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El final del romance

Las lesiones de los hombres altos no fueron el único problema de los Knicks esta temporada. Ni siquiera el mayor.

Desde antes de empezar quedó bien claro que Hubie Brown estaba muy lejos de la satisfacción con su backcourt. Rory Sparrow estaba más o menos establecido como base, con Darrell Walker alternando ambas posiciones, Gerald Wilkins jugando de “dos” o “tres” según necesidad, y Trent Tucker como escolta tirador. El hecho de que Orr fuera el único alero capaz de cubrir la baja de Bernard King obligó a tirar muchos minutos de los escoltas, debilitando aún más el backcourt. El equipo empezó con ocho derrotas consecutivas, y en la mayoría se vieron superados en ataque y defensa por los sucesivos perímetros rivales.

Hubie Brown intentó introducir cambios sin éxito. Cortó a “Butch” Carter y repescó al mencionado Fred Cofield, modificó la alineación titular, dio más o menos minutos etc pero nada funcionó. En realidad, el problema era de simple falta de recursos: Sparrow y Tucker eran jugadores no más que medianos, Wilkins era rookie, Grunfeld estaba ya al borde de la retirada y Cofield era un jugador marginal.

Aún peor fue lo de Darrell Walker: después de que Hubie Brown lo eligiera como nuevo blanco de sus críticas, hacia la mitad de la temporada Walker no pudo más y se enfrentó a Hubie Brown públicamente durante un partido. Hasta el final de temporada, los rumores sobre su inminente traspaso fueron otra fuente más de distracciones para el equipo.

Era lo que faltaba para dar por terminado el romance de Hubie Brown con la afición y prensa neoyorquina. Las altísimas espectativas despertadas por la llegada del rookie dorado se vieron estrepitosamente desmentidas conforme se apilaron las derrotas. El equipo seguía jugando un basquet-control poco vistoso y del que los jugadores parecían hartos. La imagen de triunfador de Pat Ewing estaba perdiendo su dorado a ritmo veloz, y los enfrentamientos mal disimulados de Hubie Brown con diferentes miembros de la plantilla eran ya rutina.

En las oficinas, Dave DeBusschere se encontraba también bajo intenso fuego graneado. Por un lado, tanto él como su gran valedor Eddie Donovan no terminaban de comulgar con el enfoque de Brown de un juego controlado, en lugar de intentar aprovechar la velocidad de los jóvenes del equipo. Por otro, la queja constante del entrenador de que le faltaban jugadores se empezó a interpretar como una velada referencia a la gerencia. Después de todo, DeBusschere no había logrado culminar ninguno de los ambiciosos movimientos intentados. Desde la reconstrucción del equipo alrededor de Bernard King, todas las sucesivas incorporaciones habían llegado a través del draft. Incluso el agente libre estrella, Pat Cummings, no había tenido el impacto esperado. El equipo no había logrado cubrir las bajas de los lesionados, sobre todo la de King, y la imagen de pasividad resultaba alarmante.

Se desató una auténtica guerra en los despachos entre Hubie Brown y Dave DeBusschere, y el resultado final fue el cese de éste a mitad de temporada y su sustitución por Gordon “Scotty” Stirling como vicepresidente y GM.

La franquicia estaba ya en franca descomposición.

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