un mercenario, un buen jugador que aportaba muchísima solidez interior pero que a sus treinta años ya empezaba a decaer, y no destacaba por implicarse en los proyectos deportivos. Aún así, era el único de los Knicks que se molestaba en defender, y su mayor problema fue que esa faceta lo dejaron más solo que la una.
Bill Cartwright había sido drafteado un par de años antes como el pívot franquicia de los Knicks, pero después de dos temporadas su rendimiento decayó rápidamente. Cartwright era un muy buen pívot anotador, capaz de competir con los mejores de la liga en ese aspecto, pero también era un defensor completamente nulo y sobre todo no era un jugador dominante. Su sorprendente capacidad para acumular notables estadísticas sin ejercer efectos visibles en los partidos llevó a Peter Vecsey a apodarlo “Invisibill”, dando comienzo al prolongado divorcio entre la prensa y afición neoyorquinas y el pívot titular de los Knicks.
La respuesta es “no”.
Marvin Webster, apodado The Human Eraser, fue posiblemente el mejor taponador de la historia del baloncesto. Sin embargo, su carrera profesional en ABA y NBA no estuvo a la altura de su magnífico rendimiento universitario, y quedó convertido en un especialista complementario. Su llegada a los Knicks como agente libre por una auténtica pasta fue una de las grandes noticias de 1978, después de llegar a la final de la NBA con los Sonics en la que sería su mejor temporada (y de hacer un partido en esa final en la que demostró todo ese potencial que no llegó a sacar consistentemente). Sin embargo, después de un año en el que demostró no ser más que un buen jugador de rotación, los Knicks optaron por draftear a Cartwright y relegar al Eraser al banquillo, desde donde aún jugaba bastantes minutos como especialista defensivo.
Mike Newlin era un veterano escolta que tras muchas temporadas en los Rockets, vino de los Nets a cambio de Mike Woodson para terminar su carrera en New York. Digno exponente de la solución clásica en esta época a los problemas de los Knicks: “si no sabes cómo solucionarlo, haz un traspaso con los Nets”.
Reggie Carter, que falleció recientemente de un infarto, era la clásica estrella local procedente de St John’s que jugaba escasos minutitos como base suplente por detrás de Richardson.
Teóricamente, la rotación la debería haber completado el alero Toby Knight, un buen jugador sin ser en absoluto una estrella, pero después de pasarse la temporada anterior en blanco debido a una rotura de ligamentos de su rodilla izquierda, se demostró que su recuperación no era posible y los Knicks se vieron obligados a cortarlo. Se suponía que su sustituto era nuestro viejo conocido Hollis Copeland, que volvía después de un gran año en el CAI.
Sin embargo, a poco de empezar la temporada el saltarín Copeland sufrió una gravísima lesión en un pie durante un entrenamiento. Se había dislocado cinco huesos, y el médico del equipo le advirtió que una nueva lesión podría impedirle no ya jugar sino incluso andar con normalidad. Fue el fin de la carrera NBA de Hollis Copeland.
Para completar la rotación, los Knicks intentaron contratar al veterano Paul Westphal, que era agente libre tras su paso tan fugaz como decepcionante por los Sonics. Como este año todo le salía mal a los Knicks, los Sonics se opusieron al traspaso todo lo que pudieron (como anterior equipo, aún mantenían derechos sobre el jugador) y Westphal no pudo incorporarse a la plantilla hasta cerca del final de la temporada, demasiado tarde para evitar el desastre.
Así que estos eran los Knicks, un equipo cuyas estrellas eran un drogadicto y un pívot invisible, donde solamente defendían Lucas y Webster. El futuro tampoco era precisamente halagüeño: Randy Smith, Mike Newlin, “Campy” Russell y Paul Westphal estaban ya al final de sus carreras; Maurice Lucas y Marvin Webster andaban ya por los treinta años. Las lesiones de Copeland y Knight habían puesto fin a sus carreras, y durante el verano “Campy” Russell se les uniría al sufrir una grave lesión de tobillo durante un partidillo amistoso de la que no se recuperaría.
Si los Knicks hubieran puesto un circo, a los enanos les habría salido una fascitis plantar.
“The ship be sinking”, fueron las proféticas palabras de Sugar Ray Richardson para describir la temporada y también su carrera. La gran estrella de los Knicks fue incapaz de repetir el éxito del año anterior, pero el auténtico problema era su creciente adicción al alcohol y a las drogas. Mientras los fans creían ver a un jugador franquicia alcanzando su mejor momento, la gerencia se veía obligada a aceptar el hecho de que se había convertido en un riesgo inaceptable y una bomba de relojería.
Randy Smith es el epítome del atleta completo. Compitió en fútbol, atletismo y baloncesto en la universidad, y luego estableció el récord de partidos consecutivos en NBA (906) hasta que lo superó AC Green. Un buen escolta muy versátil, capaz de anotar el mate o el tiro exterior, pero a sus 33 años no pasaba de jugador secundario al borde de la retirada.
