¡Playoffs!: 1983-84
Balance: 43-39 (52%). Playoffs: 2ª Ronda.
La temporada 83-84 supuso la madurez definitiva del equipo de Dallas. Arrancaron con un impresionante 13-4, y solamente la lesión de Jay Vincent pudo frenarlos. Debido a su falta de estatura y corpulencia para jugar por dentro, Vincent se veía obligado a compensar esas carencias mediante un juego acrobático usando sus capacidades atléticas y terminó pagando el precio al quedar fuera de combate hasta después de navidades, y no llegó a recuperar la plena forma hasta casi el final de la temporada.
Sin lo más parecido que tenían a un hombre alto válido, los Mavs pasaron una racha dura en la que se vieron obligados a contar con Nimphius, Garnett y el rookie Ellis (mucho más musculoso que en épocas posteriores, y sin tanta alergia en la pintura pese a ser claramente un tirador) más de lo deseado, pero sobre todo a depender de Aguirre y Blackman aún más que antes. Mark Aguirre destapó el tarro de las esencias, y terminó la temporada como segundo máximo anotador (solamente por detrás de Adrian Dantley, tachán tachán) con más de 29 puntos por partido. Anotó más de cuarenta puntos dos noches seguidas, para que hablen de cansancio, y se convirtió en el primer jugador de los Mavericks en ser elegido para el All Star, donde anotó 13 puntos en 13 minutos. A pesar de la creciente atención de las defensas rivales, Aguirre era capaz de anotar a la media vuelta por encima de dobles e incluso triples marcajes, y tanto él como Blackman usaban constantes fintas de tiro en la media distancia para abrirse el hueco mínimo que necesitaban. Rolando Blackman, además, se consagró ya como segunda estrella haciendo un poco (o más bien un mucho) de todo: ayudaba al base, se pasaba el partido entero cortando incansablemente, defendía bien, reboteaba, anotaba en suspensión o en bandeja... A su alrededor, Brad Davis seguía siendo tan eficaz como discreto, y Pat Cummings o Kurt Nimphius casi daban el pego. Quizás la única consecuencia negativa fue la falta de suficientes minutos para los novatos Dale Ellis y Derek Harper, que apuntaban muy buenas maneras para el futuro próximo. En el banquillo, la combinación del volátil Dick Motta con el tranquilo Bob Weiss funcionaba a las mil maravillas; el equipo seguía siendo pobre en defensa, pero cada vez atacaba mejor.
Dallas anduvo todo el año por encima del 50%, y finalmente se clasificó para playoffs en segundo lugar de su división (por detrás de los Utah Jazz de Frank Layden, elegido entrenador del año) en lo que técnicamente cabe calificar como sorpresa mayúscula. Tan de sorpresa como que la Reunion Arena ya había programado un torneo internacional de tenis para finales de Abril.
Lo que siguió solamente cabe calificarlo como una de las eliminatorias de primera ronda más locas que se recuerdan. Dallas tenía el factor cancha a favor y jugaría los dos primeros partidos en cancha, pero los Seattle SuperSonics tenían la experiencia de su lado y habían ganado cuatro de los cinco enfrentamientos entre ambas franquicias en la temporada. Solamente Cummings y Phegley habían pasado por playoffs (fugazmente y desde el fondo de un banquillo, además), mientras que los Sonics eran una plantilla veterana liderada aún por las estrellas que conquistaran el anillo en 1979, Gus “Wizard” Williams y Jack Sikma. Al menos, Jay Vincent volvió a rendir más o menos a su nivel habitual para los playoffs después de una temporada regular aciaga.
Esta experiencia dio sus frutos casi inmediatamente: Gus Williams anotó 23 puntos en el primer cuarto de la serie y los Sonics tomaron ventajas iniciales de hasta 16 puntos, pero Dallas remontó en el último cuarto para conseguir una apuradísima victoria 88-86. El segundo partido fue más de lo mismo, ventajas tempranas de Seattle de 17 puntos y remontada final de Dallas; esta vez, sin embargo, un triple en el último segundo de Gus Williams dio la victoria a los Sonics 95-92 para empatar la serie.
