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Mis Fantasmas Favoritos

Los Utah Jazz de Frank Layden

Citas de Frank Layden

Sobre su etapa universitaria: “I wasn't the greatest high school student. When it came time to go to college, I had to take the caramel test. That's where the admissions director leaves the room but also leaves a caramel on the desk. If you reach over to take the caramel and eat it after removing the paper, you get an academic scholarship. If you chew it with the paper on, you get an athletic grant - like I did.”

Sobre su primer título de división, que coincidió con el de los Cubs: "It was the year of the underdog. If World War III had broken out, Norway would have won."

Sobre Pat Riley: "We're both good-looking and we're both Irish. The only difference I can see is that he buys his clothes and I find mine."

Sobre los comienzos de la franquicia:

"When I came here people asked, 'How long will it take to win?' My answer was, 'It'll take seven years.' People said, 'Seven years! The good Lord made the world in seven days!' I said, 'Yeah, but you don't want a team that's in the shape the world's in.' "

"We may not be able to get anyone to come see us because we're going to win, but we can get them to come because they like us."

"The Jazz are America's team... the Americans just don't know it yet."

Sobre jugadores:

"His life was a series of trials... but no convictions."

"They say he is still adjusting to the NBA. I figure it takes three years just to find out when the planes leave."

"He didn't have a very good college career. But it was the best seven years of his life."

"I didn't know if he was a player. He looked like a player. I figured he would look good in the team picture. After all, we've got a coach who desn't look like a coach."

1988-1989

Temporada 1988-89: Frank Layden.
51-31 (62%). Playoffs: 1ª Ronda.


PG: John Stockton / Jim Les
SG: Darrell Griffith / Bobby Hansen
SF: Marc Iavaroni / Thurl Bailey
PF: Karl Malone / Mike Brown
C: Mark Eaton / Eric Leckner
Toalla: “Piculín” Ortiz, Jim Farmer.



Esta temporada se terminó de completar la rotación que recordamos de los Jazz, con la llegada de Mike Brown. Fue también la única temporada de “Piculín” en el equipo, en la que apenas contó con minutos debido por una parte al poco uso del banquillo que se hacía en el equipo, y por otro a su falta de físico para competir con las bestias que poblaban las zonas de la NBA. Curiosamente, a pesar de sus pocos minutos sí que salió de titular un buen puñado de veces, durante un experimento de los típicos de este equipo en el que probaron a sacarlo como falso titular por delante de Thurl Bailey, en lugar de Iavaroni que era el que normalmente ocupaba ese rol. El otro cambio en el titular, éste más permanente, fue el retorno de Darrell Griffith al puesto de “dos” por delante de Bobby Hansen (que para colmo se perdió casi toda la segunda vuelta, como comentaremos).

La mayor parte de los cambios realizados este verano consistieron principalmente en deshacerse de “peso muerto” que había acompañado a la franquicia en temporadas recientes: Rickey Green, un veterano aún válido al que la eclosión Stockton había dejado sin minutos, fue elegido por Charlotte Hornets en el draft de expansión. También Kelly Tripucka terminó en Charlotte, traspasado a cambio de Mike Brown.


Show me your brown love!

“There’s only room in the team for one pot-belly”. Con esas palabras, Frank Layden describió a las claras su opinión sobre Mel Turpin, otro que partiría con rumbo a algún equipo hoy en el triángulo de los pantalones cortos para ser sustituido por la primera ronda de este año, Eric Leckner.


“Fast guys get slow. Big guys don't shrink.” (Layden)

En el fondo del banquillo, gente como Roth o Hughes fueron cortados para dar entrada al diminuto Jim Les y al mencionado Ortiz, pero el cambio principal fue el de Bart Kofoed por sus especiales causas: en la fiesta de Nochevieja del equipo, y por razones desconocidas, Kofoed y Hansen tuvieron un enfrentamiento que terminó a puñetazos y con Hansen en el hospital con un pómulo roto. Bobby Hansen se perdió media temporada, y Bart Kofoed fue cortado al día siguiente y sustituido por nuestro viejo conocido Jim Farmer (ex de Dallas Mavericks).

Bart Kofoed parece haberse enmendado y actualmente preside una fundación benéfica en la que colaboran David Thompson y Bobby Jones.



La gran noticia de la temporada fue, sin embargo, la dimisión de Frank Layden después de solamente 17 partidos (11-6), y su sustitución por su asistente Jerry Sloan. Irónicamente, el stress derivado de la mejora del equipo y el consiguiente aumento de las expectativas fue demasiado para el hombre que había soportado derrota tras derrota con una sonrisa en los ojos y un chiste en los labios. Se miró al espejo y vio a un hombre que comía demasiado, que bebía demasiado y que se teñía el pelo para no aceptar su edad. Se retiró de las canchas, como se retiraría años después en la WNBA y por las mismas causas, y se quedó en las oficinas. Aunque a veces aún lo encontraban por las mañanas en el Delta Center, tirándose unas canastitas antes de que llegara nadie. Extrañado al verlo solo, un jugador le preguntó una vez “¿con quién estás jugando?”. “Con Pete Maravich”, contestó Frank Layden.

Bajo Sloan, los Utah Jazz acentuaron su carácter: eliminación del concepto “cansancio” para los titulares, uso y abuso de la capacidad de pase de John Stockton, y anotación masiva de un Karl Malone que se disparó al segundo lugar de la tabla de anotadores por detrás de no sé quién. Volvieron a ganar el título de división, pero cuando entraron en playoffs con toda la pompa y circunstancia se vieron sorprendidos por los Warriors del “Run TMC” (aún sin Hardaway, para mayor escarnio), que ganaron los dos primeros partidos en Utah para barrer 0-3 a unos Jazz que se quedaron sin saber de dónde les venían los palos.

Ésta sería la norma de las temporadas siguientes: más de 50 victorias en fase regular, seguidas de bochornosas derrotas en playoffs (1990 – Suns, 1991 – Blazers, 1994 – casi los Nuggets, 1995 – Rockets). Más que la entidad de los rivales, escocía la suficiencia con la que eran derrotados, o los problemas que les daban equipos netamente inferiores. A partir de 1996, sin embargo, los Jazz lograrían dar el salto a primer nivel y luchar al fin por el anillo en dos emocionantes finales contra los Chicago Bulls de Michael Jordan.

Pero ésa es otra historia, y su director de escena es Jerry Sloan. En 1999, Frank Layden decidió retirarse de sus responsabilidades en la franquicia a sus 68 años. Dejó el siguiente mensaje en su contestador telefónico:

quote:
‘The longer I live, the more beautiful life becomes.’ Those are the words of Frank Lloyd Wright. Now I am waiting to see if Frank Lloyd Wright was right! Look forward to talking to you. Thanks for being our friend. We're retiring now. This is Frank Layden signing off.

