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Mis Fantasmas Favoritos

Los Mavs de los 80

Ande Sá Metío

Dado que hablaremos a continuación de él, me gustaría comentar un par de cosas sobre la historia de Roy Tarpley en la NBA. Como todos sabemos, Tarpley llega a la NBA en 1986 e inmediatamente se convierte en una de las estrellas emergentes de la liga al ganar el título de mejor sexto hombre. Sin embargo, los persistentes rumores de su adicción a la cocaína se convierten en noticia cuando justo después de ser incluido en el quinteto ideal de rookies en 1987 solicita ser incluido en un programa de tratamiento por adicción a la cocaína. Esta admisión voluntaria no trajo ninguna sanción, pero el 5 de Enero de 1989 es suspendido indefinidamente por la liga por consumo de cocaína. Esta suspensión de levantó el 12 de Abril de ese mismo año (49 partidos después), pero justo después de firmar una extensión de su contrato volvió a ser suspendido indefinidamente el 16 de Noviembre por incumplir su programa de seguimiento, que es una forma suave de explicar que fue arrestado por conducir en estado de embriaguez y resistirse al arresto.

La temporada 1990-91 culminó el descenso a los infiernos de Roy Tarpley: apenas comenzada, sufrió una lesión de rodilla que lo dejó fuera de combate para todo el año. En Marzo de 1991 fue detenido por la sospecha de conducir de nuevo en estado de embriaguez, lo que le acarreó otra suspensión de la liga. Finalmente, el 16 de Octubre de 1991 se lo acusó de incumplir las normas de la NBA sobre abuso de sustancias por tercera vez y fue suspendido a perpetuidad.

Roy Tarpley pasó por el programa de John Lucas para la rehabilitación de deportistas adictos a las drogas, jugando en su Miami Tropics (USBL), pero no parecía completamente recuperado cuando marchó a Grecia a jugar dos temporadas, una en el Aris y otra en el Olympiakos. A pesar de amasar magníficos números, su rendimiento no estuvo acorde con su enorme sueldo y aún mayor potencial: una lesión de tobillo hundió al Aris en la liga (a pesar de ganar la Recopa), y el Olympiakos perdió la Copa de Europa a manos del Joventut en una final en la que el rendimiento de Tarpley estuvo muy por debajo de lo esperable. En conjunto, su rendimiento en Grecia fue bueno sin llegar a cuajar del todo, pero la imagen proyectada, entre denuncias por impago, acusaciones de alcoholismo, problemas de peso, indisciplina y arrogancia, no auguraba nada bueno.



Pese a ello, la liga le levantó la suspensión, Tarpley volvió a Dallas y los Mavericks le firmaron un nuevo contrato. La temporada 94-95 pareció volver por sus fueros, como presencia interior de unos nuevos Mavericks, pero el verano de 1995 volvió a ser sancionado a perpetuidad, esta vez perpetuidad de la buena, por consumir alcohol y negarse a pasar un test de drogas según establecía su acuerdo de restitución.

Roy Tarpley siguió viviendo tiempos interesantes: fue acusado de quemarle el vientre a su novia con un hierro candente, y luego no se presentó al juicio; ha pasado por el Iraklis como última parada dentro del baloncesto conocido, para luego pasar por la potente liga de Chipre (todo el mundo pasa por Chipre, ¿qué les dan?), de nuevo a Grecia con el Tak Dafni y luego el Esperos. Cuando el Esperos dejó de pagarle, Tarpley probó primero en Polonia pero eventualmente terminó en el Ural Great de Perm, Rusia, entrenado por el mítico Sergei Belov. Sin embargo, eso se parecía demasiado al universo conocido y terminó en el Qainwei Wyan Aoshen de China.

Pues bien, a sus 41 años Roy Tarpley sigue en activo. Acaba de firmar por los Michigan Mayhem de la CBA (el viernes 2 de Diciembre, no diréis que no os las traigo frescas) y afirma estar intentando volver a la NBA. De ello entiendo que sigue abusando de las drogas, porque de otra forma no se explica. Yo tengo más posibilidades de volver a la NBA y no he estado nunca.



Uno no sabe de qué sorprenderse más: de que Tarpley siga en activo o de que la CBA siga existiendo. La coincidencia de ambos fenómenos supone alcanzar un 8 en la escala de Richter sobre suspensión de la incredulidad.

Y en segunda ronda, otra vez los Lakers

El equipo de Los Ángeles había cambiado en estos dos años, aunque no lo pareciera. Kareem era dos años más viejo, McAdoo estaba en Philadelphia meditando una oferta que había recibido y preguntándose dónde estaba Milán, y lo había sustituido otro ilustre veterano como Maurice Lucas, quizás más corto de recursos ofensivos pero con músculo y mala leche de sobra. Por fuera, Byron Scott y sobre todo James Worthy habían alcanzado ya el nivel de estrellas que marcaría sus carreras; no es de extrañar que al terminar la temporada con la debacle ante los Rockets, Pat Riley decidiera cambiar el foco del equipo del juego interior al perímetro.

Algunas cosas, sin embargo, no cambian: una vez más, los Lakers se plantaron el cuarto partido en la Reunion Arena con una ventaja de 2-0, después de haber ganado los dos primeros en casa gracias a la superioridad en la zona de Kareem Abdul-Jabbar, que a pesar de los años y de la mejora interior de Dallas seguía haciendo lo que quería. El primero fue un paseo militar (130-116) gracias a un espantoso día en el tiro de todo el equipo de Dallas, mientras que el segundo fue un muy ajustado 117-113 en el que Mark Aguirre y Derek Harper estuvieron a punto de montarla bien montada hasta que Kareem lideró la remontada con 12 puntos en el último cuarto.

El tercer partido, sin embargo, fue el más notable de la serie: un partido competido de principio a fin en el que Mark Aguirre y Derek Harper tuvieron que compensar la mala actuación de Rolando Blackman y Sam Perkins mientras que Donaldson reboteaba como un poseso. Enfrente, “Magic” orquestaba un festival ofensivo basado en el clásico trío anotador de Lakers este año, Scott, Worthy y Jabbar. El partido se mantuvo con mínimas diferencias para uno u otro lado y se entró en el último minuto con ventaja de Lakers de tres puntos. Y ahí entró Derek Harper, empeñado en redimir su papel de villano dos años antes: a falta de 46 segundos para el final, Harper (que no había tirado ni un triple en todo el partido) anotó una canasta de tres para empatar el marcador. Apenas quince segundos después, sin embargo, Byron Scott anotó otro triple (también el primero de su serie) para devolver la ventaja de tres a Lakers. Blackman anotó una canasta rápida, y los Mavericks perdían de uno faltando 24 segundos y balón para Lakers. En esa situación, solamente cabía la falta inmediata: apenas sacaron, Rolando Blackman cometió personal sobre Michael Cooper... ¡que falló los dos tiros libres! Sam Perkins capturó el rebote y pidió tiempo muerto, con 20 segundos por jugar y uno abajo. Todos sabían lo que iba a pasar, y efectivamente la jugada terminó con un tiro de Mark Aguirre que, presionado por la defensa, quedó corto. Sin embargo, Perkins logró capturar el rebote ofensivo y sacar el balón al perímetro. Lo recibió Derek Harper y, en la venganza definitiva, clavó el triple que daba la victoria a Dallas 110-108 (aún sacaron de fondo Lakers quedando tres segundos, pero no lograron un tiro claro).

Los Mavericks empataron la eliminatoria en un cuarto partido en el que llevaron la delantera todo el tiempo pero que una feroz remontada liderada por Abdul-Jabbar en el último cuarto puso en serio peligro. Al final el tremendo partidazo de Mark Aguirre decantó la balanza para los locales 120-118.

De vuelta a Los Ángeles, el quinto partido fue otro de ésos jugados de poder a poder, “Magic” contra Blackman y Jabbar contra Aguirre, con muchísimos puntos pero cortas ventajas que al final se decantó del lado de Lakers gracias al poco acierto de Dallas en los tiros libres. Lakers se puso 3-2, y en el sexto encuentro remataron la eliminatoria con una holgura sorprendente considerando los enfrentamientos anteriores, 120-107 en un partido zanjado antes del descanso y en el que Lakers simplemente pasó por encima de los Mavericks (y Kurt Rambis sorprendentemente apalizó a Sam Perkins; Perkins acabó con 6 puntos y 2 rebotes mientras que Rambis se fue a unos estratosféricos 14 puntos, 6 rebotes y 3 robos).