A continuación los equipos viajaron a Seattle para los dos siguientes partidos, pero no al Kingdome (la cancha habitual de los Sonics): los Seahawks de la NFL lo tenían reservado para mostrar a sus abonados la película que montaban al final de cada temporada con los momentos más destacados del año. Así como suena. El tercer partido se tuvo que jugar en el Seattle Coliseum, y los Sonics tomaron ventaja con una victoria relativamente cómoda por 104-94. Entre la espada y la pared, los Mavericks tenían que ganar el cuarto partido fuera (por fin en el Kingdome) para volver a Dallas. Y eso hicieron, 107-96 y la serie quedó empatada 2-2.
Como se ha dicho, la Reunion Arena no estaba disponible para el 5º y último partido, así que los Mavs tuvieron que trasladarse a la única alternativa disponible: el Moody Coliseum, la cancha de los South Methodist University Mustangs, de apenas 9000 plazas (frente a 17000 de la Reunion) y sin línea de tres. Keith Grant, el utillero, tuvo que pasarse la noche pegando la cinta correspondiente sobre el parqué; aún hoy, está orgulloso de la exactitud con la que mantuvo la distancia reglamentaria. La cancha tenía un aspecto tan poco profesional que Al Wood de los Sonics obligó a la organización a traer un nivel para comprobar si los tableros estaban rectos (lo estaban).
Todo Dallas estaba en ascuas, y el partido respondió a la expectación creada. Los Mavericks perdían de 6 faltando 48 segundos, que Pat Cummings recortó a 4 con dos tiros libres. A continuación, Seattle perdió dos balones consecutivos intentando salir de la presión, pero Dallas solamente logró anotar una canasta para ponerse a 2. Entonces, el desastre: poco acostumbrado a las labores defensivas, un revolucionado Mark Aguirre cometió personal sobre Al Wood antes de que los Sonics sacaran de fondo; eso suponía tiro libre y posesión, quizás sentenciando el partido. Pero Wood falló el tiro libre y, a pesar de venir de un tiempo muerto, Steve Hawes no logró sacar el balón y le pitaron cinco segundos. En la última jugada, Rolando Blackman hizo un tiro de media distancia que tocó el aro, fue contra el tablero y cayó dentro, empatando el partido. Seattle aún tuvo una última jugada, pero falló sus dos tiros y se fueron a la prórroga. En la prórroga, como es habitual, el equipo que había remontado estuvo más fuerte y Dallas tomó una ventaja de seis puntos. Faltando solamente cinco segundos, Dallas ganaba de 3 y Jay Vincent tenía dos tiros libres. En ese momento, Vincent llevaba una serie de 31 tiros libres consecutivos anotados... y falló los dos. Tom Chambers anotó rápidamente para poner a los Sonics a un solo punto faltando un segundo, y los Mavericks pidieron tiempo muerto para preparar la jugada. En una de las decisiones más extrañas que se recuerdan, Dick Motta decidió que en vez de arriesgar un pase, Jay Vincent (elegido para sacar el balón) lo debía tirar contra el cuerpo de Tom Chambers, que lo estaría defendiendo. Con la sorpresa, el segundo restante habría pasado antes de que reaccionaran. Así se hizo.
Y Tom Chambers robó el balón.
De poco sirvió, sin embargo: Chambers solamente tuvo tiempo de hacer un lanzamiento desesperado desde medio campo que no entró, y los Mavericks se fueron a celebrarlo al vestuario. ¿O no?
El reloj aún marcaba 00:01, así que aún quedaba un segundo (o dos, según otra gente).