1987-1988

Draft 1987:

1ª Ronda nº 15: José “Piculín” Ortiz.
5ª Ronda nº 15: Bart Kofoed.

Curiosamente, el rookie de esta temporada no fue “Piculín”, que jugaría un año en algún equipillo ya desaparecido de una liga sin repercusión antes de incorporarse a la franquicia, sino el alero Bart Kofoed, que ocupó el último puesto del banquillo durante un par de temporadas.


Kofoed, en uno de sus raros momentos de pie.

Altas y Bajas:

Este verano, el principal intercambio de los Utah Jazz consistió en enviar a Cleveland a Dell Curry (que no había demostrado nada) y a Kent Benson (que lo había demostrado todo) a cambio nada menos que de Mel Turpin y Darryl Dawkins. Este extraño traspaso, que huele claramente a desesperación, fue otro rotundo fracaso: Dawkins estaba ya acabado, Turpin era un pufo quizás aún mayor que Benson, y Curry terminaría convirtiéndose en un muy buen escolta anotador.



Eso sí, como ya dije creo que todos hubiéramos pagado un buen puñado de dólares por asistir como espectadores a un entrenamiento de los Jazz dirigido por Frank Layden con Dawkins y Turpin. Claro que nos hubiéramos tenido que dar prisa, porque apenas empezada la temporada Utah se deshizo del “Chocolate Thunder”, enviándolo a Detroit a cambio de dos segundas rondas y dinero. Ya me imagino la alegría de Layden, flamante nuevo vicepresidente de la franquicia (¿qué cargo le faltaba por acumular?): “¿quieres decir que se llevan a Dawkins, y además nos dan dinero?”.

El único cambio durante la temporada fue la incorporación de nuestro viejo conocido Scott Roth en sustitución de “Dog” Scurry. Scurry fue cortado después de otro de esos feos incidentes que parecían intrínsecos a los Jazz: antes de un partido en Houston contra los Rockets, él y Mel Turpin se enzarzaron en una pelea a puñetazos delante del hotel. Frank Layden estaba ya harto, y esta vez los jugadores involucrados ni siquiera eran buenos: Carey Scurry fue despedido a las pocas semanas, y a Turpin lo cortaron al terminar el año.


Ahora estoy metiíto en manteca.

PG: John Stockton / Rickey Green
SG: Bobby Hansen / Darrell Griffith
SF: Marc Iavaroni / Kelly Tripucka
PF: Karl Malone / Thurl Bailey
C: Mark Eaton / Mel Turpin
Toalla: Bart Kofoed, Scott Roth.

Por fin. John Stockton asumió la titularidad y el peso de los minutos por delante de un Rickey Green ya muy veterano, y Marc Iavaroni completó el que sería quinteto más o menos legendario de estos Jazz por delante de un Tripucka que cada vez perdía más peso en la rotación. De hecho, su participación en los playoffs fue puramente testimonial, 9 minutos en 2 partidos (¡menos que Scott Roth!), y su salida del equipo al final de la temporada se daba por segura.

Temporada 1987-88: Los Lakers.
47-35 (57%). Playoffs: 2ª Ronda.


Sin lugar a dudas, este año se vieron a los mejores Jazz de Frank Layden. Con el quinteto Stockton – Hansen – Iavaroni – Malone – Eaton, más Bailey y Griffith jugando muchos minutos desde el banquillo, Utah se convirtió en un equipo correoso donde su debilidad reboteadora y en el tiro era compensada ampliamente por la dirección de Stockton, la anotación de Malone y una de las mejores defensas del campeonato. Además del recurso ya clásico de dirigir a los rivales hacia Eaton, los Jazz combinaban una férrea voluntad de atravesar los bloqueos con buenas rotaciones defensivas, y con la concesión al rival de pases aparentemente sencillos pero que frecuentemente terminaban con el receptor atrapado entre la línea de fondo y la inmensa humanidad de Mark Eaton. Para redondear el efecto, Eaton inauguró la tendencia (muy de moda actualmente entre los pívots nacionales) de dejarse barba para meter más miedo, mientras que Thurl Bailey intentó adaptarse a su nuevo puesto como “alero” enfundándose unas gafas en la esperanza de verse poseído por el espíritu de James Worthy.


Nótese el nº 7 en la camiseta, en memoria de “Pistol” Maravich.

Los Jazz fueron en la temporada de menos a más, con un comienzo mediocre y un récord alrededor del 50% casi todo el año hasta que un arreón desde Marzo hasta el final de la fase regular los puso definitivamente por encima gracias sobre todo a un Stockton espectacular en las asistencias y a un Karl Malone imparable. Curiosamente, este despegue final coincidió con la baja de Darrell Griffith, lesionado para el resto de la temporada (y sustituido en plantilla por el oscuro Eddie Hughes). La rotación, que como comentaba se había reducido a apenas siete jugadores, quedó en seis: Stockton, Hansen, Bailey, Malone y Eaton jugaban todos los minutos del mundo, más un Iavaroni que seguía saliendo de titular y dejando su lugar a Thurl Bailey a los pocos minutos, y que solamente volvía a la pista en el caso de problemas de faltas. Si ocurría una catástrofe y necesitaban un suplente exterior, recurrían a Bart Kofoed – así de mal estaban las cosas.

Todos los pronósticos tenían a los Portland Trail Blazers como favoritos en primera ronda de playoffs, y más aún después de su cómoda victoria en el primer partido. Sin embargo, los Utah Jazz reaccionaron vigorosamente y, tras empatar la eliminatoria y arrebatarles el factor cancha en el segundo partido, ganaron los dos siguientes en Salt Lake City para eliminar a los Blazers y plantarse ante Los Angeles Lakers en segunda ronda.

Algo parecido sucedió en segunda ronda: si pocos apostaban por ellos antes, prácticamente nadie esperaba que los Lakers perdieran más de un partido en la eliminatoria cuando además ganaron el primer enfrentamiento en el Forum por 20 puntos de diferencia. Se hablaba abiertamente de sentar a “Magic” y Worthy para que se recuperaran antes de la final de Conferencia.

La sorpresa del segundo partido fue mayúscula: los Utah Jazz ganaron y empataron la eliminatoria gracias a su defensa y a un John Stockton que pasó por encima de “Magic” Johnson como una apisonadora. De repente, había una eliminatoria, y el base de los Jazz se convirtió de la noche a la mañana en el jugador de moda (increíblemente, su liderato en la clasificación de asistencias había pasado casi inadvertido para el gran público). Utah ganó también el tercero para cobrar ventaja, pero los Lakers evitaron mayores apuros ganando el cuarto para empatar la ronda y recuperar el factor cancha. Como suele suceder, la serie se decidió en el quinto partido. Como detalle pintoresco, fue el penoso salto inicial de este partido el que llevó a Frank Layden a presentar a la liga una propuesta para que los árbitros ensayaran cómo lanzar el balón correctamente.