Una vez más, los Lakers eliminaban a Dallas en segunda ronda con muchos más apuros de lo que parece a primera vista, y con cuatro partidos jugados a cara de perro y decididos por una o dos canastas. Ítem más, el juego de ambos equipos había sido espectacular, con anotaciones de 115 ó 120 puntos y porcentajes de tiro por encima del 50% por todas partes. Tras esta serie quedaba ya establecida la fama de Dallas Mavericks como modelo de crecimiento de una franquicia, y su equipo como dignísimo exponente del juego vistoso y rápido que caracterizaba a la Conferencia Oeste en general, y a sus archirrivales los Lakers en particular.

Fin de la Mejora: 1985-86

Balance: 44-38 (53%). Playoffs: 2ª Ronda.

Curiosamente, a pesar de la evidente mejora de la plantilla con la llegada de Donaldson y Schrempf además del asentamiento de Harper y Perkins, el balance final fue el mismo del año anterior, poniendo fin así a la racha de la franquicia que había mejorado sus resultados cada temporada desde su creación. La razón de ello hay que buscarla una vez más en la defensa: en ataque el equipo mejoró sus números notablemente, gracias a que todo el quinteto titular estuvo por encima del 50% en tiros a la vez que Motta volvía a imprimir un ritmo veloz al juego del equipo que entre otras cosas convertía a los Mavericks en uno de los equipos que más faltas provocaban a los rivales y más tiros libres lanzaban. En defensa, sin embargo, se seguía sin poder evitar conceder muchos tiros fáciles y rebotes al rival, a pesar del “nuevo y mejorado” juego interior.

Pero si por algo se recuerda esta temporada es por el estallido definitivo del enfrentamiento entre Dick Motta y Mark Aguirre. La relación entre entrenador y jugador ya empezó con mal pie, debido a aquellas declaraciones de Motta tras el draft en las que anunciaba que iba a “domarlo como a un purasangre”. No es de extrañar que el jugador llegara al equipo entre asustado y ofendido por semejantes comentarios. Antes de terminar la primera temporada, la guerra entre ambos estaba ya declarada, y se mantendría de manera intermitente hasta... hasta la actualidad, en realidad: Aguirre se niega a hablar de Motta más allá de lo monosilábicamente imprescindible, mientras que Motta cuelga el teléfono sin despedirse cada vez que un periodista lo llama y menciona el nombre de Mark Aguirre.

Es difícil saber de quién fue la culpa en realidad, ya que ambas partes se esforzaron denodadamente por meter la pata más allá de lo razonable. Mark Aguirre evidenció durante toda su carrera una notable falta de disposición al trabajo y al sacrificio que desesperaba no solamente al entrenador sino incluso a sus compañeros. Dick Motta aprovechó su estrecha amistad con varios conocidos periodistas deportivos de Dallas para dedicarse a mandarle “recaditos” al jugador a través de la prensa, poniendo en duda su profesionalidad y su compromiso con la franquicia. Mark Aguirre respondió en la cancha, cuando después de una de sus mejores actuaciones para ganar un partido hizo un gesto obsceno dirigido a uno de los periodistas amigos de Motta, en lo que se interpretó correctamente como una velada indirecta dirigida al entrenador. Solamente el esfuerzo constante del propietario Donald Carter, que consideraba a Mark Aguirre como a un hijo y a Dick Motta como a un hermano (a pesar de la advertencia del GM Norm Sonju, que en su día le previno sobre establecer lazos afectivos demasiado estrechos con gente a la que un día podría tener que despedir o traspasar), logró mantener una especie de “paz armada” entre ambas partes.

Todo ello estalló definitivamente el 19 de Diciembre de 1985, cuando Mark Aguirre fue suspendido por un partido después de la victoria sobre los Hawks (120-108) por negarse a volver a la cancha tras haber sido sustituido. Mark Aguirre declaró que el motivo fue un incidente durante el segundo cuarto: Aguirre chocó con Dominique Wilkins, que terminó por el suelo; el juego siguió, pero Aguirre se detuvo para ayudar a Wilkins a levantarse, y como castigo Dick Motta lo envió al banquillo, de donde luego se negó a salir. “Dominique es amigo mío”, declaró, “y temí haberle hecho daño porque soy un joven bastante fuerte. Que me saquen del partido solamente por ayudar a alguien me confunde, y no puedo jugar bajo esas condiciones”. Dick Motta se limitó a declarar “dijo que no quería jugar, y yo no le suplico a nadie”. Más allá de la trascendencia de la jugada en sí, esta sanción a Aguirre marcó el principio del fin.

Las mejores noticias para los Mavs llegaron fuera de la regular season: el All Star de 1986 se celebró en Dallas, y fue un rotundo éxito. Tanto, que para muchos es el mejor All Star de la historia, superior al de Chicago’88. Mientras Spud Webb ganaba el concurso de mates, Dale Ellis perdió el desempate en la semifinal del concurso de triples, y Rolando Blackman jugó brillantemente el partido de las estrellas, con 12 puntos, 8 asistencias y 4 rebotes en 22 minutos.

Aún más importante, Brad Davis se quitó esos rizos dorados que le daban ese aire a querubín con bigote:


Antes y después.

En cualquier caso, los Mavs volvieron a plantarse en primera ronda con ventaja de campo, esta vez contra los Utah Jazz. Dallas ganó los dos primeros partidos con cierta comodidad, 101-93 y 113-106, gracias a su dominio del rebote y al bajo rendimiento de Thurl Bailey. Solamente Bobby Hansen y Mark Eaton intentaron ayudar a un Karl Malone que se vio demasiado solo, mientras que los Mavericks liderados por Aguirre y Blackman jugaban siempre en ventaja dentro de la zona y cargaban constantemente de personales a los hombres altos de los Jazz (que no andaban precisamente sobrados de banquillo). Los Jazz lograron evitar la barrida ganando el tercero en casa 100-98 gracias a un esfuerzo hercúleo del veterano Rickey Green, quizás su última gran contribución a la franquicia antes de ser superado y olvidado por John Stockton, pero la serie se cerró en el cuarto con un 117-113 para Dallas de la mano de un Sam Perkins intratable (29 y 12) y de un Brad Davis que salió del banquillo para marcarse un 5/5 en triples y sentenciar a unos Jazz aún demasiado cortos de efectivos para mayores empresas.

Draft 1985

1ª ronda nº 8: Detlef Schrempf.
1ª ronda nº 16: Bill Wennington.
1ª ronda nº 17: Uwe Blab.
2ª ronda nº 16: Mark Acres.
3ª ronda nº 3: Leonard Allen.
3ª ronda nº 16: Harold Keeling.




Come see our big white stiffs! ¿Soy el único que sospecha que los Mavs draftearon a Schrempf engañaos, pensando que medía cinco centímetros más y era pívot? Eso daría una bonita coherencia temática al desastroso draft de 1985, en el que Dallas drafteó a cuatro blanquitos consecutivos, tres de ellos pívots mazacotes, en las dos primeras rondas. A pesar de que Detlef Schrempf terminaría siendo un buen titular NBA (en Indiana, eso sí), se me antoja poco rendimiento de tres elecciones de primera ronda en las que la obsesión por anclar el puesto de pívot nubló la vista de la gerencia de Dallas y les impidió ver que Joe Dumars, AC Green, Terry Porter o Manute Bol aún estaban disponibles.

Y no hablo solamente con la ventaja que otorga el conocimiento a posteriori. Schrempf fue una buena elección por más que ocupara una posición sobradamente cubierta por Mark Aguirre, pero Wennington y Blab habían tenido una carrera universitaria no más que correcta, y que en el caso concreto del alemán había requerido de un esfuerzo ímprobo por parte de Bobby Knight para corregir su torpeza congénita. No habían hecho ni de lejos los números de un Jon Koncak, un Joe Kleine o un Blair Rasmussen, y aún así terminaron en primera ronda.