Aparentemente, la mesa de anotadores (que no era la habitual, ya que no estaban en la Reunion Arena) se había hecho un lío y no había arrancado el reloj. Tras conferenciar con Tommy Nunez, Jack O’Donnell decidió que Mike Mathis había hecho sonar su silbato indicando el final de partido “por error” (¿de qué me suena? sólo les faltó decir que fue alguien del público); ítem más, en vez de repetir el saque de lateral, O’Donnell decidió que Seattle había robado el balón y por tanto era bola para los Sonics. En este momento, Mike Mathis pidió a la organización que si los Sonics anotaban, un guardia de seguridad se encargara de su protección. Norm Sonju, GM de Dallas, tuvo que sujetar a Dick Motta en el vestuario para impedir que se ganara una técnica (un tiro libre para Seattle en estos momentos hubiera sido una hecatombe).
Finalmente, todo quedó en nada: los Sonics intentaron un saque largo de Hawes para Jack Sikma, pero entre Mark Aguirre y Kurt Nimphius lo despejaron. Dallas ganó 105-104, y el marcador global de la serie fue Mavericks 486 – Sonics 485. El titular del Dallas Morning News fue "Mavs Win Moody Madness", y desde entonces este partido, el primer partido legendario de la franquicia, sería conocido como "Moody Madness".
Apenas dos días más tarde, los Dallas Mavericks empezaban su segunda ronda de playoffs en Los Angeles contra los Lakers. Aún recuperándose del emocionante final contra Seattle, los Mavs fueron apalizados escandalosamente 134 a 91 (43 puntos de diferencia). El segundo partido fue un poco más decoroso, pero la superioridad del juego interior local resultó en un claro 117-101 para Lakers. Los Mavericks se arrastraron de vuelta a casa a intentar la remontada. Y bien cerca que estuvieron de conseguirlo. El tercer partido fue la clásica victoria por pura vergüenza ante los aficionados locales, un 125-115 donde destacó sobre todo Rolando Blackman con más de treinta puntos. Eso dejaba la serie 2-1 antes de un cuarto partido que sería el primero retransmitido nacionalmente (por la CBS) desde la Reunion Arena. Los espectadores no quedarían decepcionados.
El partido empezó con ventajas claras de los Lakers rondando los dobles dígitos, a pesar de la baja de Jamaal Wilkes, que debido a una infección intestinal apenas pudo actuar en playoffs y ni saltó a cancha en este partido. Abdul-Jabbar dominaba a placer al juego interior local (Vincent y Cummings), anotando cómodamente y colocando innúmeros gorros; partiendo de ese dominio de la zona, “Magic” lanzaba peligrosos contraataques que eran culminados acrobáticamente por Michael Cooper, Mike McGee y el rookie James Worthy. Incluso cuando se sentaba Jabbar, McAdoo salía del banquillo para seguir abusando de los hombres altos rivales. Por parte de Dallas solamente Mark Aguirre y Rolando Blackman mantenían el fuerte a base de anotación desde la media distancia, con puntuales aportaciones de Jay Vincent, Brad Davis e incluso un sorprendentemente motivado Kurt Nimphius.
Jabbar taponó este tiro (en serio).
Ambos equipos juegan con cuatro exteriores y un único pívot, con Jay Vincent (o incluso Dale Ellis) frente a James Worthy en el puesto de “cuatro”. Sin embargo, en la segunda parte los Mavericks intentan la remontada y en el último cuarto consiguen colocarse a tiro de Lakers. Entonces, una vez más, sobreviene el desastre: en el último minuto del tiempo reglamentario, y al luchar por un balón suelto tras un rebote, Mark Aguirre se pega una tremenda costalada y queda tendido en el suelo.