El partido comenzó muy igualado, con un Karl Malone imparable jamándose con patatas a todo un futuro titular del All Star, pero con poca colaboración de sus compañeros, lo que obligó a Stockton a colaborar en la faceta anotadora ante unos Lakers que hacían gala de recursos ofensivos más variados y de un James Worthy espectacular. Esta igualdad se rompió al final del primer cuarto, con la salida de un motivadísimo Mychal Thompson que fue capaz de frenar un poco a Malone y de aportar 10 puntos y 9 rebotes en apenas 11 minutos de la primera parte para poner a Lakers con una ventaja que rozaba los dobles dígitos. La reacción de Utah vino de su defensa, como no podía ser de otra forma.

La defensa de Utah se basaba en la decisión numantina de cerrarse alrededor de su zona, provocando airadas protestas de Pat Riley cuando a los Lakers les pitaron los árbitros tres defensas ilegales casi consecutivas mientras consentían la zona mal disimulada de los Jazz. Aunque Byron Scott fuera el máximo anotador de Lakers, consentirle el tiro exterior a él y a “Magic” (Michael Cooper estaba teniendo una temporada aciaga en el tiro, bordeando el ridículo en playoffs) suponía un riesgo menor que abrir la zona a las penetraciones del equipo angelino. Los Lakers, además, facilitaban el juego de su rival al empeñarse en seguir repitiendo el mismo esquema una y otra vez a pesar de estrellarse cada vez contra la defensa visitante: constantemente metían balones a Kareem, pero éste no podía tirar cómodamente por encima de Eaton y en cuanto intentaba superarlo en el dribbling llegaba el “dos contra uno”. Además, los robos de balón de John Stockton y, en menor medida, Bob Hansen volvían locos a los locales: Utah concedía pases aparentemente claros, pero en realidad sus exteriores estaban atentos a las líneas de pase y a pesar de su apariencia poco atlética, Stockton era un defensor velocísimo que llegaba a muchos balonces que parecían fuera de su alcance. Para compensar su debilidad en el rebote, todo el equipo de Utah se cerraba tras tiro rival; los Lakers podrían quizás capturar el rebote ofensivo, pero cualquier hombre alto al que se le ocurriera bajar el balón, no lo volvería a subir si Stockton andaba cerca. La situación llegó a tal extremo que hasta el normalmente inexpresivo James Worthy perdió los nervios después de cometer una personal en ataque contra Eaton y hubo de ser sustituido.

Los Utah Jazz tomaron ligeras ventajas en el marcador, pero la tercera personal de Mark Eaton justo antes del intermedio mostró las carencias subyacentes al esquema de los Jazz: con un atribulado Marc Iavaroni ocupando el centro de la defensa, Byron Scott dividió con suficiencia la zona de Utah para anotar dos estruendosos mates casi consecutivos y empatar el partido al descanso, 59-59.

El tercer cuarto pareció comenzar con la misma igualdad, con Scott y Bailey intercambiando canastas, pero apareció por fin un “Magic” Johnson que había estado eclipsado por Stockton durante buena parte de la eliminatoria. Capturando rebotes, anotando bandejas y sobre todo lanzando veloces contraataques culminados por Scott y Worthy, “Magic” tomó el control del encuentro y metió a los Lakers en el último cuarto una vez más rozando la mágica ventaja de los 10 puntos. Sin embargo, los Jazz se negaron a darse por vencidos y volvieron a atrincherarse en defensa, a negar el contraataque y a forzar a los Lakers a jugar a media cancha. Una vez más, Los Angeles recurrió a los pases interiores a un Kareem desacertado, facilitándole la vida a unos Jazz que gracias a las canastas de Karl Malone y Thurl Bailey volvieron a igualar la contienda mientras Thompson mantenía una vez más a los Lakers en el partido. Pero a falta de seis minutos para el final, la estrategia de los locales obtuvo su fruto y Mark Eaton fue eliminado por personales y tuvo que volver Iavaroni a la cancha. Los Lakers se las prometían muy felices, recordando el desplome de la defensa visitante en una situación similar en el segundo cuarto, pero esta vez el resultado fue muy diferente: viendo la victoria cerca, los Lakers perdieron la calma y se lanzaron a una serie de ataques apresurados, intentando resolver el partido por la vía rápida. Karl Malone taponó un tiro de Kareem, y luego Stockton robó el balón en una penetración de “Magic”. Tras un intercambio de tiros libres, los Utah Jazz entraron en el último minuto por delante, 107 – 106.

A falta de 41 segundos, los Lakers recurrieron a su seguro de vida en finales apretados, y James Worthy anotó en semigancho desde la zona para recuperar la delantera en el marcador. A continuación, Bob Hansen congeló el balón en el perímetro para casi agotar la posesión, avanzó botando hacia la zona del tiro libre y le pasó el balón a Thurl Bailey, quien anotó una de sus típicas canastas desde la línea de fondo. 109-108 Utah, 13 segundos en el reloj. Timeout – Lakers!



Arrrre youuuu rrrrready? Michael Cooper saca desde medio campo. “Magic” recibe en el lateral y avanza botando hacia una zona donde se apiñan todos los jugadores de los Jazz. Cuando la defensa se cierra sobre él, “Magic” dobla el balón a Michael Cooper solo en el tiro libre y...




¡Coop! ¡Coop! ¡Coop! ¡Michael Cooper anota su única canasta en el partido a falta de siete segundos! ¡Lakers por delante 110-109 y Frank Layden se picotea angustiosamente las hombreras pidiendo tiempo muerto!

Marc Iavaroni saca desde medio campo. La idea es que John Stockton salga de los bloqueos (en la zona angelina se ha montado la clásica scrimmage line de estos casos) y reciba en la cabeza de la zona, pero no logra zafarse de la defensa lo bastante rápido. Presionado por los cinco segundos, Iavaroni intenta el pase largo a Thurl Bailey, cerca de la zona donde metió su última canasta hace apenas un mundo...



... y James Worthy se anticipa y roba el balón. Bailey comete falta inmediatamente sobre él, y Worthy sólo anota uno de los tiros libres. Es suficiente: Stockton se estrella con el “dos contra uno” y no logra siquiera intentar el triple antes de que suene la bocina. Victoria de Lakers 111-109, y la serie estaba a todos los efectos prácticamente sentenciada.


El rostro de la desolación. En primer plano, Griffith vestido de calle.