Claro que tienen cierta disculpa: incluso el GM de Pistons, Jack McClosky, tenía como preferencia para su nº 18 del draft a Wennington, seguido de Blab, y después estaba entre Sam Vincent (opción preferida por Chuck Daly) y Joe Dumars (candidato de Will Robinson).

En rondas inferiores y después de un Mark Acres que nunca debutaría con Dallas (después de un año en Europa pasó por los banquillos de Boston y Orlando) cayeron un pívot de color (negro) que hizo casi toda su carrera en España, Leonard Allen, y un base (Keeling) que después de un par de contratos temporales con Dallas se marchó a Venezuela donde se convirtió en toda una estrella y terminó hasta nacionalizado y todo. Del resto del draft solamente cabe destacar el comienzo de la presencia europea, con unos Arvydas Sabonis y Fernando Martín que serían sorprendentemente adelantados por Georgi Glouchkov (mujer enseña el búlgaro etc.).

En cualquier caso, los Mavs sacaron un escaso rendimiento de su acumulación de primeras rondas: además de su elección propia, la de Schrempf procedía de Cleveland (de dónde si no) del traspaso de Geoff Huston, y la de Wennington correspondía originalmente a Nets y la obtuvieron por Kelvin Ransey. Irónicamente, la primera ronda de este draft que en su día los Mavs mandaron a Portland a cambio del propio Ransey se convirtió en Terry Porter, que posiblemente ofreciera un rendimiento superior al de las tres elecciones de Dallas juntas.

Altas y Bajas

Dejando aparte la invitación al campamento de verano a un Dennis Nutt al que entonces aún teníamos la felicidad de no conocer y que al menos esta temporada la pasaría en la CBA, las transacciones de los Mavs no se puede decir que fueran precisamente de perfil alto. Como siempre, los banquilleros del final (Sitton, Sluby) fueron cortados para dejar hueco a los flamantes banquilleros nuevos recién llegados del draft.

La gran incorporación de esta temporada no vino del draft, y de hecho existen fundadas sospechas de que no se debió a la intención de la propia gerencia sino a una oscura normativa de la NBA que prohíbe la acumulación excesiva de pívots blancos y paquetes para impedir que se pueda formar una masa crítica de paquetudez que termine absorbiendo a toda la galaxia baloncestística. A pesar de la marcha de Mark Acres, la llegada de Blab y Wennington sumada a la presencia de Nimphius elevó los índices de riesgo a unos niveles nunca vistos (y que no se volverían a alcanzar hasta la llegada de Yinka Dare a la liga). Era necesario deshacerse de uno de los zoquetes.

El elegido fue Kurt Nimphius, debido a su mayor valor de mercado y a que no tenía el potencial que se esperaba de los jóvenes, y fue traspasado a los Clippers a cambio del inmenso James Donaldson. Los Clippers aparentemente intentaban despejar el puesto de pívot para su prometedor rookie Benoit Benjamin, pero al hacerlo cometieron otro de esos errores cómicos que jalonan la existencia misma de la franquicia. Kurt Nimphius apenas alcanzaba el nivel de suplente aceptable, mientras que Donaldson se estaba convirtiendo lentamente en un sólido pívot defensivo.



Uno de los grandes mitos de la NBA es el pívot proyecto (representado en esta misma franquicia por los ya mencionados Uwe Blab y Bill Wennington). Año tras año, las franquicias “ensuciarían” la mitad baja de la primera ronda con una serie de jugadores similares, pívots blancos de alrededor de 2.10, de los que se espera que se desarrollen hasta convertirse en lo que no son: jugadores de NBA. Algunos como Matt Geiger o Brad Miller lo consiguen; la gran mayoría se convierten en los Chris Welp, Dwayne Schintzius, Todd Fuller, Travis Knight, Eric Leckner, Jim McIlvaine o Paul Mokeski de este mundo. En comparación, es mucho más realista esperar ese salto de calidad de un alero o un base, pero la altura ciega cualquier otra consideración.

James Donaldson fue uno de esos pocos que lograron dar ese salto cualitativo, y después de llegar a la liga como cuarta ronda firmada solamente por sus centímetros y quilos, a base de trabajo y conciencia clara de su lugar en el juego fue consiguiendo convertirse en un pívot titular digno aunque limitado en ataque. Su rendimiento en Clippers debiera haber permitido sacar algo más que un jornalero como Nimphius a cambio de él, pero qué queréis: eran los Clippers.

Donaldson impresionó tanto a la franquicia de Dallas a su llegada que a los pocos días despidieron al que había empezado la temporada como titular, Wallace Bryant (que pasó luego fugazmente por Clippers por aquello de la ironía, y se vino pa España). James Donaldson demostraría ser la pieza que faltaba a los Mavericks, esa presencia física interior que compensara la brillantez del perímetro.

quote:
“Congratulations on the birth of your son. I hope mother and son are well. Don’t let your husband hold the baby over anything but a bed.”
(telegrama enviado por Bobby Knight a la mujer de Uwe Blab con ocasión del nacimiento de su primer hijo)
La Plantilla

PG Derek Harper / Brad Davis
SG Rolando Blackman / Dale Ellis
SF Mark Aguirre / Detlef Schrempf
PF Sam Perkins / Jay Vincent
C James Donaldson / Bill Wennington
Toalla: Uwe Blab, Harold Keeling.

La rotación del equipo se empieza a parecer a la más famosa de la franquicia. Sam Perkins por fin se hace con el puesto de titular, y a lo largo de la temporada también se irá produciendo el relevo en el puesto de base, que terminará ya formalmente en manos de Derek Harper. La pareja interior Perkins – James Donaldson (con Jay Vincent de suplente) permitirá por fin al equipo tener esa presencia física cerca de los tableros de la que careciera en temporadas anteriores. La mala noticia viene del banquillo, y por motivos opuestos: Brad Davis seguirá ejerciendo de digno suplente, pero la presencia estelar de Blackman y Aguirre en el titular seguirá cerrando el paso a dos jugadores tan prometedores como Dale Ellis y Schrempf. Ellis podía aceptar la suplencia mientras era rookie, pero los años pasan y no solamente no hay visos de cambiar la situación, sino que ahora se ve compartiendo sus ya escasos minutos con el recién llegado Schrempf. Esta situación es a medio plazo insostenible, y a lo largo de la temporada se hará evidente la necesidad de traspasar al menos a uno de ellos. Por dentro la situación es la inversa, ya que Bill Wennington y sobre todo Uwe Blab no demostrarán la razón de la fama que traían de universidad. Wennington había recibido un bombo en St John’s que no estaba claramente justificado, mientras que Blab colaboraría a ir creando la fama de Indiana como fábrica de grandes universitarios que se estrellan en profesionales (ya hablaremos de Steve Alford y la defensa de Jordan, ya).

Draft 1984

1ª ronda nº 4: Sam Perkins.
1ª ronda nº 15: Terence Stansbury.
2ª ronda nº 14: Charlie Sitton.
2ª ronda nº 16: Anthony Teachey.
2ª ronda nº 17: Tom Sluby.



Considerando el elevado número de elecciones de las que disponían los Mavericks en el legendario draft de 1984, hay que admitir que el resultado fue un poco decepcionante. Además de sus elecciones orgánicas de primera y segunda ronda (Stansbury y Sitton), Dallas disponía de una primera ronda de lotería procedente del traspaso de Mike Bratz a Cleveland allá por la primera temporada (quiero recordaros una vez más que los Cavs traspasaron las elecciones de Sam Perkins y James Worthy a cambio de Mike Bratz, Chad Kinch y un acabado Don Ford; siento repetirme tanto, pero es que no me entra en la cabeza), más una segunda ronda de Utah por Billy McKinney (Teachey) y otra de Nets por el traspaso de Kelvin Ransey (Sluby).