Mark Aguirre no logra recuperarse, y el mejor jugador local de la temporada y del partido se ve obligado a abandonar la cancha a la pata coja con su equipo perdiendo de 4 frente a Lakers. Sin embargo, con Dale Ellis ocupando su puesto y Derek Harper en lugar de Brad Davis, los Mavericks se consiguen colocar a tan sólo dos puntos y con posesión faltando poco más de medio minuto. Jay Vincent saca largo sobre Dale Ellis, casi en medio campo; sin Aguirre, Michael Cooper es libre de atornillar a Blackman mientras sus compañeros cubren a Vincent. Ellis y Harper están demasiado lejos del aro para tirar. Y el balón le llega a Pat Cummings en la esquina. Que decide marcarse una bandeja con la izquierda, ante la angina de pecho colectiva de todos los presentes.
Curiosamente, a pesar de sus notorias limitaciones técnicas, una de las pocas virtudes de Cummings es que puede usar ambas manos casi indistintamente. Aunque en su caso habría que definirlo como “ambizurdo”, varias veces durante el partido ha intentado sorprender a Jabbar con una bandejita desde su izquierda. Invariablemente, el resultado final ha sido un gorro escandaloso del pívot de los Lakers, que a pesar de no ser particularmente taponador para su altura no desdeña tan fáciles regalos. Esta vez, sin embargo, el miedo a la personal y la velocidad de la penetración dejan a Abdul-Jabbar muy por detrás de la jugada, con sorprendentes consecuencias.
Así es, niños y niñas: Pat Cummings anota la bandeja con la izquierda más ortopédica de la historia de los playoffs de la NBA, empatando el partido. Aún más, durante su penetración “Magic” metió la mano intentando llegar al balón, así que pitan falta y tiro adicional. Pat Cummings, que lleva anotados los 14 tiros libres que ha lanzado en playoffs, tendrá una oportunidad para poner a Dallas por delante en el último minuto. Se lo ve contento; feo, pero contento.
Su rostro al lanzar el tiro libre es la imagen viva de la confianza y la seguridad. Falló. Con el partido empatado, los Lakers van a su seguro de vida, un Kareem que lleva anotando ganchos y medias vueltas todo el partido.
A pesar de que Pat Cummings lo defiende desde el portal de su casa, ¡Kareem Abdul-Jabbar falla! ¡Rolando Blackman coge el rebote y se lo pasa a Dale Ellis! ¡Ellis sube la bola, pasa el medio campo y se la da a Derek Harper! Faltan seis segundos, el partido empatado y...
... y el rookie Derek Harper la bota en medio campo hasta que termina el tiempo reglamentario, creyendo erróneamente que los Mavericks tenían ventaja de uno. Su salto de alegría interruptus al ver la cara de Dick Motta y Rolando Blackman será la imagen de estos playoffs.
Dick Motta aplaude a Derek Harper durante el tiempo muerto, intentando animarlo para la inminente prórroga. El tratamiento parece funcionar, ya que Harper anota la primera canasta, a continuación roba el balón a Worthy y lanza un segundo tiro que falla pero Jay Vincent coge el rebote, recibe la falta de Jabbar y anota los dos tiros libres para poner a Dallas 4 puntos arriba. Sin embargo, finalmente son los banquillos los que deciden. Cuando Vincent es eliminado por personales durante la lucha por un rebote, Motta tiene que recurrir a un Elston Turner que no había participado aún (lo que demuestra, incidentalmente, la confianza que tiene en Bill Garnett) y que aportará entre poco y nada, mientras que los Lakers cubren la eliminación de Kareem con un Bob McAdoo que finalmente decidirá el partido con un par de robos en defensa y unas cuantas canastas finales, especialmente una en la que roba el balón en el perímetro y corre la cancha para el mate. Los Lakers ganan 122-115, se ponen 3-1 en la serie y dos días después rematan la faena cómodamente en casa ante unos Mavericks desalentados que pierden 115-99.
En global, sin embargo, la experiencia de playoffs fue muy positiva: se pasó la primera ronda, se quedó con la imagen de que con un poco más de experiencia hubieran podido poner en serios apuros a los todopoderosos Lakers, y los Dallas Mavericks se convirtieron definitivamente en una de las grandes atracciones de la ciudad y de la liga.