Los Utah Jazz no se dieron aún por muertos y apalizaron a los Lakers 108-80 en el sexto partido, pero un séptimo partido en el Forum contra Los Angeles fue demasiado para ellos y terminaron cediendo.

Los Utah Jazz se habían ganado las espuelas.

quote:
“Stockton is a man desperately in need of a nickname. Nobody this good should be running around being called just plain John.”
(S. Ostler, L.A. Times)

1986

Altas y Bajas 1986:



El draft de este año fue un tanto decepcionante para los Jazz, ya que solamente les trajo a un Dell Curry (1ª ronda, nº 15) cuyo tiro infalible y capacidad atlética había hecho que lo compararan con Otis Birdsong. Sin embargo, Curry tuvo un mediocre año rookie y desapareció del equipo. Parte de ello tuvo que ver, probablemente, con otros movimientos de la plantilla: se suponía que venía a reforzar el puesto de escolta y a aportar tiro exterior, pero para el comienzo de la temporada esos puestos estaban bien cubiertos. Esto se debió por un lado a la vuelta de Darrell Griffith tras su año en blanco, y por otro al ya mencionado traspaso de Adrian Dantley: después de buscar desesperadamente un destino para Dantley (cuando un comentarista televisivo afirmó que había al menos tres equipos interesados, Frank Layden respondió ofreciéndole una comisión sobre el traspaso si le daba los nombres), los Jazz lo mandaron con dos segundas rondas a Detroit a cambio del alero Kelly Tripucka y del pívot Kent Benson.


Lo de los bigotes empieza a ser enfermizo...


... pero es que sin bigote se parece a Ben Stiller.


Algunos tienen problemas más graves que el bigote.

Para dejarle hueco a Benson, Utah traspasó a Fred Roberts (redundante ahora, con Malone, Bailey e Iavaroni en plantilla) a los Celtics a cambio de una tercera ronda. Lo regalaron, vamos.

La Plantilla:

PG: Rickey Green / John Stockton
SG: Bobby Hansen / Darrell Griffith
SF: Kelly Tripucka
PF: Karl Malone / Thurl Bailey
C: Mark Eaton / Kent Benson
Toalla: Marc Iavaroni, Carey Scurry, Dell Curry.

A pesar del retorno de Griffith, Layden decidió mantener a Hansen de titular ya que pensaba que eso equilibraba mejor al equipo. En cualquier caso, Darrell Griffith jugaba la mayoría de los minutos y los tiros, titular en todo excepto en el nombre.

Temporada 1986-87: Playoff Jinx.
44 – 38 (54%). Playoffs: 1ª Ronda.


Tomado de forma aislada, el traspaso de Dantley fue un fracaso. “Benson Señora” no fue más que otro de los paquetes que circularon por la plantilla como suplentes de Mark Eaton (Hayes, Kelley, Turpin etc), y “Stiller” Tripucka fue un fracaso aún mayor: no se adaptó en absoluto al nuevo esquema de juego colectivo de los Jazz, no llevaba bien compartir tiros y minutos y no defendía nada en absoluto. Esto no era problema exclusivo de Tripucka, tanto Curry como Griffith también lo sufrieron (sobre todo éste último, que tras mostrar un cierto empeoramiento esta misma temporada empezó una rápida decadencia hacia la nada), pero su caso era particularmente angustioso por lo que suponía para el equipo verlo naufragar mientras Dantley se ponía las botas en los Pistons. Para colmo, Kelly Tripucka chocó inmediatamente con Frank Layden, y a los pocos meses ya andaba pidiendo un traspaso.

Sin embargo, en conjunto la marcha de Adrian Dantley sí resultó provechosa para los Utah Jazz, ya que les permitió completar la transformación del equipo. Sin él, Layden pudo por fin convertir a Karl Malone en el jugador franquicia y en la base de su juego ofensivo. A pesar del lastre que suponía el fracaso de la anotación de perímetro y de la debilidad reboteadora de los Jazz (debido a las limitaciones de Eaton y a la falta de esfuerzo de Bailey en esta faceta), Utah siguió mejorando sus registros gracias a una defensa cada vez más eficaz. Mediante el trabajo de Malone, Hansen, Stockton o Iavaroni, los rivales eran canalizados hacia el inmenso Mark Eaton una y otra vez, sin que tampoco se les concedieran tiros fáciles desde el perímetro.

A pesar de terminar la temporada regular, los Jazz se las prometían muy felices en playoffs cuando tomaron una ventaja de 2-0 sobre los Golden State Warriors de Joe Barry Carroll y Chris Mullin. Sin embargo, “Sleepy” Floyd estaba en el mejor momento de su carrera y, tras empatar la serie en casa, dio la gran sorpresa al batir a los Jazz en Utah y apearlos de la competición mucho antes de lo esperado para reforzar los rumores que señalaban al equipo de Salt Lake City como uno de esos equipos temibles en liga regular pero inconsistentes en playoffs. Quedaba claro, pues, que lo de mejorar estaba muy bien pero que al equipo le faltaba un hervor antes de aspirar a cotas mayores. Por lo menos, Layden no volvería a verse tentado a abandonar un partido para ir a comer algo.

quote:
“I try to find humor in everything - sometimes it makes losing easier. I found last season, when we won the division title, that the more you win the less funny you become.''
(Frank Layden)

Draft 1985

1ª Ronda Nº 13: Karl Malone.
2ª Ronda Nº 13: Carey “Dog” Scurry.


Por segundo año consecutivo, los Utah Jazz lograron un robo del draft que definiría el futuro de la franquicia. Mientras otros elegían a grandes jugadores como Ed Pinckney, Keith Lee o Kenny Green (y eso por limitarnos a las tres elecciones inmediatamente anteriores, y no hacer sangre con los Benoit Benjamin, Joe Kleine o Jon Koncak), y los Mavericks le daban a Malone el disgusto de su vida al incumplir su palabra y optar en su lugar por Detlef Schrempf, los Jazz eligieron al jugador ideal para cubrir sus carencias de anotación interior y rebote.

Por lo demás, Utah seleccionó en segunda ronda al alero “Dog” Scurry, un atleta físico de primera magnitud pero sin pulir, y en cuarta ronda al base Delaney Rudd, que eventualmente pasaría por el equipo aunque no esta misma temporada.

Altas y Bajas:

Aparte de la llegada de Karl Malone, el resto de movimientos de la franquicia fueron apenas retoques intrascendentes como la retirada de Billy Paultz y la sustitución de Kelley y Anderson por Pace Mannion y Steve Hayes en el fondo del banquillo. Con una notable excepción: Darrell Griffith.