La situación era aún peor en el puesto de alero. Teóricamente, la titularidad correspondía al estrafalario Sylvester “Sly” Williams, pero el descontento de éste por su contrato (tres años por un total de $300.000) lo llevó a un enfrentamiento con la franquicia durante el cual se dedicó a faltar a partidos y entrenamientos con las excusas más peregrinas, normalmente comunicadas por teléfono por su hermano justo antes de los partidos. Fue suspendido varias veces por el equipo, y su lugar terminó ocupándolo el veterano “Campy” Russell, al que a priori se le suponía un papel más de apoyo. Como era de esperar, Sly Williams tuvo un mal final: tras una condena suspendida por uso de drogas, hace un par de años se declaró culpable de dos delitos de secuestro y violación.
Maurice Lucas no necesita presentación, pero los Knicks fueron otro de los equipos que descubrió que a estas alturas Lucas era poco más que un mercenario, un buen jugador que aportaba muchísima solidez interior pero que a sus treinta años ya empezaba a decaer, y no destacaba por implicarse en los proyectos deportivos. Aún así, era el único de los Knicks que se molestaba en defender, y su mayor problema fue que esa faceta lo dejaron más solo que la una.
Bill Cartwright había sido drafteado un par de años antes como el pívot franquicia de los Knicks, pero después de dos temporadas su rendimiento decayó rápidamente. Cartwright era un muy buen pívot anotador, capaz de competir con los mejores de la liga en ese aspecto, pero también era un defensor completamente nulo y sobre todo no era un jugador dominante. Su sorprendente capacidad para acumular notables estadísticas sin ejercer efectos visibles en los partidos llevó a Peter Vecsey a apodarlo “Invisibill”, dando comienzo al prolongado divorcio entre la prensa y afición neoyorquinas y el pívot titular de los Knicks.
La respuesta es “no”.
Marvin Webster, apodado The Human Eraser, fue posiblemente el mejor taponador de la historia del baloncesto. Sin embargo, su carrera profesional en ABA y NBA no estuvo a la altura de su magnífico rendimiento universitario, y quedó convertido en un especialista complementario. Su llegada a los Knicks como agente libre por una auténtica pasta fue una de las grandes noticias de 1978, después de llegar a la final de la NBA con los Sonics en la que sería su mejor temporada (y de hacer un partido en esa final en la que demostró todo ese potencial que no llegó a sacar consistentemente). Sin embargo, después de un año en el que demostró no ser más que un buen jugador de rotación, los Knicks optaron por draftear a Cartwright y relegar al Eraser al banquillo, desde donde aún jugaba bastantes minutos como especialista defensivo.
Mike Newlin era un veterano escolta que tras muchas temporadas en los Rockets, vino de los Nets a cambio de Mike Woodson para terminar su carrera en New York. Digno exponente de la solución clásica en esta época a los problemas de los Knicks: “si no sabes cómo solucionarlo, haz un traspaso con los Nets”.
Reggie Carter, que falleció recientemente de un infarto, era la clásica estrella local procedente de St John’s que jugaba escasos minutitos como base suplente por detrás de Richardson.
Teóricamente, la rotación la debería haber completado el alero Toby Knight, un buen jugador sin ser en absoluto una estrella, pero después de pasarse la temporada anterior en blanco debido a una rotura de ligamentos de su rodilla izquierda, se demostró que su recuperación no era posible y los Knicks se vieron obligados a cortarlo. Se suponía que su sustituto era nuestro viejo conocido Hollis Copeland, que volvía después de un gran año en el CAI.
quote:Copeland had an excellent season playing for Zaragoza. “I was Player of the Year, saved my club from demotion from the First Division, I felt like I could become some kind of a Michael Jordan of Spain,” he says. “For the first time in my life, I was The Man. I really enjoyed that. To tell you the truth, I did not really want to come back. I had a great time -- and I loved the slower lifestyle. But the Knicks insisted.”
Sin embargo, a poco de empezar la temporada el saltarín Copeland sufrió una gravísima lesión en un pie durante un entrenamiento. Se había dislocado cinco huesos, y el médico del equipo le advirtió que una nueva lesión podría impedirle no ya jugar sino incluso andar con normalidad. Fue el fin de la carrera NBA de Hollis Copeland.
Para completar la rotación, los Knicks intentaron contratar al veterano Paul Westphal, que era agente libre tras su paso tan fugaz como decepcionante por los Sonics. Como este año todo le salía mal a los Knicks, los Sonics se opusieron al traspaso todo lo que pudieron (como anterior equipo, aún mantenían derechos sobre el jugador) y Westphal no pudo incorporarse a la plantilla hasta cerca del final de la temporada, demasiado tarde para evitar el desastre.
Así que estos eran los Knicks, un equipo cuyas estrellas eran un drogadicto y un pívot invisible, donde solamente defendían Lucas y Webster. El futuro tampoco era precisamente halagüeño: Randy Smith, Mike Newlin, “Campy” Russell y Paul Westphal estaban ya al final de sus carreras; Maurice Lucas y Marvin Webster andaban ya por los treinta años. Las lesiones de Copeland y Knight habían puesto fin a sus carreras, y durante el verano “Campy” Russell se les uniría al sufrir una grave lesión de tobillo durante un partidillo amistoso de la que no se recuperaría.
Si los Knicks hubieran puesto un circo, a los enanos les habría salido una fascitis plantar.
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