La temporada 83-84 supuso la madurez definitiva del equipo de Dallas. Arrancaron con un impresionante 13-4, y solamente la lesión de Jay Vincent pudo frenarlos. Debido a su falta de estatura y corpulencia para jugar por dentro, Vincent se veía obligado a compensar esas carencias mediante un juego acrobático usando sus capacidades atléticas y terminó pagando el precio al quedar fuera de combate hasta después de navidades, y no llegó a recuperar la plena forma hasta casi el final de la temporada.
Sin lo más parecido que tenían a un hombre alto válido, los Mavs pasaron una racha dura en la que se vieron obligados a contar con Nimphius, Garnett y el rookie Ellis (mucho más musculoso que en épocas posteriores, y sin tanta alergia en la pintura pese a ser claramente un tirador) más de lo deseado, pero sobre todo a depender de Aguirre y Blackman aún más que antes. Mark Aguirre destapó el tarro de las esencias, y terminó la temporada como segundo máximo anotador (solamente por detrás de Adrian Dantley, tachán tachán) con más de 29 puntos por partido. Anotó más de cuarenta puntos dos noches seguidas, para que hablen de cansancio, y se convirtió en el primer jugador de los Mavericks en ser elegido para el All Star, donde anotó 13 puntos en 13 minutos. A pesar de la creciente atención de las defensas rivales, Aguirre era capaz de anotar a la media vuelta por encima de dobles e incluso triples marcajes, y tanto él como Blackman usaban constantes fintas de tiro en la media distancia para abrirse el hueco mínimo que necesitaban. Rolando Blackman, además, se consagró ya como segunda estrella haciendo un poco (o más bien un mucho) de todo: ayudaba al base, se pasaba el partido entero cortando incansablemente, defendía bien, reboteaba, anotaba en suspensión o en bandeja... A su alrededor, Brad Davis seguía siendo tan eficaz como discreto, y Pat Cummings o Kurt Nimphius casi daban el pego. Quizás la única consecuencia negativa fue la falta de suficientes minutos para los novatos Dale Ellis y Derek Harper, que apuntaban muy buenas maneras para el futuro próximo. En el banquillo, la combinación del volátil Dick Motta con el tranquilo Bob Weiss funcionaba a las mil maravillas; el equipo seguía siendo pobre en defensa, pero cada vez atacaba mejor.
Dallas anduvo todo el año por encima del 50%, y finalmente se clasificó para playoffs en segundo lugar de su división (por detrás de los Utah Jazz de Frank Layden, elegido entrenador del año) en lo que técnicamente cabe calificar como sorpresa mayúscula. Tan de sorpresa como que la Reunion Arena ya había programado un torneo internacional de tenis para finales de Abril.
Lo que siguió solamente cabe calificarlo como una de las eliminatorias de primera ronda más locas que se recuerdan. Dallas tenía el factor cancha a favor y jugaría los dos primeros partidos en cancha, pero los Seattle SuperSonics tenían la experiencia de su lado y habían ganado cuatro de los cinco enfrentamientos entre ambas franquicias en la temporada. Solamente Cummings y Phegley habían pasado por playoffs (fugazmente y desde el fondo de un banquillo, además), mientras que los Sonics eran una plantilla veterana liderada aún por las estrellas que conquistaran el anillo en 1979, Gus “Wizard” Williams y Jack Sikma. Al menos, Jay Vincent volvió a rendir más o menos a su nivel habitual para los playoffs después de una temporada regular aciaga.
Esta experiencia dio sus frutos casi inmediatamente: Gus Williams anotó 23 puntos en el primer cuarto de la serie y los Sonics tomaron ventajas iniciales de hasta 16 puntos, pero Dallas remontó en el último cuarto para conseguir una apuradísima victoria 88-86. El segundo partido fue más de lo mismo, ventajas tempranas de Seattle de 17 puntos y remontada final de Dallas; esta vez, sin embargo, un triple en el último segundo de Gus Williams dio la victoria a los Sonics 95-92 para empatar la serie.