Aunque sin llegar a los extremos de Dantley, Griffith se había mostrado molesto con el largo contrato que había firmado como novato y que le pagaba lo que él consideraba menos de lo que merecía. Por consiguiente, a finales de la temporada anterior anunció que no renovaría por los Jazz sino que entraría en el mercado de agentes libres, cosa que efectivamente hizo este verano. El resultado fue, por decirlo suave, menos estimulante de lo esperado: apenas recibió ofertas, y las que le llegaron estaban muy por debajo de la cifra que él y su agente tenían en mente. Decidido a esperar lo que hiciera falta, Darrell Griffith se mantenía en forma jugando partidos amistosos en Louisville cuando se rompió el dedo de un pie. Lo que inicialmente iban a ser un par de semanas de baja se fue alargando hasta entrado el año 1986, y si estando sano había recibido pocas ofertas pues saliendo de una lesión no hubo ninguna. La temporada siguiente Darrell Griffith tuvo que volver a Utah con el rabo entre las piernas (relativamente, que firmó un contrato bastante bueno), pero de momento los Jazz se quedaban sin sus veinte puntos por partido.


La respuesta tiene que ser “no”.

Durante la temporada, el único traspaso de Layden fue enviar al veterano Jeff Wilkins a retirarse en los Spurs a cambio de Marc Iavaroni (y Jeff Cook, que tomó la plaza de Mannion en el fondo del banquillo). Iavaroni había sido (falso) titular en los Sixers campeones, pero un enfrentamiento entre el propietario y el entrenador había culminado con su traspaso a San Antonio para obligar a Matt Guokas a poner al rookie Charles Barkley de titular. Ya tenemos todas las piezas, ¿eh?


La Plantilla:

PG: Rickey Green / John Stockton
SG: Bobby Hansen
SF: Adrian Dantley / Carey Scurry
PF: Karl Malone / Thurl Bailey
C: Mark Eaton / Marc Iavaroni
Toalla: Fred Roberts, Steve Hayes, Jeff Cook.

La marcha de Darrell Griffith catapultó a Bob Hansen a la titularidad, además de provocar la situación irónica de que de golpe Utah tenía overbooking en las plazas interiores mientras que les faltaba un escolta para la rotación.


Hayes y Cook, antes Nissalke; ¿de dónde esta obsesión con los bigotes?

Temporada 1985-86: El Malone Ése.
42 – 40 (51%). Playoffs: 1ª Ronda.


Adrian Dantley seguía siendo el máximo anotador del equipo (y casi de la liga), y Rickey Green seguía siendo titular, pero esta temporada se produjo el cambio en la estructura de los Jazz, provocada por el efecto combinado de la ausencia de Darrell Griffith y la llegada de Karl Malone. Hansen no podía aportar los puntos de Griffith, pero de eso se encargaría Malone; en cambio, Hansen aportaba una defensa de perímetro y un manejo de balón que Griffith no tenía. Con la anotación de Dantley, Malone y Bailey, y la defensa de Hansen, Malone y Mark Eaton, los Utah Jazz se habían convertido en un equipo equilibrado con un variado arsenal de recursos a su disposición, en lugar de la banda de cañoneros sin conciencia que habían sido hasta la fecha.

Otras historias, sin embargo, permanecían inalteradas. Los enfrentamientos entre Adrian Dantley y Frank Layden se repetían a intervalos regulares, pero ya no era sólo eso lo que preocupaba a la franquicia: la estrecha amistad entre Dantley y el joven Karl Malone era vista con sospecha en la gerencia del equipo. Con razón o sin ella, se tenía la idea de que la actitud de exigencia y confrontación permanente del alero estrella de la franquicia había tenido una influencia decisiva en la malhadada decisión de Darrell Griffith de no renovar por el equipo, y se temían los efectos que pudiera tener en la nueva y joven estrella de la franquicia, el rookie Karl Malone, si a éste le daba por seguir el camino de su mentor. Un incidente cerca del final de la temporada regular sembró el terror en los responsables del equipo: al final de un ajustado partido en Phoenix, Karl Malone falló tres de cuatro tiros libres que estuvieron a punto de costarles la derrota (Malone estuvo por debajo del 50% en tiros libres su año rookie), y cuando Frank Layden le largó una de sus filípicas desde el banquillo, el jugador se encaró con él y le dijo que no era “un perro ni una mula” y que lo tratara “como a un ser humano”. Los Jazz terminaron ganando el partido, pero la discusión siguió en el vestuario cuando Adrian Dantley defendió acaloradamente a su compañero y protegido frente al entrenador. El enfrentamiento terminó en una sanción para Dantley, que fue suspendido por un partido; además, Frank Layden multó a Karl Malone con dos céntimos (“for getting in his two cents’ worth”, una expresión que se refiere a opinar pero incluye un toque despectivo), y a Adrian Dantley con $3 en monedas de diez centavos (o sea, “treinta monedas de plata”, por traidor). La suerte de Dantley estaba ya echada.

No sólo la suya, como resultó: Adrian Dantley sufrió una lesión de espalda justo al final de la temporada, que le llevó a perderse el último partido de la fase regular (y con ello el título de máximo anotador, ya que Dominique Wilkins, Alex English y él llegaban a ese último partido prácticamente empatados en uno de los finales más ajustados de la historia), y la primera ronda de playoffs. Que es como decir “todos los playoffs”, ya que sin su anotador estrella los Utah Jazz fueron cómodamente eliminados 3-1 por los Dallas Mavericks (el propio Frank Layden admitió cuando iban 2-0, “si Dallas no gana, se merecerían que los mandaran a la Division III”).

Una vez más, la decepción en los playoffs no empañaba el hecho de que poco a poco el equipo iba progresando y aspirando a metas más altas. Metas que tendría que alcanzar sin un Adrian Dantley que había jugado su último partido en los Utah Jazz: Larry H. Miller adquirió el otro 50% del club para convertirse en único propietario, y su primera decisión fue traspasar a Adrian Dantley.

quote:
“¿Que si he adelgazado? Me he quitado 95 kilos de encima [el peso oficial de Dantley].”
(Frank Layden)

Temporada 1984-85: Enter the Stockton Man!

41 – 41 (50%, más o menos) Playoffs: 2ª Ronda.

Después de todo el sufrimiento, la situación económica de la franquicia se iba estabilizando. A principios de la temporada, el “holding” Triad America (propiedad del notorio Adnan Kashoggi) adquirió el 50% de la franquicia, pero no fue suficiente. En la primavera de 1985, el propietario Sam Battistone amenazó con venderlo a un grupo de inversores de otro estado si no recibía más apoyo de la comunidad local. Por fin, el empresario de coches usados Larry H. Miller le compró su 50%, con lo que la estabilidad financiera quedaba asegurada. Pocos meses después, Miller (actualmente famoso en EEUU por negarse a proyectar la película de temática gay “Brokeback Mountain” en un cine de su propiedad, ni siquiera en domingo) compró el resto de las acciones para convertirse en único propietario de la franquicia.

