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Mis Fantasmas Favoritos

Draft 1982

1ª ronda nº 4: Bill Garnett.
3ª ronda nº 4: Corny Thompson.

Una vez más, las elecciones de draft de los Dallas Mavericks terminarían siendo más conocidas en Europa que en la NBA. Bill Garnett fue un notable fracaso, ya que tras ser elegido por delante de “Fat” Lever, “Sleepy” Floyd o Rickie Pierce apenas duró cuatro temporadas en los banquillos de la NBA antes de pasar por la A2 italiana (Verona, Bolonia) y retirarse con más pena que gloria. Dallas lo eligió pensando que este alapívot agresivo y reboteador (“tiene buen salto para ser blanco”, decían de él) reforzaría su juego interior, pero sus esperanzas se vieron una vez más defraudadas. Irónicamente, en un artículo reciente (en plan “qué fue de”) de la prensa local apareció Garnett comentando lo bien que le había ido la vida tras retirarse; trabaja en una empresa que antes era de su padre, pura imagen del éxito y el sueño americano. Y encima se ha quedado calvo, el pobre.

La elección de segunda ronda (nº 24) fue traspasada a Milwaukee a cambio de Pat Cummings, y con ella los Bucks elegirían al ínclito Fred Roberts; otros dos jugadores con amplia experiencia banquillera en la NBA y que pasarían por la ACB en el ocaso de sus carreras con un rendimiento muy inferior al anticipado de su caché y reputación. En tercera ronda llegó Corny Thompson, que pasó fugazmente por el fondo del banquillo realizando la misma labor de duodécimo hombre (y sin tirar ni un triple) que antes desempeñara Clarence Kea y que igual que en el caso de éste acabaría culminando en la consecución de una copa gorda aquí en Europa. Como curiosidad, en novena ronda aparece Ralph McPherson, que lógicamente jamás llegó a firmar por el equipo.

Altas y Bajas

Como se ha comentado, para reforzar su juego interior los Dallas Mavericks enviaron su segunda ronda de este draft a Milwaukee a cambio de Pat Cummings. Considerando que esto hacía prescindible a Wayne Cooper, lo enviaron junto con su elección de primera ronda de 1985 a Portland a cambio del velocísimo base Kelvin Ransey. Este último cambio resultó ser un error: a pesar de las limitaciones de Brad Davis, Dallas tenía el puesto de base mucho mejor cubierto que su línea interior. Los números de Ransey en los Blazers estaban muy inflados por el bajo nivel de ese perímetro, y no pudo ratificarlos en el resto de su carrera, en la que por cierto no llegó a alcanzar el nivel que se esperaba de un nº 4 del draft. En cambio, los Mavericks perdieron a un sólido Wayne Cooper y tardarían muchos años en poder conseguir a un pívot al menos decente; además, esa primera ronda de 1985 acabó convirtiéndose en Terry Porter, lo que definitivamente condena esta transacción al fracaso.



Por lo demás, siguió el goteo de descartes de los jugadores procedentes de aquella primera temporada: Tom LaGarde fue cortado, Clarence Kea no fue renovado, Scott Lloyd empezó la temporada pero no llegó a comerse el turrón.

La Plantilla

PG Brad Davis / Kelvin Ransey
SG Rolando Blackman / Elston Turner
SF Mark Aguirre / Jim Spanarkel
PF Sam Vincent / Bill Garnett
C Pat Cummings / Kurt Nimphius
Toalla: Allan Bristow, Corny Thompson.

En realidad, la rotación era mucho más compacta: el quinteto titular jugaba muchos minutos, y luego salían Ransey, Garnett y Nimphius del banquillo. Los demás la mitad de las veces ni se quitaban el chándal.

Progreso lento pero seguro: 1982-83
Balance: 38-44 (46%). Playoffs: No.


La temporada 82-83 fue en conjunto positiva, pero terminó con un cierto tono de decepción para los Mavericks. El triángulo Blackman-Aguirre-Vincent se ratificó como una base sólida para el equipo, y piezas secundarias como Davis, Cummings o Ransey contribuyeron significativamente. Por contra, Bill Garnett mostró inmediatamente sus carencias y no justificó su altísima elección, y la defensa siguió siendo un coladero.