A continuación los equipos viajaron a Seattle para los dos siguientes partidos, pero no al Kingdome (la cancha habitual de los Sonics): los Seahawks de la NFL lo tenían reservado para mostrar a sus abonados la película que montaban al final de cada temporada con los momentos más destacados del año. Así como suena. El tercer partido se tuvo que jugar en el Seattle Coliseum, y los Sonics tomaron ventaja con una victoria relativamente cómoda por 104-94. Entre la espada y la pared, los Mavericks tenían que ganar el cuarto partido fuera (por fin en el Kingdome) para volver a Dallas. Y eso hicieron, 107-96 y la serie quedó empatada 2-2.
Como se ha dicho, la Reunion Arena no estaba disponible para el 5º y último partido, así que los Mavs tuvieron que trasladarse a la única alternativa disponible: el Moody Coliseum, la cancha de los South Methodist University Mustangs, de apenas 9000 plazas (frente a 17000 de la Reunion) y sin línea de tres. Keith Grant, el utillero, tuvo que pasarse la noche pegando la cinta correspondiente sobre el parqué; aún hoy, está orgulloso de la exactitud con la que mantuvo la distancia reglamentaria. La cancha tenía un aspecto tan poco profesional que Al Wood de los Sonics obligó a la organización a traer un nivel para comprobar si los tableros estaban rectos (lo estaban).
Todo Dallas estaba en ascuas, y el partido respondió a la expectación creada. Los Mavericks perdían de 6 faltando 48 segundos, que Pat Cummings recortó a 4 con dos tiros libres. A continuación, Seattle perdió dos balones consecutivos intentando salir de la presión, pero Dallas solamente logró anotar una canasta para ponerse a 2. Entonces, el desastre: poco acostumbrado a las labores defensivas, un revolucionado Mark Aguirre cometió personal sobre Al Wood antes de que los Sonics sacaran de fondo; eso suponía tiro libre y posesión, quizás sentenciando el partido. Pero Wood falló el tiro libre y, a pesar de venir de un tiempo muerto, Steve Hawes no logró sacar el balón y le pitaron cinco segundos. En la última jugada, Rolando Blackman hizo un tiro de media distancia que tocó el aro, fue contra el tablero y cayó dentro, empatando el partido. Seattle aún tuvo una última jugada, pero falló sus dos tiros y se fueron a la prórroga. En la prórroga, como es habitual, el equipo que había remontado estuvo más fuerte y Dallas tomó una ventaja de seis puntos. Faltando solamente cinco segundos, Dallas ganaba de 3 y Jay Vincent tenía dos tiros libres. En ese momento, Vincent llevaba una serie de 31 tiros libres consecutivos anotados... y falló los dos. Tom Chambers anotó rápidamente para poner a los Sonics a un solo punto faltando un segundo, y los Mavericks pidieron tiempo muerto para preparar la jugada. En una de las decisiones más extrañas que se recuerdan, Dick Motta decidió que en vez de arriesgar un pase, Jay Vincent (elegido para sacar el balón) lo debía tirar contra el cuerpo de Tom Chambers, que lo estaría defendiendo. Con la sorpresa, el segundo restante habría pasado antes de que reaccionaran. Así se hizo.
Y Tom Chambers robó el balón.
De poco sirvió, sin embargo: Chambers solamente tuvo tiempo de hacer un lanzamiento desesperado desde medio campo que no entró, y los Mavericks se fueron a celebrarlo al vestuario. ¿O no?
El reloj aún marcaba 00:01, así que aún quedaba un segundo (o dos, según otra gente).