Altas y Bajas:



La gran incorporación de la temporada fue, como no podía ser otra cosa, John Stockton. Como se ha mencionado antes, inicialmente Stockton era un buen pasador procedente de una pequeña universidad que venía a ser suplente de Rickey Green en sustitución del constitucionalmente mediocre Jerry Eaves. Stockton tenía tan poca seguridad en sus posibilidades que se negó a incorporarse al equipo hasta que le ofrecieron un contrato garantizado por el suficiente dinero para comprarse una casa: $80.000 (el salario mínimo eran $75.000). Aunque aún tardaría varias temporadas en establecerse definitivamente como titular, desde el primer momento dejó muestras de ser un jugador más que capaz de llevar al equipo, e hizo números muy interesantes (sobre todo en asistencias) a pesar de jugar no demasiados minutos.

También llegó al equipo el veteranísimo Billy Paultz, en sustitución del retirado Tom Boswell, pero la principal noticia de este año sobre la plantilla de los Utah Jazz no fue ninguna incorporación. Los problemas de John Drew con la cocaína eran ya un secreto a voces en el equipo, y Frank Layden se vio obligado a actuar. John Drew había hecho públicos sus problemas a su llegada a Utah, y se había inscrito en grupos de terapia para su adicción, pero a estas alturas era evidente que había fracasado. Layden conocía a Drew de sus tiempos como asistente en Atlanta, cuando Ted Turner compró el equipo y, hastiado por las constantes derrotas, se deshizo de casi todos los jugadores afirmando que “para perder, lo mismo me vale perder con un jugador de $30.000 que con uno de $500.000”. Los Hawks, entrenados por Hubie Brown y liderados por el joven John Drew (la única estrella que quedaba), mejoraron el resultado de la temporada anterior, y un año después estaban en playoffs. Muchos aún lo consideran el momento más brillante de la carrera de Hubie Brown. Frank Layden ya había visto morir en Utah a un jugador de aquellos Hawks (Terry Furlow), y no estaba dispuesto a que fueran dos. Layden creía que la clave era conseguir que Drew encontrara un trabajo y una vida “normal” al margen del baloncesto, y le ofreció retirarse y pasar a ocupar un puesto en la franquicia, donde podría superar sus lagunas educativas y adquirir experiencia.

Desgraciadamente, John Drew rechazó su oferta. Cuando las señales de su adicción se hicieron demasiado evidentes, los Jazz suspendieron a Drew de empleo y sueldo, y en Diciembre de 1984 lo cortaron y lo sustituyeron por Fred Roberts, venido de San Antonio a cambio de dos segundas rondas. A finales de Mayo de 1986 John Drew ingresó en la cárcel al ser incapaz de hacer frente a una fianza de $10.000 bajo la acusación de emitir cheques sin fondos, y al año siguiente sus intentos de prolongar su carrera en la CBA fracasaron cuando intentó venderle drogas a un agente de paisano en Atlanta. También cumplió condena en Texas por posesión y tráfico de drogas, y en 1999 le fue embargada parte de su pensión de la NBA por impago de la manutención de uno de sus hijos



Por lo demás, fue en esta temporada cuando Jerry Sloan se incorporó a la franquicia como entrenador asistente, en otro movimiento poco destacado en su momento pero de gran trascendencia en el futuro.

La Plantilla:

PG: Rickey Green / John Stockton
SG: Darrell Griffith / Bobby Hansen
SF: Adrian Dantley / Fred Roberts
PF: Jeff Wilkins / Thurl Bailey
C: Mark Eaton / Rich Kelley
Toalla: Billy Paultz, Mitchell “J.J.” Anderson.


Fred Roberts, recordando su etapa en el Barcelona.


La temporada tuvo un desarrollo similar a la anterior, algo poco sorprendente considerando los escasos cambios en la plantilla. Thurl Bailey reemplazó a Drew en la anotación, y tanto él como Eaton (elegido Mejor Defensor del año) progresaron en su juego. No pudieron revalidar el título de División, pero sí entraron en playoffs y en primera ronda eliminaron a los Houston Rockets de las recién creadas “torres gemelas”. En segunda ronda, sin embargo, se volvieron a encontrar con los Denver Nuggets y esta vez no pudieron con ellos, debido en buena parte a la baja de Mark Eaton por una lesión en la rodilla. Con todo, el balance global fue positivo ya que se logró establecer una continuidad en el buen rendimiento del equipo a pesar de todas las tribulaciones.

Y es que John Drew no fue el único problema de Frank Layden esta temporada: descontento con su contrato, Adrian Dantley exigió una renegociación y, cuando la franquicia rechazó su petición, se negó a jugar. Layden reaccionó retirándole el grado de capitán de la plantilla y, aunque el tema pareció resolverse de momento cuando Dantley volvió al equipo, su relación con Frank Layden (y con Larry H. Miller) quedó dañada definitivamente.

quote:
“Players here know that I am the Jazz. There is no player here bigger than I am. Literally and figuratively, of course.”
(Frank Layden)

Temporada 1983-84: La resurrección

45 – 37 (55%) Playoffs: 2ª Ronda.

¡Boom! Sorprendentemente, los Utah Jazz dieron el gran salto adelante, ganaron 15 partidos más que el año anterior para conquistar su primer título de División, e incluso pasaron de primera ronda. A estos éxitos colectivos se sumaron los galardones individuales: Dantley como máximo anotador, Green como líder en robos, Eaton máximo taponador, Griffith como líder en porcentaje de triples, y sobre todo Frank Layden como entrenador del año. Menudo cambio, ¿eh?

A pesar de ello, la situación económica de la franquicia seguía siendo angustiosa. Llegaron al extremo de jugar varios partidos en Las Vegas en un intento de atraer más espectadores, aunque ese intento no pudo tener continuidad tras la aprobación de las apuestas deportivas. Sin embargo, la llegada del joven ejecutivo Dave Checketts a la franquicia fue abriendo nuevas fuentes de ingresos que prometían remediar la situación, aunque no a corto plazo.

La Plantilla:

La principal incorporación de este año vino del draft, y fue el ala-pívot Thurl Bailey. Aunque Layden decidió mantener a Jeff Wilkins como titular, Bailey fue haciéndose con los minutos y terminó jugando los momentos importantes del partido, tal y como se esperaba desde un principio.



También llegó en el draft otro jugador que aunque apenas participaría este año, sí que resultaría vital en temporadas siguientes: el escolta Bobby Hansen.



PG: Rickey Green / Jerry Eaves
SG: Darrell Griffith / Bobby Hansen
SF: Adrian Dantley / John Drew
PF: Jeff Wilkins / Thurl Bailey
C: Mark Eaton / Rich Kelley
Toalla: Tom Boswell, Mitchell “J.J.” Anderson.