Con esa plantilla, resulta comprensible que Dick Motta optara por aplicar un juego más rápido y ofensivo; ya que no iban a parar a nadie, por lo menos intentarían meter más puntos que el de enfrente. Los puntos por partido saltaron de 104 a 112, aunque los encajados también subieron de 109 a 113; los rebotes se lograron equilibrar por fin, y la mejora colectiva supuso también un aumento del porcentaje de tiro.

Mark Aguirre se consagró como la estrella del equipo, un jugador muy completo capaz de moverse bajo el aro rival, de usar su corpachón para abrirse paso en la zona o de tirar en suspensión desde cualquier distancia. A pesar de su eterna reputación de vago y egoísta (cosa que seguramente demostrara en entrenamientos y demás), durante los partidos nadie puede achacarle que no aportara al equipo o que no circulara el balón al compañero mejor situado. Rolando Blackman era el complemento perfecto, un jugador menos espectacular que Aguirre pero más regular, capaz de anotar tanto en penetraciones como en la media distancia, con bote, pase y defensa, un auténtico gregario de lujo al que se podría comparar, salvando las distancias, con un Scottie Pippen acompañando a Michael Jordan (que aquí sería Mark Aguirre). Jay Vincent era el tercero en discordia, nominalmente alapívot pero en realidad muy similar a los demás, más de velocidad que de fuerza, que por dentro usaba un pivote muy rápido y una media vuelta en suspensión para sumar muchos puntos y que por fuera mostraba una tendencia a confiar excesivamente en una suspensión a media distancia que solamente funcionaba a rachas. Considerando que no tenía mal bote y que sabía pasarla, es quizás una pena que el equipo nunca pudiera permitirse reconvertirlo a “tres” alto, quizás su puesto ideal. De todas formas, no sé si hubieran podido, era un jugador notoriamente vago que finalmente tuvo una decadencia sorprendentemente rápida y que terminó de forma gris acogido en el fondo del banquillo de Lakers solamente por su amistad con “Magic”.

Brad Davis seguía haciendo su juego, ayudando a mover rápido el balón y anotando en suspensión cuando se quedaba suelto (tenía el mejor porcentaje de tiro del equipo); una de las jugadas básicas de Dallas era la repetición incansable de la penetración de Davis para doblar el balón a alguno de los aleros. Incluso Pat Cummings rindió mejor de lo esperado, quizás demasiado blando en defensa pero bien en el rebote y compensando su lentitud de movimientos con una muy buena mano desde media distancia, que le permitía atraer al pívot rival y abrir espacios en la zona para las penetraciones de Aguirre o Blackman. Kelvin Ransey estuvo correcto, pero no supuso el salto de calidad que habían esperado. Es cierto que no jugó tantos minutos y con un papel tan fundamental como en Portland, pero sus números bajaron demasiado, el porcentaje de tiro siguió siendo mediocre y manifestó una preocupante propensión a perder el balón. Kurt Nimphius era... Kurt Nimphius. Para compensar su falta de músculo en defensa y de calidad en el ataque, Nimphius se dedicaba al derroche físico todos los partidos (muchas veces dentro de la variedad “pollo sin cabeza”, todo sea dicho). Se pegaba como una lapa a su defendido, y en ataque su única jugada era cortar rápido a canasta para el mate a una mano; preferiblemente por la línea de fondo para no estorbar, claro.

Con estos mimbres y en ausencia de lesiones reseñables, los Dallas Mavericks se plantaron en el último mes de competición por encima del 50%, con un balance de 36-35 y con sólidas esperanzas de que un buen arreón final los metiera en playoffs. Desgraciadamente, una racha final de 2-9 dio al traste con tales expectativas y dejó una vez más al equipo fuera de playoffs, aunque eso sí con la miel en los labios y la perspectiva de una próxima temporada en la élite para los aficionados de Dallas.

quote:
“We were at Golden State in 1980, my first year here. They had a halftime act with a huge Bengal tiger and a monkey. The monkey would shoot basketballs and the tiger would go retrieve them. I watched the act for a while and then I asked the trainer if she would do me a favor and let me borrow her tiger. I said, 'Is it a nice tiger?' and she said it was. I said, 'Will it bite me?' and she said no. I had her knock on the door when her act was over. We were still in the dressing room at halftime. She knocked on the door, and I reached out and got that tiger by its leash and collar and walked it in. The players all scattered. I said, 'If you guys don't start rebounding, I'm going to let this tiger eat.' At the time, the players didn't think it was funny. They didn't laugh. But it was funny. It was great.”
Dick Motta

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