Temporada 1987-88: La Era Pitino.
Balance: 38 – 44. Playoffs: 1ª Ronda.
La era Pitino empezó como terminara la era Hubie: con derrotas. A pesar de todos los cambios, renovaciones y propósitos de año nuevo, los Knicks perdieron los primeros 5 partidos y se plantaron a principios de Diciembre con un descorazonador 4-12. Como era de esperar, a la prensa le faltó tiempo para condenar el experimento al desastre: el juego era poco vistoso, la anotación escasa y las derrotas abundantes. El equipo era competitivo gracias a su esfuerzo, pero cuando llegaba el momento de la verdad el superior rendimiento ofensivo de los rivales lo enterraba. “Es como Hubie Brown pero más guapo”, parecía ser el consenso. Según Peter Vecsey, Al Bianchi no quería fichar jugadores para que despidieran a Pitino y ponerse él de entrenador, mientras que Rick Pitino no quería ganar partidos para demostrar que no tenía plantilla y que así despidieran a Bianchi y ponerse él de Mánager General.
Y eso que la presión funcionaba. Además de una defensa individual estándar, Pitino aplicaba al menos cuatro tipos de presión: a toda cancha, a media cancha, una especie de zona de ajustes con dos-contra-uno constantes al balón, y una especie de “caja y uno” en la que cuatro jugadores defendían en individual normal y el “uno” hacía presión a toda cancha al base rival. El objetivo era obligar al rival a tener que tomar decisiones constantemente y siempre bajo presión; idealmente, quitar el balón de las manos del base y ponerlo en las manos de jugadores poco habituados a tener que crear. El otro bastión de la defensa según Rick Pitino eran las “deflections”: había que tener las manos todo el tiempo arriba y delante del rival intentando tocar el balón. Incluso si muchos de esos contactos no terminaban en robo, al menos harían que los pases llegaran un poco desviados, haciendo que su recepción fuera incómoda y que los rivales se encontraran un poco fuera de su zona cómoda y teniendo menos tiempo para pensar la jugada. El número de robos de los Knicks se disparó, y eso les permitía basar su ataque en el “run and gun”, siendo el primer equipo de la NBA que usaba el triple con soltura.
Todo ello, sin embargo, tenía un coste: el gasto físico de esa defensa era estremecedor, así que era imposible aplicarla el partido entero o en caso de “back-to-backs”, cuando el equipo ya llegaba cansado de la noche anterior. Ciertos jugadores como Cartwright y sobre todo Cummings no lograban practicarla por su falta de velocidad, lo cual obligaba a medir las rotaciones. Finalmente, algunos equipos como los Celtics, Pistons o Lakers poseían buen manejo de balón en casi todas las posiciones y eso les permitía romper la presión con relativa facilidad. De todas formas, la idea de Pitino no había sido nunca aplicar la presión los 48 minutos, sino usarla como recurso puntual, como arma definitiva al estilo del cañón triónico de los power rangers; sin embargo, la endeblez del equipo hacía que solamente gracias a esas defensas presionantes pudieran al menos mantenerse en los partidos sin perder de vista al rival.
Cada noche la misma historia: pequeñas ventajas iniciales, partido competido, defensa correosa y al final errores en los momentos decisivos permitían al rival llevarse la victoria. Y de repente, las cosas mejoraron. Un par de victorias aquí, otro par allá, sin continuidad y sin lograr evitar encajar rachas similares de derrotas, pero el equipo tenía pulso. Sin ganar más de 3 partidos consecutivos pero sin perderlos tampoco, los Knicks se plantan en la última semana dependiendo de sí mismos para alcanzar la última plaza de playoffs en dura pugna con los Bullets y los Pacers. El jugador de moda era Johnny Newman, que tras empezar la temporada sin equipo ahora se había hecho con el puesto de titular y estaba completando unas actuaciones brillantes aunque irregulares.
En retrospectiva, fue el partido en Atlanta. Tenían que ganar 2 de los 4 partidos que faltaban, tres de ellos fuera de cada donde los Knicks habían sufrido demasiado y el restante contra unos Bulls camino de las 50 victorias. Esa noche, codo con codo con los Hawks de Dominique Wilkins, los de New York se llevaron una victoria agónica 95-93 gracias a la aportación desde el banquillo del “Knick olvidado”, Pat Cummings. Pero luego perdieron contra los Bucks y Bulls, así que se plantaron en Indianapolis a jugársela a cara o cruz: el vencedor jugaría playoffs. Esa noche volvió a ser otro “jugador olvidado” el que acabaría decidiendo el partido: después de una gran actuación de Ewing y Newman para dar ventaja a los Knicks, los Pacers remontaron aprovechando los errores en el tiro libre y pidieron tiempo muerto a falta de pocos segundos con 88-86 en el marcador, ventaja Knicks.
Rick Pitino sabía que buscarían a John Long o Steve Stipanovich para el triple porque habían anotado de larga distancia poco antes, e instruyó a sus jugadores para impedirlo a toda costa. Después de machacar a Ewing todo el año con que no saltara a las fintas, ahora tenía que pedirle lo contrario: “salta si es necesario, pero no le dejes tirar”. Efectivamente, el balón fue a Stipanovich en la línea de tres; éste fintó el tiro y Pat Ewing le saltó tapándole todo el espacio. Sin poder tirar, Stipanovich optó por el bote y avanzó hacia la canasta de los Knicks. Sorteó a Mark Jackson, que amagó la personal, y se encontró en el corazón de la zona con... Kenny Walker. El jugador de los Pacers hizo la bandeja, y el saltarín Walker logró tocar el balón lo suficiente como para evitar que entrara. Ganan los Knicks y se clasifican para playoffs.
Esta victoria supuso la vindicación de todo el equipo. Ya antes de la victoria el ambiente había cambiado y la prensa y la afición se habían rendido a un equipo que parecía encarnar el espíritu neoyorquino de la lucha sin cuartel y el triunfo sin brillo pero sin descanso. Sin embargo, era esta clasificación lo que confirmaba el planteamiento de Rick Pitino, el acierto con un Mark Jackson elegido rookie del año y el liderazgo de Pat Ewing.
Claro que la recompensa era cruzarse en playoffs con los Boston Celtics, vigentes finalistas de la NBA. Cansados, superados por sus rivales e imposibilitados para usar la presión, los Knicks perdieron claramente sus dos partidos en el Boston Garden donde Larry Bird y Kevin McHale jugaron a placer con Johnny Newman y Sidney Green. Hasta tal punto llegó la inferioridad de la línea de aleros que Pitino se planteó seriamente jugar con Orr y Cartwright, aunque eventualmente lo descartó. Además, Dennis Johnson sacó su arsenal de trucos de veterano y anuló completamente a Mark Jackson.
El objetivo ahora era evitar un ignominioso 3-0. Con Ewing incontestable, el apoyo de Wilkins y por fin la resurrección de Newman y Jackson permitieron obtener una clara victoria en el Madison y recibir finalmente los aplausos de una grada entregada a sus jugadores. Poco importó que los Celtics se llevaran la victoria en el cuarto partido para dar fin a la temporada de los Knicks.
Estaban vivos, y eso es lo que cuenta.
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