La principal elección de este año para los Mavs fue Sam Perkins, alapívot que venía de hacer un papel estelar en la universidad y en los juegos olímpicos de Los Angeles. Su llegada sirvió para reforzar al fin el endeble juego interior de los Mavs con un jugador de calidad, pero es justo reconocer aquí y ahora que aunque su rendimiento fue bueno, no llegó a convertirse en la estrella que esperaba; fue un jugador frío aunque efectivo, que poco a poco fue limitando su juego para terminar de triplista estático en los Sonics. En Dallas ofreció posiblemente su mejor cara, pero no llegó a superar el nivel de segundo espada cuando se esperaba, quizás de forma poco realista, más de él.

Aún más decepcionante fue el resultado de su otra primera ronda, un Terence Stansbury que venía de ser un escolta espectacular en Temple y que no llegó a debutar con Dallas. Fue prácticamente regalado a Indiana junto con Bill Garnett a cambio de una primera ronda protegida para 1990 (Travis Mays); es decir, regalaron a Stansbury a cambio de que cargaran con “paquete” Garnett. Posteriormente, Stansbury tuvo una carrera mediocre en la NBA, de la que no hay nada que destacar...



... y que continuó por Europa, sobre todo en el Levalloise donde alcanzó estatus de estrella. Tras pasar por Israel o el AEK se retiró para pasar a los banquillos, primero en Finlandia y actualmente en Luxemburgo (supongo que quiere empezar desde abajo, que es desde donde empezaba sus acrobáticos mates). Su hija tiene perspectivas de entrar en la WNBA, creo.

Las segundas rondas aportaron entre poco y nada. Anthony Teachey era un pívot delgado y fibroso que no llegó a debutar en NBA y jugó en Italia (y fue cortado en el Caja de Ronda), Charlie Sitton fue una de las estrellas de high school que no llegó a nada ni en NCAA ni en NBA (y ahora es dueño de un hotel), y Tom Sluby fue otro escolta anotador que tuvo un paso fugaz por el baloncesto. Ambos duraron solamente sus temporadas rookies, e incluso en éstas apenas saltaron a la cancha. De rondas inferiores solamente cabe destacar el magnífico nombre de su décima elección: Napoleon Johnson. Sin complejos.

Altas y Bajas

Como ya se ha mencionado, el último miembro del draft de expansión de 1980, Jim Spanarkel, se retiró este verano. También se ha hablado en el punto anterior del traspaso de Terence Stansbury y Bill Garnett a los Pacers a cambio de una primera ronda condicional. Como todos los años, el fondo del banquillo fue limpiado para dejar hueco a las segundas rondas de este año; Mark West y Roger Phegley fueron cortados.

Aparte del traspaso con Indiana, la principal actividad del verano de Dallas se produjo en el área de los agentes libres; sus propios agentes libres, en realidad. Elston Turner terminaba contrato y firmó como agente libre con los Denver Nuggets, que enviaron a Dallas al escolta Howard Carter a cambio de que los Mavericks no ejercieran el derecho de tanteo. No fue una mala maniobra por parte de la gerencia de Dallas, que daba luz verde a la salida de un jugador marginal a cambio de “Hi-C” Carter, que en LSU había sido la auténtica estrella del estado por delante de un Joe Dumars y que había sido drafteado en primera ronda. De todas formas, Carter demostró en Dallas lo mismo que había demostrado en Denver, es decir, que no era jugador para NBA, y fue cortado antes de Navidades.

Pero eso no fue más que una nota al pie de la auténtica noticia del verano para los Mavericks: los New York Knicks se descolgaron con una desorbitada oferta al agente libre Pat Cummings, dos millones de dólares por cuatro temporadas (más opción a una quinta). Hoy en día eso puede parecer calderilla, pero en 1984 no era muy diferente de lo que posteriormente serían los casos de Jon Koncak o Jim McIlvaine. Los Mavs renunciaron a igualar la oferta (!) a cambio de una segunda ronda para 1986 (Mark Price) y una tercera ronda para 1985 (Leonard Allen), y así Cummings se marchó a los Knicks, donde empezó muy bien pero una grave lesión en el pie puso fin a cualquier posibilidad que hubiera podido tener de justificar su contratazo. En NBA o ACB, supongo.

Para cubrir su marcha, los Mavericks enviaron una segunda ronda para 1986 (Rafael Addison) a los Chicago Bulls a cambio del ínclito Wallace Bryant, y renovaron a Kurt Nimphius por tres años. A veces me pregunto por qué todos los pívots de los Mavericks terminaron en España, y a veces me respondo que es porque eran unos impresionantes cachos de carne sin nivel para la NBA.



La Plantilla

PG Brad Davis / Derek Harper
SG Rolando Blackman / Dale Ellis
SF Mark Aguirre
PF Jay Vincent / Sam Perkins
C Wallace Bryant / Kurt Nimphius
Toalla: Charlie Sitton, Tom Sluby.

Ligero Estancamiento: 1984-85
Balance: 44-38 (53%). Playoffs: 1ª Ronda.


La temporada 84-85 empezó con grandes expectativas, pero los resultados (sin ser ni mucho menos malos) no estuvieron tan a la altura.



Este año se volvió al esquema clásico, con un ligero descenso en los promedios de Aguirre y Blackman ya que Vincent volvió a sus números. Pese a ello, las estrellas indiscutibles seguían siendo Mark Aguirre y Rolando Blackman, lo que limitaba a Dale Ellis a menos minutos de lo que su calidad merecía. Brad Davis seguía de titular, pero ya compartiendo minutos casi al 50% con un Derek Harper en claro ascenso. Por dentro seguía el llanto y crujir de dientes a pesar de la llegada de Sam Perkins. El rookie Perkins alternó titularidad en el puesto de “cuatro” con Jay Vincent, pero a menudo hubo de ocupar el centro debido al bajo rendimiento de los pívots de la plantilla: empezaron con Kurt Nimphius de titular para terminar la temporada con un Wallace Bryant que al menos presentaba un físico más impresionante (pero cuya buena trayectoria universitaria no tuvo ni por asomo continuación en profesionales). Al final terminaron estableciendo una rotación con Perkins y Bryant de titulares, con Vincent jugando muchos minutos desde el banquillo y Nimphius para cubrir la necesidad puntual un de mayor físico en el juego interior, ya que Wallace Bryant efectivamente salía de inicio pero al estilo de un Iavaroni pronto se dirigía de cabeza al banquillo para no volver a salir.

De todas formas, el año no fue malo: el progreso fue mínimo, sólo una victoria más, pero Harper estaba en claro ascenso y cabía esperar que después de un año rookie meramente correcto, Perkins llegara a convertirse en la referencia interior soñada. En cualquier caso, el equipo anduvo toda la temporada ligeramente por encima del 50%, y así llegó a playoff contra los Portland Trail Blazers.

Los Blazers eran un equipo sorprendentemente parecido a los Mavericks: jugaban un baloncesto claramente basado en el ataque, con una defensa por así decir más bien basada en la visual. La base del equipo era la anotación desde las alas, en este caso encarnada por Jim Paxson (algún día habría que hablar de la evolución de la consideración de cuál era el “Paxson bueno” y cuál el “Paxson malo”), Kiki Vandeweghe y el rookie Clyde Drexler. En el puesto de base tenían muchas esperanzas en el rapidísimo Darnell Valentine (esperanzas que no llegarían a dar fruto), mientras que su suplente, el exótico Steve Colter, apenas pasaba de aceptable por lo que Paxson se comía muchos minutos de “uno”. Sin embargo, la gran ventaja de los Blazers estaba en el juego interior. Aunque su flamante nº 2 del draft, Sam Bowie, había completado una temporada rookie solamente correcta (muy similar a la de Perkins, en realidad), Mychal Thompson y su rodilla pronto saldrían del equipo, y Kenny Carr ya venía de recogida, juntos los tres formaban una rotación interior muy superior a la de Dallas. Y eso sin contar a Audie Norris, que completaba el cuarteto de “grandes pívots con rodillas de cristal” que eran el tema de Portland de este año.