Aparentemente, la mesa de anotadores (que no era la habitual, ya que no estaban en la Reunion Arena) se había hecho un lío y no había arrancado el reloj. Tras conferenciar con Tommy Nunez, Jack O’Donnell decidió que Mike Mathis había hecho sonar su silbato indicando el final de partido “por error” (¿de qué me suena? sólo les faltó decir que fue alguien del público); ítem más, en vez de repetir el saque de lateral, O’Donnell decidió que Seattle había robado el balón y por tanto era bola para los Sonics. En este momento, Mike Mathis pidió a la organización que si los Sonics anotaban, un guardia de seguridad se encargara de su protección. Norm Sonju, GM de Dallas, tuvo que sujetar a Dick Motta en el vestuario para impedir que se ganara una técnica (un tiro libre para Seattle en estos momentos hubiera sido una hecatombe).
Finalmente, todo quedó en nada: los Sonics intentaron un saque largo de Hawes para Jack Sikma, pero entre Mark Aguirre y Kurt Nimphius lo despejaron. Dallas ganó 105-104, y el marcador global de la serie fue Mavericks 486 – Sonics 485. El titular del Dallas Morning News fue "Mavs Win Moody Madness", y desde entonces este partido, el primer partido legendario de la franquicia, sería conocido como "Moody Madness".
Apenas dos días más tarde, los Dallas Mavericks empezaban su segunda ronda de playoffs en Los Angeles contra los Lakers. Aún recuperándose del emocionante final contra Seattle, los Mavs fueron apalizados escandalosamente 134 a 91 (43 puntos de diferencia). El segundo partido fue un poco más decoroso, pero la superioridad del juego interior local resultó en un claro 117-101 para Lakers. Los Mavericks se arrastraron de vuelta a casa a intentar la remontada. Y bien cerca que estuvieron de conseguirlo. El tercer partido fue la clásica victoria por pura vergüenza ante los aficionados locales, un 125-115 donde destacó sobre todo Rolando Blackman con más de treinta puntos. Eso dejaba la serie 2-1 antes de un cuarto partido que sería el primero retransmitido nacionalmente (por la CBS) desde la Reunion Arena. Los espectadores no quedarían decepcionados.
El partido empezó con ventajas claras de los Lakers rondando los dobles dígitos, a pesar de la baja de Jamaal Wilkes, que debido a una infección intestinal apenas pudo actuar en playoffs y ni saltó a cancha en este partido. Abdul-Jabbar dominaba a placer al juego interior local (Vincent y Cummings), anotando cómodamente y colocando innúmeros gorros; partiendo de ese dominio de la zona, “Magic” lanzaba peligrosos contraataques que eran culminados acrobáticamente por Michael Cooper, Mike McGee y el rookie James Worthy. Incluso cuando se sentaba Jabbar, McAdoo salía del banquillo para seguir abusando de los hombres altos rivales. Por parte de Dallas solamente Mark Aguirre y Rolando Blackman mantenían el fuerte a base de anotación desde la media distancia, con puntuales aportaciones de Jay Vincent, Brad Davis e incluso un sorprendentemente motivado Kurt Nimphius.
Jabbar taponó este tiro (en serio).
Ambos equipos juegan con cuatro exteriores y un único pívot, con Jay Vincent (o incluso Dale Ellis) frente a James Worthy en el puesto de “cuatro”. Sin embargo, en la segunda parte los Mavericks intentan la remontada y en el último cuarto consiguen colocarse a tiro de Lakers. Entonces, una vez más, sobreviene el desastre: en el último minuto del tiempo reglamentario, y al luchar por un balón suelto tras un rebote, Mark Aguirre se pega una tremenda costalada y queda tendido en el suelo.