Nunca es buena señal que un equipo dé minutos a todos sus jugadores en una posición, ¿verdad? Además de Bailey, Layden rotaba a Wilkins, Kelley, Eaton y Boswell (de vuelta de Italia para una última temporada) intentando encontrar al jugador que atenuara la debilidad de su frontcourt. Los Utah Jazz eran claramente un equipo anotador y de perímetro, en el que la defensa era tan frecuente como los unicornios y el juego interior se reducía a los movimientos al poste de Adrian Dantley, por lo demás tan brillantes como efectivos. Darrell Griffith se destapó como un notable anotador exterior (hoy en día puede parecer no más que mediano, pero aún estábamos en los albores del triple), Rickey Green era un base velocísimo que culminaba sus entradas doblando el balón o anotando en suspensión desde el centro de la zona, e incluso el rookie Thurl Bailey se encontraba más cómodo anotando en tiros laterales de media distancia que partiéndose la cara en la pintura. Con decir que, aparte de Dantley, lo más parecido a un anotador interior que tenían era Rich “rodilleras” Kelley, está dicho todo.



Aún peor era la situación atrás. Dantley, Griffith y Bailey estaban convencidos de que la defensa era algo que llevan los coches para el caso de un choque, y a pesar de sus robos de balón tampoco Green era un buen defensor. La defensa de los Jazz tenía nombre y apellidos: Mark Eaton. Tan intimidador como inmóvil, la estrategia de Utah se reducía a intentar canalizar a los rivales hacia el gigante californiano, para que éste ejerciera su efecto. Como cabe imaginar, ni esto ni las aportaciones puntuales de jugadores secundarios (Wilkins, Hansen) resultaban suficientes.

Si añado que tampoco eran especialmente buenos en el rebote porque Eaton sólo lograba coger los que le venían a las manos y los demás ni eso, quizás os parezca imposible que sumaran esas 45 victorias. La clave es que los Jazz eran buenos en ataque. Muy buenos. Dantley y en menor medida Griffith estaban entre los mejores anotadores de la liga, Drew aún sabía cómo llenar una estadística, y otros como Green o Bailey también aportaban en este aspecto. Quizás los Jazz no pudieran parar a nadie, pero desafiaban a cualquier rival a mantener su ritmo de anotación.

Sin embargo, como suele suceder esta debilidad defensiva les pasó factura en playoffs. Primero contra los Nuggets, una eliminatoria marcada por las grandes anotaciones y que se les puso 1-2 en contra antes de que lograran remontar y eliminar a Denver con un angustioso 3-2; pero sobre todo contra los Suns, otro equipo que prefería el ataque a la defensa pero que aún así pudo eliminar a Utah 4-2. El partido decisivo fue el cuarto de la serie, y reflejó en todo su dramatismo la debilidad intrínseca de los Jazz; yendo por detrás 2-1, los Utah Jazz no fueron capaces de ganar el partido y empatar así la serie a pesar de gozar de las mejores oportunidades: primero en el tiempo reglamentario, cuando con una ventaja de tres puntos en el último minuto concedieron un triple claro a Walter Davis para que mandara el partido a la prórroga, y luego en ésta cuando tenían la victoria a su alcance con el marcador 110-105 de nuevo fueron incapaces de frenar a un Davis intratable que remontó prácticamente él solo para conseguir la victoria final por 111-110. Aunque Maurice Lucas y Larry Nance fueron incapaces de frenar a Adrian Dantley, de nada sirvió su actuación ante una defensa de perímetro tan porosa que concedió a Davis y Paul Westphal todos los tiros que quisieron, y un James Edwards que hizo lo que quiso en la zona rival.

A pesar de todo, la resurrección (uno tiene que haber estado vivo en algún momento para resucitar, ¿no?) de los Jazz era un hecho. ¿Lograrían mantener una continuidad en el futuro, o sería tan sólo flor de un día?

quote:
“When we drafted John Stockton, we drafted him as a backup. We drafted him late and never knew what we were getting.”
(Frank Layden)

Antecedentes

quote:
La piedad y la lealtad no te abandonen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tablilla de tu corazón. Así hallarás favor y buena acogida a los ojos de Dios y de los hombres.
(Proverbios, 3:3-4)


Quizás el rasgo más evidente y distintivo de los Utah Jazz sea la lealtad, la persistencia en un proyecto: mirando las sucesivas plantillas, resulta imposible no notar la abundancia de jugadores cuya carrera completa se desarrolla en Utah (Stockton, Eaton, Griffith), o que solamente cubren breves etapas en otros equipos (Bailey, Green), normalmente al final de sus carreras (Malone, Hansen). Todo ello salpimentado, desde luego, por una colección de jugadores con tanto talento como mala cabeza que aportan ese punto picante que evita el sopor (Dantley, Tripucka, Morris). Por no hablar de que sólo han tenido tres entrenadores en 25 años, dos de los cuales siguen en la franquicia.

Los Jazz llegan a Utah para la temporada 1979-1980. Venían de fracasar lamentablemente en New Orleans, donde a pesar de contar con jugadores como “Pistol” Maravich, Spencer Haywood o “Truck” Robinson (o Lucy Harris), no habían logrado acercarse ni al 50% de victorias, ni al 50% de asistencia al pabellón. Agobiados por unos costes astronómicos, los propietarios decidieron trasladar la franquicia a otra ciudad.

La elegida fue Salt Lake City, y el resultado un desastre. Habían elegido a Utah por una cuestión simplemente demográfica, pero la ciudad no abrazó a ese equipo de trotamundos que según todos los analistas estaba solamente de paso para ganar unos cuantos billetes antes de irse a otra ciudad. La ciudad aún recordaba a los caídos Stars de la ABA, y la decisión de la franquicia de mantener el logotipo, nombre y colores de Nueva Orleans (a pesar de haber celebrado el típico concurso popular para elegir otros nuevos) no fue precisamente de ayuda. El retraso de la liga en aprobar el traslado fue otro obstáculo, ya que apenas les dejó tiempo para hacer una campaña de promoción medio qué. La contratación de Tom Nissalke (ex entrenador de los Utah Stars, y Entrenador del Año en NBA y ABA) no sirvió para mucho más que certificar el dato curioso de que ninguna franquicia ha pasado por una etapa realmente mala si no la ha entrenado Nissalke. No es que el pobre fuera malo, es que lo ponían en todos los marrones.


Un vendedor de coches de segunda mano, ayer.

La anécdota más conocida de Nissalke se produjo en su debut en la NBA como entrenador de los Rockets, cuando un periodista le preguntó cómo se pronunciaba su nombre. “Tom”, respondió muy serio.