Con todo, se lo suponía un rival asequible al que en temporada regular se había superado 4-1. Además, Dallas tenía el factor cancha a favor. El resultado no pudo ser más decepcionante: en el primer partido de la serie, jugado en la Reunion Arena, los Blazers tomaron ventajas de hasta 15 puntos en la primera parte, gracias sobre todo a la puntería de Kiki Vandeweghe y Jim Paxson. En la segunda parte, los Mavericks lograron reducir distancias al buscar constantemente a Mark Aguirre, Sam Perkins y Jay Vincent cerca del aro para aprovechar la debilidad defensiva de Portland. Pero incluso para ello necesitaron de la baja de un Jim Paxson que estaba siendo el mejor de su equipo (8/9 en tiros de campo, 19 puntos) cuando al cortar bajo canasta durante el último cuarto chocó violentamente con su compañero Kenny Carr, una especie de muro de carga que en ese momento pivotaba hacia canasta para el rebote; ambos jugadores tenían su mirada puesta en el tiro de Drexler y como consecuencia se pegaron un tremendo cascotazo del que ambos salieron con sendas brechas en la cabeza. El peor parado fue Paxson, que hubo de abandonar la cancha en camilla.




El final de partido vino marcado por el marcaje doble al que Portland sometió a Mark Aguirre; aprovechando el espacio que dejaban en la zona, Rolando Blackman anotó dos bandejas acrobáticas para compensar un mate y una media vuelta en suspensión de Mychal Thompson que mandaron el partido a la prórroga. Ésta siguió por los mismos derroteros, con Darnell Valentine y Kiki Vandeweghe anotando para los Blazers y Blackman y Sam Perkins aprovechando el sobremarcaje de Portland sobre Aguirre. Así se llegó a una segunda prórroga, en la que los fallos de Thompson condenaron a los Portland Trail Blazers frente a un Rolando Blackman que terminó con 43 puntos (Aguirre, Perkins y Vincent acabaron con más de veinte).

No era buena señal que Dallas hubiera necesitado de dos prórrogas, la lesión de Paxson y un partidazo de Blackman para derrotar a los Blazers en casa. El segundo partido siguió derroteros muy similares, con los dos equipos muy igualados hasta llegar a la prórroga. De nuevo Rolando Blackman pasó de los 40 puntos, apoyado por Aguirre (20), Vincent (19) y Perkins (14 puntos y 19 rebotes). Sin embargo, esta vez Portland no solamente contó con la anotación de Vandeweghe, Paxson, Drexler y Mychal Thompson, sino que gracias a su dominio apabullante del rebote (Bowie se fue a los 20 rebotes, y Audie Norris salió del banquillo para capturar 10) se llevaron la victoria 124-121 para empatar la eliminatoria.

Los dos partidos en Portland tuvieron menos historia. Los Blazers ganaron cómodamente el tercero, 122-109 (Aguirre y Blackman se fueron a los 30 puntos cada uno, pero de nuevo el rebote fue decisivo), y finalizaron la serie con un 115-113 en el que los Mavericks lograron por fin compensar el rebote pero se vieron lastrados por un mal partido de Rolando Blackman que dejó demasiado solo a Mark Aguirre.

La temporada de Dallas había terminado dejando un regusto amargo en los aficionados y la franquicia, que después de tan prometedores comienzos se vieron fuera de playoffs en primera ronda y superados claramente por un rival muy inferior a los Lakers del año anterior.

¡Playoffs!: 1983-84

Balance: 43-39 (52%). Playoffs: 2ª Ronda.

La temporada 83-84 supuso la madurez definitiva del equipo de Dallas. Arrancaron con un impresionante 13-4, y solamente la lesión de Jay Vincent pudo frenarlos. Debido a su falta de estatura y corpulencia para jugar por dentro, Vincent se veía obligado a compensar esas carencias mediante un juego acrobático usando sus capacidades atléticas y terminó pagando el precio al quedar fuera de combate hasta después de navidades, y no llegó a recuperar la plena forma hasta casi el final de la temporada.

Sin lo más parecido que tenían a un hombre alto válido, los Mavs pasaron una racha dura en la que se vieron obligados a contar con Nimphius, Garnett y el rookie Ellis (mucho más musculoso que en épocas posteriores, y sin tanta alergia en la pintura pese a ser claramente un tirador) más de lo deseado, pero sobre todo a depender de Aguirre y Blackman aún más que antes. Mark Aguirre destapó el tarro de las esencias, y terminó la temporada como segundo máximo anotador (solamente por detrás de Adrian Dantley, tachán tachán) con más de 29 puntos por partido. Anotó más de cuarenta puntos dos noches seguidas, para que hablen de cansancio, y se convirtió en el primer jugador de los Mavericks en ser elegido para el All Star, donde anotó 13 puntos en 13 minutos. A pesar de la creciente atención de las defensas rivales, Aguirre era capaz de anotar a la media vuelta por encima de dobles e incluso triples marcajes, y tanto él como Blackman usaban constantes fintas de tiro en la media distancia para abrirse el hueco mínimo que necesitaban. Rolando Blackman, además, se consagró ya como segunda estrella haciendo un poco (o más bien un mucho) de todo: ayudaba al base, se pasaba el partido entero cortando incansablemente, defendía bien, reboteaba, anotaba en suspensión o en bandeja... A su alrededor, Brad Davis seguía siendo tan eficaz como discreto, y Pat Cummings o Kurt Nimphius casi daban el pego. Quizás la única consecuencia negativa fue la falta de suficientes minutos para los novatos Dale Ellis y Derek Harper, que apuntaban muy buenas maneras para el futuro próximo. En el banquillo, la combinación del volátil Dick Motta con el tranquilo Bob Weiss funcionaba a las mil maravillas; el equipo seguía siendo pobre en defensa, pero cada vez atacaba mejor.

Dallas anduvo todo el año por encima del 50%, y finalmente se clasificó para playoffs en segundo lugar de su división (por detrás de los Utah Jazz de Frank Layden, elegido entrenador del año) en lo que técnicamente cabe calificar como sorpresa mayúscula. Tan de sorpresa como que la Reunion Arena ya había programado un torneo internacional de tenis para finales de Abril.

Lo que siguió solamente cabe calificarlo como una de las eliminatorias de primera ronda más locas que se recuerdan. Dallas tenía el factor cancha a favor y jugaría los dos primeros partidos en cancha, pero los Seattle SuperSonics tenían la experiencia de su lado y habían ganado cuatro de los cinco enfrentamientos entre ambas franquicias en la temporada. Solamente Cummings y Phegley habían pasado por playoffs (fugazmente y desde el fondo de un banquillo, además), mientras que los Sonics eran una plantilla veterana liderada aún por las estrellas que conquistaran el anillo en 1979, Gus “Wizard” Williams y Jack Sikma. Al menos, Jay Vincent volvió a rendir más o menos a su nivel habitual para los playoffs después de una temporada regular aciaga.

Esta experiencia dio sus frutos casi inmediatamente: Gus Williams anotó 23 puntos en el primer cuarto de la serie y los Sonics tomaron ventajas iniciales de hasta 16 puntos, pero Dallas remontó en el último cuarto para conseguir una apuradísima victoria 88-86. El segundo partido fue más de lo mismo, ventajas tempranas de Seattle de 17 puntos y remontada final de Dallas; esta vez, sin embargo, un triple en el último segundo de Gus Williams dio la victoria a los Sonics 95-92 para empatar la serie.

A continuación los equipos viajaron a Seattle para los dos siguientes partidos, pero no al Kingdome (la cancha habitual de los Sonics): los Seahawks de la NFL lo tenían reservado para mostrar a sus abonados la película que montaban al final de cada temporada con los momentos más destacados del año. Así como suena. El tercer partido se tuvo que jugar en el Seattle Coliseum, y los Sonics tomaron ventaja con una victoria relativamente cómoda por 104-94. Entre la espada y la pared, los Mavericks tenían que ganar el cuarto partido fuera (por fin en el Kingdome) para volver a Dallas. Y eso hicieron, 107-96 y la serie quedó empatada 2-2.

Como se ha dicho, la Reunion Arena no estaba disponible para el 5º y último partido, así que los Mavs tuvieron que trasladarse a la única alternativa disponible: el Moody Coliseum, la cancha de los South Methodist University Mustangs, de apenas 9000 plazas (frente a 17000 de la Reunion) y sin línea de tres. Keith Grant, el utillero, tuvo que pasarse la noche pegando la cinta correspondiente sobre el parqué; aún hoy, está orgulloso de la exactitud con la que mantuvo la distancia reglamentaria. La cancha tenía un aspecto tan poco profesional que Al Wood de los Sonics obligó a la organización a traer un nivel para comprobar si los tableros estaban rectos (lo estaban).