Mark Aguirre no logra recuperarse, y el mejor jugador local de la temporada y del partido se ve obligado a abandonar la cancha a la pata coja con su equipo perdiendo de 4 frente a Lakers. Sin embargo, con Dale Ellis ocupando su puesto y Derek Harper en lugar de Brad Davis, los Mavericks se consiguen colocar a tan sólo dos puntos y con posesión faltando poco más de medio minuto. Jay Vincent saca largo sobre Dale Ellis, casi en medio campo; sin Aguirre, Michael Cooper es libre de atornillar a Blackman mientras sus compañeros cubren a Vincent. Ellis y Harper están demasiado lejos del aro para tirar. Y el balón le llega a Pat Cummings en la esquina. Que decide marcarse una bandeja con la izquierda, ante la angina de pecho colectiva de todos los presentes.
Curiosamente, a pesar de sus notorias limitaciones técnicas, una de las pocas virtudes de Cummings es que puede usar ambas manos casi indistintamente. Aunque en su caso habría que definirlo como “ambizurdo”, varias veces durante el partido ha intentado sorprender a Jabbar con una bandejita desde su izquierda. Invariablemente, el resultado final ha sido un gorro escandaloso del pívot de los Lakers, que a pesar de no ser particularmente taponador para su altura no desdeña tan fáciles regalos. Esta vez, sin embargo, el miedo a la personal y la velocidad de la penetración dejan a Abdul-Jabbar muy por detrás de la jugada, con sorprendentes consecuencias.
Así es, niños y niñas: Pat Cummings anota la bandeja con la izquierda más ortopédica de la historia de los playoffs de la NBA, empatando el partido. Aún más, durante su penetración “Magic” metió la mano intentando llegar al balón, así que pitan falta y tiro adicional. Pat Cummings, que lleva anotados los 14 tiros libres que ha lanzado en playoffs, tendrá una oportunidad para poner a Dallas por delante en el último minuto. Se lo ve contento; feo, pero contento.
Su rostro al lanzar el tiro libre es la imagen viva de la confianza y la seguridad. Falló. Con el partido empatado, los Lakers van a su seguro de vida, un Kareem que lleva anotando ganchos y medias vueltas todo el partido.
A pesar de que Pat Cummings lo defiende desde el portal de su casa, ¡Kareem Abdul-Jabbar falla! ¡Rolando Blackman coge el rebote y se lo pasa a Dale Ellis! ¡Ellis sube la bola, pasa el medio campo y se la da a Derek Harper! Faltan seis segundos, el partido empatado y...
... y el rookie Derek Harper la bota en medio campo hasta que termina el tiempo reglamentario, creyendo erróneamente que los Mavericks tenían ventaja de uno. Su salto de alegría interruptus al ver la cara de Dick Motta y Rolando Blackman será la imagen de estos playoffs.
Dick Motta aplaude a Derek Harper durante el tiempo muerto, intentando animarlo para la inminente prórroga. El tratamiento parece funcionar, ya que Harper anota la primera canasta, a continuación roba el balón a Worthy y lanza un segundo tiro que falla pero Jay Vincent coge el rebote, recibe la falta de Jabbar y anota los dos tiros libres para poner a Dallas 4 puntos arriba. Sin embargo, finalmente son los banquillos los que deciden. Cuando Vincent es eliminado por personales durante la lucha por un rebote, Motta tiene que recurrir a un Elston Turner que no había participado aún (lo que demuestra, incidentalmente, la confianza que tiene en Bill Garnett) y que aportará entre poco y nada, mientras que los Lakers cubren la eliminación de Kareem con un Bob McAdoo que finalmente decidirá el partido con un par de robos en defensa y unas cuantas canastas finales, especialmente una en la que roba el balón en el perímetro y corre la cancha para el mate. Los Lakers ganan 122-115, se ponen 3-1 en la serie y dos días después rematan la faena cómodamente en casa ante unos Mavericks desalentados que pierden 115-99.
En global, sin embargo, la experiencia de playoffs fue muy positiva: se pasó la primera ronda, se quedó con la imagen de que con un poco más de experiencia hubieran podido poner en serios apuros a los todopoderosos Lakers, y los Dallas Mavericks se convirtieron definitivamente en una de las grandes atracciones de la ciudad y de la liga.
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