Para acabarlo de empatar, los Jazz le acababan de regalar a “Magic” Johnson a los Lakers. ¿Recuerdas cuando Cleveland les regaló a James Worthy? Pues tres cuartos de lo mismo: en 1976, los New Orleans Jazz ficharon al agente libre Gail Goodrich; entonces, fichar a un agente libre conllevaba la obligación de compensar a su anterior equipo (el Comisionado decidía la compensación correspondiente según el valor percibido del jugador), y el resultado fue que los Jazz mandaron tres primeras rondas y una segunda a Lakers a cambio de una primera y una segunda ronda de éstos. Goodrich jugó tres años mediocres en los Jazz y se retiró antes de venirse a Utah, y los Lakers consiguieron a “Magic” Johnson. Todos contentos, más o menos.

Frank Layden



La buena noticia para la franquicia de los Utah Jazz fue la llegada en 1979 de Frank Layden como mánager general. Layden venía de ser asistente de Hubie Brown (su antiguo compañero de habitación en la universidad) en Atlanta, y los Jazz estaban tan desesperados que le ofrecieron el puesto de entrenador o el de GM. Layden fue lo suficientemente astuto como para elegir el trabajo que ofrecía más garantías de supervivencia, y no se hizo cargo del puesto de entrenador hasta dos temporadas después.

Layden se lanzó a la reconstrucción de la franquicia inmediatamente, ya que la situación era angustiosa. Su primer gran éxito fue el traspaso del problemático Spencer Haywood a Lakers a cambio de Adrian Dantley; Dantley había demostrado maneras en Los Angeles, pero la presencia de Jamaal Wilkes le cerraba la titularidad. En Utah, Dantley se convirtió en una de las estrellas anotadoras de la liga, y en el jugador-franquicia de estos primeros años.



Otros movimientos de este primer año, sin embargo, no fueron tan exitosos: Pete “Pistol” Maravich se negó a continuar en el equipo, y hubo de ser cortado para que terminara su carrera en Boston; Bernard King, venido de los Nets a cambio del pívot Rich Kelley, fue detenido en Nochevieja acusado de delitos sexuales y, tras pasar por una clínica de desintoxicación de drogas, hubo de ser traspasado a los Warriors a cambio de Wayne Cooper; Terry Furlow se mató al estrellarse con su coche y la autopsia le encontró cocaína en la sangre. Eran los ochenta.



La segunda pieza de los Jazz que ya conocemos llegó en el nº 2 del draft de 1980: Darrell Griffith, procedente de los “Doctors of Dunk” de los Cardinals de Denny Crum y feliz poseedor del que probablemente sea el apodo más chulo de la historia de la NBA: “Dr Dunkenstein” (supongo que explica mucho de Salt Lake City que su apodo en profesionales pasara a ser un patético “Golden Griff”).


The Doctor is in.

Otros dos jugadores llegaron como agentes libres: quizás el nombre de Jeff Wilkins no sea hoy muy conocido, pero fue el ala-pívot titular de la franquicia antes de la llegada de Karl Malone, un jugador correcto y sobrio sin llegar a destacar. Rickey Green, sin embargo, sí es más conocido. Green fue una estrella universitaria drafteada muy alto por los Warriors pero que no demostró demasiado y terminó en la CBA. Los Jazz lo rescataron para convertirlo en All Star de la NBA, y en el base que sería titular por delante de Stockton en sus primeros años.


No es un efecto, la camiseta es verde.

A pesar de ello, y de la llegada de Frank Layden al banquillo, los problemas estaban lejos de desaparecer. Dentro de la cancha, el equipo no llegaba a las 30 victorias. Fuera de la cancha, Bill Robinzine puso en marcha su coche dentro de un garaje, dejó de luchar y por fin pudo dormir, para convertirse en el segundo jugador de los Utah Jazz en tres temporadas muerto prematuramente (aunque técnicamente Robinzine ya no estaba bajo contrato).



La situación alcanzó su nivel más penoso en la temporada 1982-83. Los Jazz habían drafteado a Dominique Wilkins, pero no pudieron retenerlo. A los de Utah les gusta contar la historia de que Wilkins se negó a jugar en Salt Lake City, culminando con una llamada de un ‘Nique ya al final de su carrera suplicándole una oportunidad a Frank Layden, y recibiendo de éste su merecido en forma de carcajadas. La realidad, sin embargo, no es tan prosaica: los Jazz no tenían dinero siquiera para empezar la temporada, y si no eran capaces de hacer los pagos iniciales la liga exigiría la venta de la franquicia a otros propietarios más solventes, y el traslado del equipo. Layden no tuvo más remedio que vender a Wilkins a los Hawks a cambio de un millón de dólares, más John Drew y Freeman Williams, dos jugadores sobre los que existían serias sospechas sobre el abuso de drogas (sobre todo en el caso de Williams, cuya carrera iba descendiendo meteóricamente pese a su calidad hasta terminar cortado por los Jazz a las pocas semanas).

Eso no fue el final ni mucho menos: a pesar de la entrada de los Bagley (padre e hijo) en el accionariado de la franquicia, para poder terminar la temporada los Jazz tuvieron que vender al joven y prometedor Danny Schayes a Denver a cambio de $300.000 y un Rich Kelley cuyas rodillas habían sobrepasado ya ampliamente su fecha de caducidad. Adrian Dantley se perdió casi todo el año con una lesión de muñeca, los Jazz apenas ganaron 30 partidos, y la asistencia al pabellón era tan baja que según Mark Eaton era materia de chiste: se contaba que Frank Layden recibió una llamada que resultó ser de un aficionado interesado en adquirir unas entradas. “¿A qué hora es el partido?”, preguntó. “¿A qué hora le viene bien?”, respondió Layden. No es de extrañar que los rumores sobre el futuro de la franquicia alcanzaran el nivel de chillidos histéricos: se hablaba de Miami, de Minnesotta, incluso de una fusión con los Denver Nuggets.

Hablando de Eaton, su incorporación fue una de las pocas buenas noticias para los Jazz esta temporada. Elegido en cuarta ronda y con bajísimas expectativas al llegar a la liga, Mark Eaton se fue convirtiendo en una pieza útil para unos Jazz con carencias dramáticas dentro de la zona.


A mí me intimidan más esas gafas.

Sin dinero, con problemas de drogas y dirigidos por un entrenador que se presentaba a sí mismo como el ejemplo a seguir para todos los vagos de América (“si él lo ha conseguido, cualquiera puede”). La receta de la felicidad.

quote:
“I told him, 'Son, what is it with you? Is it ignorance or apathy?' He said, 'Coach, I don't know and I don't care.'”
(Frank Layden)