Todo Dallas estaba en ascuas, y el partido respondió a la expectación creada. Los Mavericks perdían de 6 faltando 48 segundos, que Pat Cummings recortó a 4 con dos tiros libres. A continuación, Seattle perdió dos balones consecutivos intentando salir de la presión, pero Dallas solamente logró anotar una canasta para ponerse a 2. Entonces, el desastre: poco acostumbrado a las labores defensivas, un revolucionado Mark Aguirre cometió personal sobre Al Wood antes de que los Sonics sacaran de fondo; eso suponía tiro libre y posesión, quizás sentenciando el partido. Pero Wood falló el tiro libre y, a pesar de venir de un tiempo muerto, Steve Hawes no logró sacar el balón y le pitaron cinco segundos. En la última jugada, Rolando Blackman hizo un tiro de media distancia que tocó el aro, fue contra el tablero y cayó dentro, empatando el partido. Seattle aún tuvo una última jugada, pero falló sus dos tiros y se fueron a la prórroga. En la prórroga, como es habitual, el equipo que había remontado estuvo más fuerte y Dallas tomó una ventaja de seis puntos. Faltando solamente cinco segundos, Dallas ganaba de 3 y Jay Vincent tenía dos tiros libres. En ese momento, Vincent llevaba una serie de 31 tiros libres consecutivos anotados... y falló los dos. Tom Chambers anotó rápidamente para poner a los Sonics a un solo punto faltando un segundo, y los Mavericks pidieron tiempo muerto para preparar la jugada. En una de las decisiones más extrañas que se recuerdan, Dick Motta decidió que en vez de arriesgar un pase, Jay Vincent (elegido para sacar el balón) lo debía tirar contra el cuerpo de Tom Chambers, que lo estaría defendiendo. Con la sorpresa, el segundo restante habría pasado antes de que reaccionaran. Así se hizo.

Y Tom Chambers robó el balón.

De poco sirvió, sin embargo: Chambers solamente tuvo tiempo de hacer un lanzamiento desesperado desde medio campo que no entró, y los Mavericks se fueron a celebrarlo al vestuario. ¿O no?

El reloj aún marcaba 00:01, así que aún quedaba un segundo (o dos, según otra gente).

Aparentemente, la mesa de anotadores (que no era la habitual, ya que no estaban en la Reunion Arena) se había hecho un lío y no había arrancado el reloj. Tras conferenciar con Tommy Nunez, Jack O’Donnell decidió que Mike Mathis había hecho sonar su silbato indicando el final de partido “por error” (¿de qué me suena? sólo les faltó decir que fue alguien del público); ítem más, en vez de repetir el saque de lateral, O’Donnell decidió que Seattle había robado el balón y por tanto era bola para los Sonics. En este momento, Mike Mathis pidió a la organización que si los Sonics anotaban, un guardia de seguridad se encargara de su protección. Norm Sonju, GM de Dallas, tuvo que sujetar a Dick Motta en el vestuario para impedir que se ganara una técnica (un tiro libre para Seattle en estos momentos hubiera sido una hecatombe).

Finalmente, todo quedó en nada: los Sonics intentaron un saque largo de Hawes para Jack Sikma, pero entre Mark Aguirre y Kurt Nimphius lo despejaron. Dallas ganó 105-104, y el marcador global de la serie fue Mavericks 486 – Sonics 485. El titular del Dallas Morning News fue "Mavs Win Moody Madness", y desde entonces este partido, el primer partido legendario de la franquicia, sería conocido como "Moody Madness".

Apenas dos días más tarde, los Dallas Mavericks empezaban su segunda ronda de playoffs en Los Angeles contra los Lakers. Aún recuperándose del emocionante final contra Seattle, los Mavs fueron apalizados escandalosamente 134 a 91 (43 puntos de diferencia). El segundo partido fue un poco más decoroso, pero la superioridad del juego interior local resultó en un claro 117-101 para Lakers. Los Mavericks se arrastraron de vuelta a casa a intentar la remontada. Y bien cerca que estuvieron de conseguirlo. El tercer partido fue la clásica victoria por pura vergüenza ante los aficionados locales, un 125-115 donde destacó sobre todo Rolando Blackman con más de treinta puntos. Eso dejaba la serie 2-1 antes de un cuarto partido que sería el primero retransmitido nacionalmente (por la CBS) desde la Reunion Arena. Los espectadores no quedarían decepcionados.

El partido empezó con ventajas claras de los Lakers rondando los dobles dígitos, a pesar de la baja de Jamaal Wilkes, que debido a una infección intestinal apenas pudo actuar en playoffs y ni saltó a cancha en este partido. Abdul-Jabbar dominaba a placer al juego interior local (Vincent y Cummings), anotando cómodamente y colocando innúmeros gorros; partiendo de ese dominio de la zona, “Magic” lanzaba peligrosos contraataques que eran culminados acrobáticamente por Michael Cooper, Mike McGee y el rookie James Worthy. Incluso cuando se sentaba Jabbar, McAdoo salía del banquillo para seguir abusando de los hombres altos rivales. Por parte de Dallas solamente Mark Aguirre y Rolando Blackman mantenían el fuerte a base de anotación desde la media distancia, con puntuales aportaciones de Jay Vincent, Brad Davis e incluso un sorprendentemente motivado Kurt Nimphius.


Jabbar taponó este tiro (en serio).

Ambos equipos juegan con cuatro exteriores y un único pívot, con Jay Vincent (o incluso Dale Ellis) frente a James Worthy en el puesto de “cuatro”. Sin embargo, en la segunda parte los Mavericks intentan la remontada y en el último cuarto consiguen colocarse a tiro de Lakers. Entonces, una vez más, sobreviene el desastre: en el último minuto del tiempo reglamentario, y al luchar por un balón suelto tras un rebote, Mark Aguirre se pega una tremenda costalada y queda tendido en el suelo.



Mark Aguirre no logra recuperarse, y el mejor jugador local de la temporada y del partido se ve obligado a abandonar la cancha a la pata coja con su equipo perdiendo de 4 frente a Lakers. Sin embargo, con Dale Ellis ocupando su puesto y Derek Harper en lugar de Brad Davis, los Mavericks se consiguen colocar a tan sólo dos puntos y con posesión faltando poco más de medio minuto. Jay Vincent saca largo sobre Dale Ellis, casi en medio campo; sin Aguirre, Michael Cooper es libre de atornillar a Blackman mientras sus compañeros cubren a Vincent. Ellis y Harper están demasiado lejos del aro para tirar. Y el balón le llega a Pat Cummings en la esquina. Que decide marcarse una bandeja con la izquierda, ante la angina de pecho colectiva de todos los presentes.



Curiosamente, a pesar de sus notorias limitaciones técnicas, una de las pocas virtudes de Cummings es que puede usar ambas manos casi indistintamente. Aunque en su caso habría que definirlo como “ambizurdo”, varias veces durante el partido ha intentado sorprender a Jabbar con una bandejita desde su izquierda. Invariablemente, el resultado final ha sido un gorro escandaloso del pívot de los Lakers, que a pesar de no ser particularmente taponador para su altura no desdeña tan fáciles regalos. Esta vez, sin embargo, el miedo a la personal y la velocidad de la penetración dejan a Abdul-Jabbar muy por detrás de la jugada, con sorprendentes consecuencias.



Así es, niños y niñas: Pat Cummings anota la bandeja con la izquierda más ortopédica de la historia de los playoffs de la NBA, empatando el partido. Aún más, durante su penetración “Magic” metió la mano intentando llegar al balón, así que pitan falta y tiro adicional. Pat Cummings, que lleva anotados los 14 tiros libres que ha lanzado en playoffs, tendrá una oportunidad para poner a Dallas por delante en el último minuto. Se lo ve contento; feo, pero contento.



Su rostro al lanzar el tiro libre es la imagen viva de la confianza y la seguridad. Falló. Con el partido empatado, los Lakers van a su seguro de vida, un Kareem que lleva anotando ganchos y medias vueltas todo el partido.



A pesar de que Pat Cummings lo defiende desde el portal de su casa, ¡Kareem Abdul-Jabbar falla! ¡Rolando Blackman coge el rebote y se lo pasa a Dale Ellis! ¡Ellis sube la bola, pasa el medio campo y se la da a Derek Harper! Faltan seis segundos, el partido empatado y...



... y el rookie Derek Harper la bota en medio campo hasta que termina el tiempo reglamentario, creyendo erróneamente que los Mavericks tenían ventaja de uno. Su salto de alegría interruptus al ver la cara de Dick Motta y Rolando Blackman será la imagen de estos playoffs.



Dick Motta aplaude a Derek Harper durante el tiempo muerto, intentando animarlo para la inminente prórroga. El tratamiento parece funcionar, ya que Harper anota la primera canasta, a continuación roba el balón a Worthy y lanza un segundo tiro que falla pero Jay Vincent coge el rebote, recibe la falta de Jabbar y anota los dos tiros libres para poner a Dallas 4 puntos arriba. Sin embargo, finalmente son los banquillos los que deciden. Cuando Vincent es eliminado por personales durante la lucha por un rebote, Motta tiene que recurrir a un Elston Turner que no había participado aún (lo que demuestra, incidentalmente, la confianza que tiene en Bill Garnett) y que aportará entre poco y nada, mientras que los Lakers cubren la eliminación de Kareem con un Bob McAdoo que finalmente decidirá el partido con un par de robos en defensa y unas cuantas canastas finales, especialmente una en la que roba el balón en el perímetro y corre la cancha para el mate. Los Lakers ganan 122-115, se ponen 3-1 en la serie y dos días después rematan la faena cómodamente en casa ante unos Mavericks desalentados que pierden 115-99.

En global, sin embargo, la experiencia de playoffs fue muy positiva: se pasó la primera ronda, se quedó con la imagen de que con un poco más de experiencia hubieran podido poner en serios apuros a los todopoderosos Lakers, y los Dallas Mavericks se convirtieron definitivamente en una de las grandes atracciones de la ciudad y de la liga.

Draft 1982

1ª ronda nº 4: Bill Garnett.
3ª ronda nº 4: Corny Thompson.

Una vez más, las elecciones de draft de los Dallas Mavericks terminarían siendo más conocidas en Europa que en la NBA. Bill Garnett fue un notable fracaso, ya que tras ser elegido por delante de “Fat” Lever, “Sleepy” Floyd o Rickie Pierce apenas duró cuatro temporadas en los banquillos de la NBA antes de pasar por la A2 italiana (Verona, Bolonia) y retirarse con más pena que gloria. Dallas lo eligió pensando que este alapívot agresivo y reboteador (“tiene buen salto para ser blanco”, decían de él) reforzaría su juego interior, pero sus esperanzas se vieron una vez más defraudadas. Irónicamente, en un artículo reciente (en plan “qué fue de”) de la prensa local apareció Garnett comentando lo bien que le había ido la vida tras retirarse; trabaja en una empresa que antes era de su padre, pura imagen del éxito y el sueño americano. Y encima se ha quedado calvo, el pobre.

La elección de segunda ronda (nº 24) fue traspasada a Milwaukee a cambio de Pat Cummings, y con ella los Bucks elegirían al ínclito Fred Roberts; otros dos jugadores con amplia experiencia banquillera en la NBA y que pasarían por la ACB en el ocaso de sus carreras con un rendimiento muy inferior al anticipado de su caché y reputación. En tercera ronda llegó Corny Thompson, que pasó fugazmente por el fondo del banquillo realizando la misma labor de duodécimo hombre (y sin tirar ni un triple) que antes desempeñara Clarence Kea y que igual que en el caso de éste acabaría culminando en la consecución de una copa gorda aquí en Europa. Como curiosidad, en novena ronda aparece Ralph McPherson, que lógicamente jamás llegó a firmar por el equipo.

Altas y Bajas

Como se ha comentado, para reforzar su juego interior los Dallas Mavericks enviaron su segunda ronda de este draft a Milwaukee a cambio de Pat Cummings. Considerando que esto hacía prescindible a Wayne Cooper, lo enviaron junto con su elección de primera ronda de 1985 a Portland a cambio del velocísimo base Kelvin Ransey. Este último cambio resultó ser un error: a pesar de las limitaciones de Brad Davis, Dallas tenía el puesto de base mucho mejor cubierto que su línea interior. Los números de Ransey en los Blazers estaban muy inflados por el bajo nivel de ese perímetro, y no pudo ratificarlos en el resto de su carrera, en la que por cierto no llegó a alcanzar el nivel que se esperaba de un nº 4 del draft. En cambio, los Mavericks perdieron a un sólido Wayne Cooper y tardarían muchos años en poder conseguir a un pívot al menos decente; además, esa primera ronda de 1985 acabó convirtiéndose en Terry Porter, lo que definitivamente condena esta transacción al fracaso.



Por lo demás, siguió el goteo de descartes de los jugadores procedentes de aquella primera temporada: Tom LaGarde fue cortado, Clarence Kea no fue renovado, Scott Lloyd empezó la temporada pero no llegó a comerse el turrón.

La Plantilla

PG Brad Davis / Kelvin Ransey
SG Rolando Blackman / Elston Turner
SF Mark Aguirre / Jim Spanarkel
PF Sam Vincent / Bill Garnett
C Pat Cummings / Kurt Nimphius
Toalla: Allan Bristow, Corny Thompson.

En realidad, la rotación era mucho más compacta: el quinteto titular jugaba muchos minutos, y luego salían Ransey, Garnett y Nimphius del banquillo. Los demás la mitad de las veces ni se quitaban el chándal.

Progreso lento pero seguro: 1982-83
Balance: 38-44 (46%). Playoffs: No.


La temporada 82-83 fue en conjunto positiva, pero terminó con un cierto tono de decepción para los Mavericks. El triángulo Blackman-Aguirre-Vincent se ratificó como una base sólida para el equipo, y piezas secundarias como Davis, Cummings o Ransey contribuyeron significativamente. Por contra, Bill Garnett mostró inmediatamente sus carencias y no justificó su altísima elección, y la defensa siguió siendo un coladero.

Con esa plantilla, resulta comprensible que Dick Motta optara por aplicar un juego más rápido y ofensivo; ya que no iban a parar a nadie, por lo menos intentarían meter más puntos que el de enfrente. Los puntos por partido saltaron de 104 a 112, aunque los encajados también subieron de 109 a 113; los rebotes se lograron equilibrar por fin, y la mejora colectiva supuso también un aumento del porcentaje de tiro.

Mark Aguirre se consagró como la estrella del equipo, un jugador muy completo capaz de moverse bajo el aro rival, de usar su corpachón para abrirse paso en la zona o de tirar en suspensión desde cualquier distancia. A pesar de su eterna reputación de vago y egoísta (cosa que seguramente demostrara en entrenamientos y demás), durante los partidos nadie puede achacarle que no aportara al equipo o que no circulara el balón al compañero mejor situado. Rolando Blackman era el complemento perfecto, un jugador menos espectacular que Aguirre pero más regular, capaz de anotar tanto en penetraciones como en la media distancia, con bote, pase y defensa, un auténtico gregario de lujo al que se podría comparar, salvando las distancias, con un Scottie Pippen acompañando a Michael Jordan (que aquí sería Mark Aguirre). Jay Vincent era el tercero en discordia, nominalmente alapívot pero en realidad muy similar a los demás, más de velocidad que de fuerza, que por dentro usaba un pivote muy rápido y una media vuelta en suspensión para sumar muchos puntos y que por fuera mostraba una tendencia a confiar excesivamente en una suspensión a media distancia que solamente funcionaba a rachas. Considerando que no tenía mal bote y que sabía pasarla, es quizás una pena que el equipo nunca pudiera permitirse reconvertirlo a “tres” alto, quizás su puesto ideal. De todas formas, no sé si hubieran podido, era un jugador notoriamente vago que finalmente tuvo una decadencia sorprendentemente rápida y que terminó de forma gris acogido en el fondo del banquillo de Lakers solamente por su amistad con “Magic”.

Brad Davis seguía haciendo su juego, ayudando a mover rápido el balón y anotando en suspensión cuando se quedaba suelto (tenía el mejor porcentaje de tiro del equipo); una de las jugadas básicas de Dallas era la repetición incansable de la penetración de Davis para doblar el balón a alguno de los aleros. Incluso Pat Cummings rindió mejor de lo esperado, quizás demasiado blando en defensa pero bien en el rebote y compensando su lentitud de movimientos con una muy buena mano desde media distancia, que le permitía atraer al pívot rival y abrir espacios en la zona para las penetraciones de Aguirre o Blackman. Kelvin Ransey estuvo correcto, pero no supuso el salto de calidad que habían esperado. Es cierto que no jugó tantos minutos y con un papel tan fundamental como en Portland, pero sus números bajaron demasiado, el porcentaje de tiro siguió siendo mediocre y manifestó una preocupante propensión a perder el balón. Kurt Nimphius era... Kurt Nimphius. Para compensar su falta de músculo en defensa y de calidad en el ataque, Nimphius se dedicaba al derroche físico todos los partidos (muchas veces dentro de la variedad “pollo sin cabeza”, todo sea dicho). Se pegaba como una lapa a su defendido, y en ataque su única jugada era cortar rápido a canasta para el mate a una mano; preferiblemente por la línea de fondo para no estorbar, claro.

Con estos mimbres y en ausencia de lesiones reseñables, los Dallas Mavericks se plantaron en el último mes de competición por encima del 50%, con un balance de 36-35 y con sólidas esperanzas de que un buen arreón final los metiera en playoffs. Desgraciadamente, una racha final de 2-9 dio al traste con tales expectativas y dejó una vez más al equipo fuera de playoffs, aunque eso sí con la miel en los labios y la perspectiva de una próxima temporada en la élite para los aficionados de Dallas.

quote:
“We were at Golden State in 1980, my first year here. They had a halftime act with a huge Bengal tiger and a monkey. The monkey would shoot basketballs and the tiger would go retrieve them. I watched the act for a while and then I asked the trainer if she would do me a favor and let me borrow her tiger. I said, 'Is it a nice tiger?' and she said it was. I said, 'Will it bite me?' and she said no. I had her knock on the door when her act was over. We were still in the dressing room at halftime. She knocked on the door, and I reached out and got that tiger by its leash and collar and walked it in. The players all scattered. I said, 'If you guys don't start rebounding, I'm going to let this tiger eat.' At the time, the players didn't think it was funny. They didn't laugh. But it was funny. It was great.”
Dick Motta

Draft 1981

1ª ronda nº 1: Mark Aguirre.
1ª ronda nº 9: Rolando Blackman.
2ª ronda nº 1: Jay Vincent.
2ª ronda nº 20: Elston Turner.



Después de todas las tribulaciones y decepciones del draft de 1980, el draft de 1981 sentó las bases del que sería el gran equipo de Dallas en los ochenta. Tras muchas dudas, los Mavs optaron por Aguirre por delante de su buen amigo Isiah Thomas en la que se consideraba la decisión más difícil del draft; en último término, Dallas optó por el viejo “caballo grande, ande o no ande”. En el nº 9 tenían la elección que habían recibido de Denver a cambio de Vandeweghe, y volvieron a acertar con un Rolando Blackman que llegaba con gran cartel de la universidad. Por poner en un contexto, los pufos de este mismo año fueron gente como Al Wood (nº 4), Danny Vranes (nº 5) o Jeff Lamp (nº 15). La segunda ronda fue aún más provechosa para Dallas, ya que se encontraron con que estaba disponible Jay Vincent, hombre alto ex compañero de Magic Johnson en Michigan State. También eligieron al final de esta ronda a un escolta, Elston Turner, con la elección que recibieron de Phoenix a cambio de Wiley Peck. Turner no pasó de suplente decentillo, y cabe calificarlo de elección fallida si consideramos que el mejor jugador islandés de todos los tiempos aún estaba disponible.

De entre las elecciones en rondas más bajas de los Mavericks, destaca nuestro viejo conocido Art Housey en 3ª ronda, además del pobre John Hollinden, un gigantesco pívot de 2.30 y escasísimo talento que fue drafteado en 9ª ronda. Iba a fichar por un equipo sueco cuando sufrió un accidente automovilístico ese mismo verano que le causó lesiones irreversibles en la columna vertebral.

Altas y Bajas

Había llegado el momento de hacer limpia en el equipo de toda la morralla. Huston ya había sido traspasado, Boynes cortado y Drollinger se había retirado, pero aún quedaban unos cuantos restos de serie de los que deshacerse este segundo verano: Marty Byrnes, Abdul Jeelani y Stan Pietkiewicz fueron cortados para dejar hueco a las nuevas incorporaciones a la plantilla. Además, en un buen movimiento de la franquicia, Bill Robinzine fue traspasado a los Utah Jazz a cambio del pívot especialista defensivo Wayne Cooper y el veterano alero Allan Bristow (un pasador sorprendentemente efectivo). La carrera de Robinzine estaba casi acabada, mientras que Cooper y Bristow mejoraban el juego interior de Dallas para la temporada siguiente. También ficharon a Kurt Nimphius como agente libre, y consiguieron los derechos sobre Brad Branson de Detroit, aunque lo cortaron sin llegar a debutar.

La Plantilla

La rotación resultante estaba clara, y mostraba una clara mejora con respecto al año anterior:

PG Brad Davis / Elston Turner
SG Rolando Blackman / Jim Spanarkel
SF Mark Aguirre / Allan Bristow
PF Sam Vincent / Tom LaGarde
C Wayne Cooper / Kurt Nimphius
Toalla: Scott Lloyd, Clarence Kea.

Casi se duplica el número de victorias: 1981-82
Balance: 28-54 (34%). Playoffs: No.


Como era de esperar, la renovación casi completa del quinteto titular (solamente Brad Davis permanece de la temporada anterior) trajo consigo una mejora notable en los resultados del equipo, a pesar de un catastrófico comienzo (llegaron a estar 1-13). El resultado hubiera podido ser aún mejor si Mark Aguirre no se hubiera roto un dedo del pie en una prórroga contra Denver en Diciembre, lo que le hizo perderse un par de meses de competición y obligó a los Mavericks a “tirar” de Spanarkel, Turner y Bristow más de la cuenta.

Mark Aguirre ya empezó a dar muestras de la estrella que iba a llegar a ser, mientras que Rolando Blackman empezó quizás más despacio aunque con solidez. Sin embargo, la gran sorpresa fue el “Big Daddy”, Jay Vincent, que terminó como máximo anotador y segundo máximo reboteador del equipo (por detrás de Cooper), y fue el único de los tres incluido en el quinteto ideal de rookies. Así eran los ochenta, niños y niñas: Aguirre promedió 19 puntos, 5 rebotes y 3 asistencias y no entró en el quinteto de rookies.

En general, la mejora del equipo vino en el ataque: se anotaban más puntos, se daban más asistencias, se capturaban más rebotes. Por contra, el talón de aquiles seguía siendo una defensa excesivamente porosa: se concedían demasiados puntos y con demasiado porcentaje, y no se cerraba del todo bien la zona. Aquí pesaba mucho que los aleros, Aguirre y Vincent, estaban firmemente convencidos de que la defensa era algo que le pasaba a otra gente.

Otra cuestión que se iría agravando con el tiempo era la relación entre Dick Motta y Mark Aguirre. Aunque aún no se produjeron choques este primer año, Aguirre llegó con fama de no ser demasiado trabajador, y sobre todo con una apariencia rechonchita que le hizo ganarse apodos tales como “The Muffin Man” o “Pillsbury Doughboy”; aunque posteriormente se alegara que pruebas médicas demostraron que Aguirre no tenía un coeficiente de grasa alto, su mismo aspecto jugaba en su contra. Y no hablo solamente de la barriguita.

Una cita de Dick Motta para acabar el año: “My hometown was so small we didn't even have a village idiot. Me and my brother had to take turns.”